Recordando a un querido pastor

Su sonrisa, tenacidad y compromiso social han dejado una huella imborrable en quienes tuvimos la fortuna de compartir con este gran hombre de Dios.

Profeta de la justicia social y apóstol de los derechos humanos, con una opción preferencial por los pobres y marginados, Mons.  Prieto Amaya dedicó su vida y obra a construir auténticos cristianos sobre el fundamento de auténticos seres humanos.

Compartimos algunas de sus editoriales publicadas en el periódico diocesano La Verdad, en las que deja ver la contundencia de sus palabras y la firme defensa de la vida, la dignidad humana y su entrega pastoral y evangelizadora.

ENTRE EL MAL FÍSICO Y EL MAL MORAL

Acabo de escribir a las familias mi pequeña carta de Febrero tratando de seguir nuestro lema mensual “VIVE TU FE, RENUEVA TU VIDA” No pude menos que titularla “ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE”  porque no he podido apartar de mi mente la tragedia horrorosa que vive el pueblo haitiano.  Me da vergüenza decirles “hermanos” porque no sé si estoy aprovechando su dolor para apropiarme como todo un oportunista de un título que merece más intimidad, más sinceridad, más afecto verdadero.  Nuestra sensibilidad está a flor de piel.  Toneladas de alimento, de ropa, de medicamentos han sido nuestra inmediata respuesta.  Estamos constatando nuestra repulsión al mal físico.  En el fondo se está planteando de nuevo el problema del mal que ya creíamos haberlo solucionado aunque no fuera en sus raíces.  Por lo menos lo habíamos alejado bastante de nuestra vida diaria. 

Quiero compartir con ustedes queridos lectores de nuestro periódico “La Verdad” algunas reflexiones que exigen toda su atención para avanzar un poquito, por lo menos, en lo que debe ser la solidaridad cristiana.  Hagámoslo con ejemplos.  Primero, casi mil millones de personas en el mundo pasan hambre.  Esto es un mal físico.  Segundo, hay suficientes alimentos en el mundo para distribuirlos entre todos los hambrientos pero no se hace.  Ese es un mal moral.  El pueblo haitiano ha sufrido un gran desastre producido por la naturaleza.  Esto es un mal físico.  Este pueblo haitiano ha sufrido la corrupción de sus gobernantes y en general de sus élites, la complicidad o por lo menos el silencio de pueblos desarrollados, la pobreza extrema, la exclusión, la injusta distribución de sus riquezas.  Estos son males morales.  Hasta que no se logren superar los males morales poco o nada sirve atender simplemente los males físicos.  Los males morales son deudas sociales algunas de ellas muy graves, históricamente graves.  El escritor Eduardo Galeano autor de un excelente libro “Las venas abiertas en América Latina” decía que una persona de un país desarrollado vale hasta 20 o 30 o 40 haitianos pobres.  Me explico, una persona de esos países tiene un ingreso promedio de 8.000 o 9.000 dólares.  Un haitiano pobre tiene un ingreso anual promedio de 300 o 400 dólares al año.  Pero la cosa no funciona al revés, lo consideraríamos iluso. Un haitiano pobre no puede valer 20 o 30 o 40 personas de países desarrollados. Pregúntense ¿por qué?

Los invito a reflexionar sobre una parábola que nos ayuda a comprender la anterior argumentación “El rico (epulón) y el pobre Lázaro”, sobre todo la conclusión de esta parábola.

+ JAIME PRIETO AMAYA
Obispo de Cúcuta

POR UN CONGRESO DIGNO

Queridos lectores de nuestro periódico “La Verdad”: escribo este editorial el martes 23 de febrero.  Todavía no se sabe la decisión de la Corte Constitucional sobre el referendo.   Todavía no se sabe si el presidente despejará la incógnita entre la encrucijada y la hecatombe.  La baraja de candidatos a la presidencia no resulta nada sencilla para una población cuya capacidad de discernimiento democrático aunque va en ascenso, no resiste abanicos tan complejos como el que actualmente se presenta.

Pero lo que nos interesa inmediatamente es la elección de candidatos al Congreso de la República.  ¿Cuál es el deseo del pueblo colombiano?  Un Congreso digno, honesto, promotor del Bien Común y de los valores democráticos, pluralista, dialogante, cercano al pueblo, transparente en todo sentido.  ¿Cuál es la gran frustración del pueblo colombiano?  Cuando parece que avanzamos un poquito en confiabilidad, cuando confiamos que el Legislativo se reponga de su mala imagen, de nuevo aparece el fantasma de la corrupción, de componendas y pactos con grupos al margen de la ley, de las nuevas formas de engaño, “combos” como si las elecciones y los electores fueran hamburguesas, o “prepagos” como si se tratara de las niñitas de una famosa telenovela.

