Foto: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta
El pasado 25 de noviembre, en horas de la mañana se celebró en la Catedral San José de Cúcuta, la ordenación presbiteral de Rafael Darío Aparicio Rubio, y la ordenación diaconal de Fabio Enrique Durán Pinto. El primero, originario del municipio de Gramalote y que en entrevista con el Periódico La Verdad, compartía que “el sacerdote debe ser el hombre de la memoria, aquel que recuerda a hombres y mujeres de carne y hueso que sus vidas se fundan en una donación gratuita y que se vocación última es aprender también a ser don para los otros”. Y el segundo, que vio desde el testimonio de su familia al servicio de la pastoral parroquial, la semilla que le llevaría a consagrarse al Señor.
La Eucaristía fue presidida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta y concelebrada por Monseñor Óscar Urbina Ortega, Arzobispo Emérito de Villavicencio, y en compañía del clero de la Diócesis, seminaristas, religiosos, religiosas, diáconos y fieles bautizados. El Obispo inició su homilía diciendo a los candidatos a las órdenes sagradas que “un ministro servidor del Señor y la comunidad tiene su puesto en la cruz, junto al crucificado y de allí nace su compromiso sacerdotal” y continuó afirmando que “para que todos aprendamos a vivir en la misión que el Señor nos ha dado a cada uno, es necesario que nosotros los consagrados nos pongamos del lado del más necesitado”.
Monseñor José Libardo también destacó la condición de caridad, servicio y entrega desinteresada que debe enmarcar cualquiera de los ministerios que se ejercen en la Iglesia Católica, como seguimiento de Jesús, “Que no vino a ser servido sino a servir”; y que “el buen pastor da la vida por las ovejas, es un servidor que no busca llenarse de cosas al costo del ministerio sacerdotal y le preocupa la vida del fiel de su comunidad que está perdido o alejado de Dios”.
Estos jóvenes son fruto de un largo proceso de formación en el Seminario Mayor San José Cúcuta, que por más de 37 años ha dado fruto abundante, formando a los pastores que la Iglesia de Jesucristo necesita para esta zona de frontera. Que la oración por las vocaciones y la ayuda generosa de todos los bautizados de esta Iglesia diocesana, sigan contribuyendo a tener más ministros al servicio del anuncio del Evangelio.