Vamos caminando hacia el Congreso del PEIP

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta.

El plan pastoral de 25 jurisdic­ciones eclesiásticas en Colom­bia está inspirado en el PEIP (Proceso Evangelizador de la Iglesia Particular). Aparte de las reuniones dos veces al año de los obispos que tenemos este proyecto pastoral en las Iglesias Particulares, se ha comenzado a realizar el Congreso del PEIP que está organizado para reunirse cada tres años. El primero fue en Barranquilla y el segundo será en nuestra Diócesis de Cúcuta, que tiene como lema: Pe­regrinos de la Esperanza “vayan y hagan discípulos” (Mt 28, 19). Des­de ya los invito a orar por el éxito de este acontecimiento eclesial, para que traiga muchos frutos en bien del traba­jo misionero en nuestra Diócesis. En este editorial y en los próximos vamos a dar los avances del desarrollo del II Congreso, para que vivamos esta ex­periencia como gracia que el Señor nos regala.

Para aprovechar esta bendición que vamos a vivir en bien del trabajo pas­toral de nuestra Diócesis, enmarcamos este acontecimiento en el mandato misionero del Señor “vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bau­tícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñán­doles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fi­nal de los tiempos” (Mt 28, 16 – 20). También, recibiendo este mandato como la vocación esencial de la Igle­sia, porque “evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Igle­sia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa misa, memorial de su muerte y Resurrección gloriosa” (Evangelii Nuntiandi 14).

La Iglesia ha recibido del Señor el mandato de llevar a todos la gran no­ticia del Evangelio y una vez que se recibe el anuncio de la Palabra de Dios, brota del corazón del creyente el fervor por ser testigos; que iluminados por el Espíritu Santo, van por todas partes a comunicar la experien­cia del encuentro con Jesucristo que transfor­ma nuestras vidas. “Us­tedes recibirán la fuer­za del Espíritu Santo; Él vendrá sobre ustedes para que sean mis tes­tigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos de la tierra” (Hch 1, 8); de tal manera, que el creyente recibe con docilidad el Espíritu Santo y se deja iluminar por Él, para cumplir con el mandato evangelizador, pues “no ha­brá nunca Evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo” (EN 75).

La Iglesia siempre actúa con el poder del Espíritu Santo y se ha dejado re­novar por Él. Toda la acción pastoral debe ser dócil a la moción y luz del Es­píritu Santo, ya que es Él quien orienta y renueva la misión evangelizadora en la Iglesia. Para dejar obrar el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia es ne­cesario asumir en serio el llamado a la conversión “conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1, 15), que sig­nifica el retorno a Dios, el cambio de mentalidad, es decir transformación de la vida en Cristo; hasta llegar a de­cir con san Pablo: “ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20), dando testimonio de su proceso de conversión, afirmando “para mí la vida es Cristo” (Fil 1, 21).

En nuestra Diócesis de Cúcuta que­remos dejarnos iluminar por el Es­píritu Santo, siguiendo el Proceso Evangelizador que la Iglesia ha apli­cado desde siempre para evangelizar. Somos conscientes del mandato de Jesús, de ir por todas partes a anun­ciar el Evangelio y por eso queremos poner en práctica con la mayor fi­delidad posible ese man­dato misionero de Jesús. Con la certeza que todo tiene que brotar de una oración constate de ro­dillas frente al Santísimo Sacramento, para poder tener el discernimiento suficiente que nos impulse al acompa­ñamiento de todas las personas, para que puedan crecer en la fe, la espe­ranza y la caridad y perseveren en la gracia de Dios.

Siguiendo la enseñanza de la Iglesia en su Magisterio vamos a continuar con el desarrollo del Plan de Evange­lización de la Diócesis, inspirado en el proceso por el que la Iglesia movida por el Espíritu Santo, anuncia y difun­de el Evangelio en todo el mundo. De tal manera, que impulsada por la cari­dad, impregna y transforma a toda la sociedad, dando testimonio entre las gentes de la nueva manera de vivir en Cristo, proclamando explícitamen­te el Evangelio mediante el primer anuncio que llama a la conversión; iniciando en la fe y la vida cristia­na mediante la catequesis a los que se convierten a Jesucristo, alimentando la fe de los fieles mediante la eucaris­tía y la caridad y suscitando perma­nentemente a la misión, anunciando a Jesucristo con palabras y obras (Cf. DGC 48).

De esa manera, en fidelidad a Jesu­cristo y la Iglesia, con renovado fervor pastoral y en salida misionera, nos dis­ponemos a fortalecer el proceso evan­gelizador, que según lo sintetiza el Directorio General para la Catequesis del año 1997, “está estructurado en etapas o momentos esenciales: La ac­ción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequética para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o rees­tructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. Estos momentos no son etapas cerradas, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecua­do al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad” (DGC 49, 31-35).

El Congreso del PEIP en Barranquilla tuvo como tema la acción misionera. Para este segundo congreso, la temáti­ca elegida es la segunda etapa del pro­ceso evangelizador y que tendrá como título: la acción catequética en el pro­ceso evangelizador de la Iglesia. Des­de ya nos ponemos en las manos de Dios, encomendando a la Santísima Virgen María y al Glorioso Patriarca San José el éxito de esta experiencia eclesial, que nos permita crecer en el fervor misionero, para cumplir con el mandato del Señor: sean mis testigos.

En unión de oraciones, reciban mi bendición.

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