Hoy también se lanzó en nuestra ciudad de Cúcuta la MISION DE OBSERVACIÓN ELECTORAL “MOE” que se define como una plataforma de organizaciones de la sociedad civil, independiente de los gobiernos, de los partidos políticos, e intereses privados, que promueven la realización del derecho que tiene todo ciudadano a participar en la conformación, ejecución y control del poder político.  La MOE no es una organización de denuncia con mecanismos judiciales de condena o culpables.  Corresponde a organismos del Estado la investigación de casos culposos y corresponde a la misma sociedad civil la denuncia específica.

Hablo a mi querida comunidad de fieles católicos.  No se dejen corromper por una promesa o por un puñado de pesos.  Comprendo que la mayoría lo hacen por la pobreza que los aqueja.  Comprendo que les van a decir, si muestran un poco de dignidad y respeto por si mismos y por su familia, el argumento de siempre: si los demás lo hacen “no sea bobo”.  Mis queridos fieles católicos, el voto es sagrado.  Si el pueblo católico rompe ese círculo vicioso está poniendo un granito de arena en la superación de esos vicios políticos.  Estamos en Cuaresma.  Resiste a la tentación de corrupción.  Cristianos de alto nivel moral, coherentes con los principios evangélicos.  Nuestra posición debe reflejarse en los resultados.  Así lo espero.


+ JAIME PRIETO AMAYA

ESPÍRITU SANTO VEN, VEN

Gracias a Dios todavía no me he “acostumbrado” a “administrar” el Sacramento de la Confirmación. Los dos apelativos son verdaderamente molestos y odiosos: acostumbrarse uno a algo supone perder conciencia progresivamente de lo que está haciendo. Unas palabras del sacramento del Orden me retumban siempre que debo celebrarlo: “Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. MIRA BIEN (FÍJATE, ATIENDE) lo que REALIZAS”. No te vayas a acostumbrar. Ojo hermano. La segunda palabra es igualmente odiosa: “Administrar” como si yo fuera un funcionario.

Cada vez que celebro el Sacramento de la Confirmación vivo un nuevo Pentecostés y trato de hacerlo vivir a los participantes. Quisiera definir al Espíritu Santo pero no se deja. No cabe el Espíritu en ninguna definición. Su personalidad desborda inmediatamente, como Dios. EL QUE SOY, ese es el que lo envía. Es el Espíritu de AMOR, apertura total al otro. Padre e Hijo podemos hablar de paternidad o filiación pero ESPÍRITU, allí tenemos que irnos a los símbolos, la paloma, las lenguas de fuego… aliento que recrea y santifica. Es como respirar a Dios. Vida: llama viva de amor, agua viva, don de Dios. Tal vez por eso no alcanzan los confirmados a comprender suficientemente el significado de los dones del Espíritu Santo.

Porque el don es Dios mismo. Es Él la fortaleza y la ciencia y el consejo. Es Él quien se derrama en nuestros corazones. Que regalazo de Dios.

Hay que tener la experiencia de Dios. Abrirse a Dios porque el Espíritu es el AMOR de Dios. Todo lo cambia. Es una transfiguración. Siento la fuerza del Espíritu cuando impongo las manos.

¿Qué nos pasó? Porque los apóstoles sí sintieron esa fuerza del Espíritu, y nosotros…, algo nos está fallando. ¿Cómo podemos hacer para vivir Pentecostés, para sentir al GRAN TESTIGO que guía hasta la verdad completa, para captar el mensaje del GRAN COMUNICADOR que anuncia lo que ha de venir? Cómo podemos hacer para percibir ese grito angustioso “La creación entera gime hasta el presente como con dolores de parto y no solo ella, también nosotros que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior anhelando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo” (Rom 8,22-23).

Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.

Felices Pascuas de Pentecostés.

+ JAIME PRIETO AMAYA

Obispo de Cúcuta

LA IGLESIA JOVEN Y LOS JOVENES EN LA IGLESIA

El segundo semestre en esta Iglesia Particular de Cúcuta se caracteriza por una actividad cuasienloquecedora para el Obispo que debe atender los requerimientos del sacramento de la confirmación en casi todas las parroquias. Pesado el trabajo pero al mismo tiempo gratificante en cuanto nota uno que la inmensa mayoría de los párrocos preparan cuidadosamente a los jóvenes para recibir este sacramento que en la secuencia normal vendría a ser el último de la llamada «iniciación cristiana».

Coincidiendo con las lecturas dominicales de la Eucaristía, especialmente en la proclamación del Evangelio de San Marcos, he encontrado un filón de ricas enseñanzas y consecuencias para la vida cristiana, a la vez que grandes vacíos que trataremos de corregir en la preparación catequética.

En primer lugar, la relación joven – Iglesia local o parroquia. Gracias al plan global es cada vez más fuerte el sentido de pertenencia del joven a la comunidad parroquial.

En segundo lugar, la aproximación cada vez mayor a la Palabra de Dios. Comienza a vislumbrarse toda una historia de salvación en un plano hasta ahora ignorado por el joven pero inquieto por conocerlo.


