El trabajo dignifica a la persona

Por: Sem. Robinson Arley Remolina, III de configuración.

El próximo miércoles 1 de mayo se conmemora el día del obre­ro o como también es llamado: Día Internacional del Trabajador, que conmemora las luchas históricas y los logros de los trabajadores en el movi­miento obrero del año 1886.

El Papa San Juan Pablo II afirmó res­pecto al trabajo que: “es el fundamen­to sobre el que se forma la vida fami­liar, la cual es un derecho natural y una vocación del hombre.” (Laborem exercens n. 10). Con esta frase se re­salta la labor de tantos hombres y mu­jeres que día a día tienen la valentía de salir adelante con sacrificio y esmero, para conseguir el pan cotidiano.

La Sagrada Escritura nos da motiva­ción para reflexionar sobre esta reali­dad y encontrar elementos para reali­zarlo. Desde las primeras páginas del libro del Génesis, en el contexto de la creación, se le da un sentido especial a la existencia del hombre dentro de esta realidad. Ante esto nos vamos a detener en cuatro fundamentos que nos ayudarán a comprender la impor­tancia del trabajo.

4 fundamentos sobre el trabajo

  • El trabajo como misión de Dios

“Después los bendijo Dios con estas palabras: sed fecundos y multiplica­dos, henchid la tierra y sometedla” (Gn 1, 28).

Dios crea al hombre y a la mujer a imagen y semejanza suya (Gn 1, 26) en un mundo que Él mismo creó para sus criaturas y, además, deja clara su misión desde un principio: dominar la tierra, aclarando que dominar es en el sentido de administrar o trabajar para mejorar el mundo. Es por esto, que la primera misión que Dios coloca al hombre, está en relación al tra­bajo.

Es el trabajo una de las tantas características que va a distinguir al hombre del resto de las demás creaturas crea­das por Dios. Solamen­te el hombre es capaz de trabajar, colocarse retos, metas, y cumplirlas. Toda su vida gira en torno a su realización y sus compromisos que permiten su estado activo en me­dio de una comunidad, como signo de su misma naturaleza. El ser humano no puede vivir sin trabajar, toda per­sona está invitada por Dios hacer una labor en este mundo.

  • El trabajo don de Dios

“Del trabajo de tus manos comerás, ¡dichoso tú, que todo te ira bien!” (Sal 127, 2).

El hombre debe reconocer que el tra­bajo es un don de Dios, y es además instrumento del mismo para la santifi­cación y sustento. Dios da las cualida­des para trabajar, por eso el hecho de ser don de Dios resalta la dignidad hu­mana y hace proyectar el trabajo con una mirada de fe; solamente una per­sona de fe ve el trabajo como don. “He visto que todo afán y todo éxito en una obra excita la envidia de unos hacia otros” (Ecl 4, 4).

Dios da las herramientas necesarias para cumplir los pro­yectos y ejercerlos no con envidia, sino lo­grando agradar a Dios. Este pecado de la envi­dia no nos hace valorar nuestro propio trabajo ni mucho menos el de nuestro hermano.

  • El trabajo es un carisma

“Pero teniendo dones diferentes, se­gún la gracia que nos ha sido dada” (Rm 12, 6).

Cada persona debe tomar conciencia y descubrirse llamado por Dios a una misión especial según sus cualidades. Dios otorga a cada persona dones y carismas con el fin de que el hombre pueda llevar a cabo la misión misma encomendada. Estos dones y carismas los reconoce el cristiano como regalo del Espíritu Santo. Los cristianos son los siervos a quien es Jesús, su Señor encarga de hacer fructificar sus dones para el desarrollo de su reino y que deberán rendirle cuenta de su gestión. A pesar de que todos tenemos una misma llamada cada quién responde desde el rol que le corresponde. “Los creyentes tienen la certeza de que la actividad humana individual o colec­tiva con el que los hombres pretenden mejorar las condiciones de su vida a lo largo de los siglos, considerado en sí mismo, responde al plan de Dios y sirven a la sociedad.” (Gaudium Et Spesn 34).

  • El trabajo es servicio

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo, no existe otro mandamiento mayor que este” (Mc 12, 31).

¿Cuál es el carisma más importante? ¿mi carisma importa? Todos los ca­rismas son importantes mientras sir­van en pro de los demás, ya que de esta manera servimos a Dios a través de nuestros hermanos. Los carismas, que son gracias especiales del Espíritu Santo, están ordenados a la gracia san­tificante y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Dios actúa así mediante gracias actuales múltiples que se dis­tinguen de la gracia habitual, que es permanente en nosotros. (CIC 2024).

El trabajo es una oportunidad para que cada hombre pueda ejercer desde su realidad sus dones y carismas dados por Dios, de la misma manera para buscar el bienestar y la paz para sí mismo y para los demás. Este trabajo frente a los demás en la medida de lo posible, debe estar caracterizado por la humildad y sencillez, reconociendo que servimos a Dios a través del her­mano.

Finalmente, el trabajo ofrece a cada persona la participación en la obra que el mismo Cristo vino a realizar, a tra­vés del seguimiento llevando la cruz de cada día, en el trabajo encomenda­do. No podemos olvidar el esfuerzo de tantas personas que viven el día a día sin un empleo digno; que este 1 de mayo podamos elevar una oración a Dios por las necesidades que pa­san. Además, que cada día podamos unir nuestro esfuerzo diario al dolor de Cristo que murió por cada uno de nosotros en la Cruz, y que resucitó como signo de esperanza para todos aquellos que cotidianamente se levan­tan y salen a sus labores con el de fin obtener una vida digna por amor a sí mismos y a sus seres queridos.

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