Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta
Culminamos este mes de octubre consagrado por la Iglesia para reflexionar y orar por las misiones en todo el mundo, conscientes del mandato que hemos recibido del Señor, “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19 – 20) y en nuestra Diócesis de Cúcuta seguimos comprometidos a cumplir con esta misión, convocados en este mes en el desarrollo del Plan Evangelizador, con el lema: “Caminemos juntos, en salida misionera”, como una manera concreta de llevar a cabo la evangelización en comunión, participación y misión.
Esta misión que deja el Señor a los discípulos es para todos los bautizados, de tal manera que nadie está excluido de esta tarea, cada uno con su carisma especial recibido de Dios ha de comunicar el Evangelio a otros. Así lo expresa el Papa Francisco cuando afirma: “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (Evangelii Gaudium 119).
En el proceso evangelizador de la Iglesia cada día tomamos conciencia que la acción misionera, como la primera etapa de su desarrollo, compete a cada uno de los bautizados tal como nos lo enseña el Papa Francisco: “En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (Cfr Mt 28, 19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración en la fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones” (EG 120).
El cumplimiento del mandato misionero no se concretiza de manera aislada, siempre ha de hacerse en comunidad y en comunión con la Iglesia, que ha renovado la vocación de la salida misionera, propia de Jesús con sus discípulos cuando caminaba por todas las aldeas y lugares anunciando la llegada del Reino de Dios. Se trata de la evangelización reforzada por la fuerza de la comunidad, que debe producir comunión que es lo que valida y hace legítimo el anuncio que realiza un bautizado, porque no lo hace por encargo propio, sino llamado y enviado por la Iglesia, por la elección de Dios recibida en el bautismo.
Cada bautizado en el lugar en el que se encuentra, siempre en comunión con la Iglesia y con la parroquia puede evangelizar en el camino de su vida a alguien que necesita del primer anuncio porque no conoce a Jesús. El Papa Francisco así lo enseña cuando afirma: “Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. En la predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación y también es la que realiza un misionero cuando visita un hogar. Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino” (EG 127).
Aquí el Papa Francisco se refiere a esa primera etapa del proceso evangelizador de la Iglesia que es la “acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa” (DGC 49), que permite dar pasos seguros en el proceso evangelizador con las metas de la acción misionera que concretamente “tiene que suscitar en las personas la fe inicial y el inicio de la conversión. Estas son sus metas y se trata de experiencias personales nítidas, sencillas y constatables” (Muéstranos al Padre I, Pág 36).
Ese primer anuncio no puede ser algo impuesto, es al contrario un diálogo informal que se va profundizando a medida que el evangelizado va abriendo su corazón a la gracia de Dios, por el testimonio fervoroso de un evangelizador que entrega el amor de Dios y la salvación en Jesucristo con gran entusiasmo. El Papa Francisco así lo refiere cuando enseña: “En esta predicación, siempre respetuosa y amable, el primer momento es un diálogo personal, donde la otra persona se expresa y comparte sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan el corazón. Sólo después de esta conversación es posible presentarle la Palabra, sea con la lectura de un versículo o de un modo narrativo, pero siempre recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad” (EG 128).
“Caminemos juntos, en salida misionera” en nuestra Diócesis de Cúcuta, cumpliendo con el mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el Evangelio. Todos los bautizados de esta Iglesia Particular estamos disponibles a cumplir con esta tarea, siendo comunidad de discípulos misioneros que nos involucramos y acompañamos a todos y les entregamos con gozo el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Que la Santísima Virgen María Estrella de la Evangelización y el Glorioso Patriarca San José fiel custodio de la fe, la esperanza y la caridad de todos los creyentes, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo el ardor misionero para que Caminemos juntos, en salida misionera. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.