En tercer lugar la diferencia de concepción y de lenguaje de la Iglesia (eclesiológico) y del joven con respecto a la fe y a la misma Iglesia. Y si hablamos de diferencia en estos puntos, estamos tocando los valores y los anti o contravalores.

Ejemplos vividos: ¿le interesa al joven su pasado? ¿se pregunta por su pasado? No mucho, casi nada. Los refranes llevan en si mismos toda una filosofía de la vida, toda una sabiduría en su pleno sentido. Hace poco hacíamos este ejercicio. Comenzaba yo un refrán para que ellos lo terminaran. Por ejemplo: «A caballo regalado….», «A Dios rogando…», «ojo por ojo…». Casi me pasa lo del chavo del ocho «ojo por ojo, cate que no lo ví». Pero ni uno solo acertó mientras los mayores inmediatamente respondían. ¿Tienen memoria histórica los jóvenes? ¿Les interesa su pasado? Parece que no, como decía más arriba y si así es, vaya uno a saber cómo entrar en la historia de la salvación.

¿Se plantea hoy el joven el sentido de la vida? Podríamos responder categóricamente no. Y la razón no está en el mismo joven sino en lo que sociedad le presenta: consumismo y placer o satisfacción inmediata como formas de «vivir mi vida». Individualismo o autonomía sin referencia al «otro». Pérdida del sentido de compromiso y apatía a la organización o institución, conciencia fragmentada, etc.

Qué difícil entonces para el joven de hoy elaborar un proyecto de vida que lo comprometa.

¿Cómo entonces acercarnos como Iglesia a estos jóvenes que tienen una débil conciencia histórica y un casi nulo proyecto de vida?


Ahí está el gran desafío porque necesitamos urgentemente que el joven se integre activamente en la dinámica de la vida de la Iglesia que es dinámica de vida cristiana. Necesitamos urgentemente presentar una Iglesia joven, generosa, creativa, que impulse a la evangelización, disponible. Y sin los jóvenes va a ser bien difícil.


+ JAIME PRIETO AMAYA
Obispo de Cúcuta

“Y el tiempo sigue su marcha”

Estoy hablando de 40 o más años atrás,  ¿cuántos años tenías tú amable lector?,  seguramente ni habías nacido,  ¡ojalá!,  de lo contrario correría el peligro de que nuestros lectores de La Verdad fueran en su mayoría abuelos, que tanto queremos pero que tienen todo derecho a descansar y aportar a esta sociedad cambiante en la medida de sus posibilidades.

“Y el tiempo sigue su marcha” era un programa radial de esa época.  Un programa “de opinión” diríamos actualmente.  De crítica de esa sociedad, especialmente en su dimensión política.  Me acuerdo que en elecciones nos prevenía de la posibilidad de corrupción.  Un sancocho era suficiente, unas cuantas cervezas, unas tejas… Trasteo de electores… Silencios cómplices.  No muy diferente a nuestra época posmoderna, aunque ahora son más sofisticados los medios que se utilizan.  No sé quiénes ganaron su curul y con qué esfuerzo o con cuáles triquiñuelas.  ¿Será que vamos a tener un Congreso renovado?, ¿un congreso transparente?,  ¿un Congreso confiable?,  ¿un Congreso como lo quiere el pueblo colombiano? Soñar no cuesta nada, afortunadamente.  Lo importante es que cada vez más seamos muchos – toda mi comunidad cristiana católica, todos los hombres y mujeres de buena voluntad- los que estemos respirándole en la nuca a los indignos de tal nombre, Senador de la República, Representante a la Cámara, que empañan el nombre de tantos honorables que sí quieren sinceramente trabajar por el bien del país.

“El tiempo sigue su marcha…” si amigos.  Lo peor de todo es que “el que se quedó, se quedó”  Así es la cosa hoy en día.  Lo que no pudimos hacer el domingo,  sí debemos hacerlo para las elecciones presidenciales.  Nos unimos a la campaña “Vote bien” y pondremos todo de nuestra parte para asegurar el voto libre,  responsable, consciente.  Necesitamos un auténtico estadista en la Presidencia de la República.  Gracias a Dios hemos tenido insignes ejemplos en Colombia.

Permítanme pasar abruptamente a otros temas.  La comunidad cristiana católica debe estar en la vanguardia, sus sacerdotes deben ser los auténticos ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios.  Líderes, presidentes de sus comunidades, primeros evangelizadores, profetas, ministros del amor, animadores de la caridad, comprometidos con los pobres.  La participación masiva de nuestras comunidades en la fiesta de nuestro Patrono San José el próximo 19; igualmente la marcha por la vida, el perdón y la reconciliación;  termómetros que van a estallar superando las metas trazadas de unos 250 millones para este años en la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes,  todo depende de nuestro empuje, ánimo, motivación,   optimismo, grandes aspiraciones, y confianza absoluta en el Señor que nos dice “mi gracia te basta”.  Bueno, para que más.

+ JAIME PRIETO AMAYA
Obispo de Cúcuta

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