“Reconciliémonos de corazón”

Este año, la Semana por la Paz comprendida entre el 4 al 11 de septiembre, bajo el lema “Reconciliémonos de corazón”, coincide con dos grandes momentos coyunturales:

  1. A nivel nacional “los diálogos de paz” ya finalizados y en proceso de refrendación, que nos plantea el reto de promover escenarios de diálogo y el desafío de construir convivencia y reconciliación, en todos los lugares en que como ciudadanos nos desenvolvemos y con la clara idea que la paz, es tarea de todos.
  2. A nivel regional “el cierre de la frontera” hacia la hermana República Bolivariana de Venezuela y la expecta­tiva que genera la reapertura progresiva de la misma, situación que nos invita a reflexionar sobre los puentes de fraterni­dad, solidaridad y reconciliación, para reconstruir los lazos entre estas dos na­ciones y, concretamente con las perso­nas que cohabitan en estos territorios en la frontera común.

Se trata de dos escenarios que nos plantean el reto de hacer una reflexión clara y aterrizada, sobre nuestro papel en la construcción de una paz soste­nible, centrada en el tema de la “Re­conciliación”, vista esta no solo como una apuesta personal sino como don de la misericordia de Dios, pedida en la oración y con clara disposición de recibirla. Se trata de la Reconciliación que implica el perdón, como elemento imprescindible para desarmar el cora­zón, apostarle a la tarea de derribar los muros que nos separan y construir una nueva sociedad en paz.

Bien lo afirman los señores Obispos en la 101 Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano: “No podemos tener una auténtica paz sino trabajamos juntos por erradicar las raíces de la violencia”.

En ese esfuerzo por la búsqueda de la paz y la reconciliación, todos como Iglesia, debemos jugar un papel fun­damental, teniendo presente por una parte que en el Evangelio resuena con fuerza la palabra de Jesús “Bien­aventurados los constructores de Paz”(Mt 5,9), y por otra, que la Reconci­liación es misión de la Iglesia (Docu­mento de la CEC: Artesanos del per­dón, la Reconciliación y la Paz).

De igual manera, como sociedad civil hemos de creer que vivir en paz si es posible, procurando tener un co­razón en paz, capaz esencialmente de “perdonar” y “reconciliarse” con quie­nes se ha tenido alguna dificultad. La paz es una tarea de todos, y no depen­de de la voluntad de unos pocos: Parte del corazón de cada persona para ex­tenderse a la convivencia en la familia, procurando superar cualquier vestigio de violencia intrafamiliar y llegar a una paz en el escenario social como región y como país, uniéndonos a tantos que buscan la paz como tarea permanente y superación de tantos conflictos que nos circundan.

Es urgente que todos, organizacio­nes y sociedad civil, fortalezcamos la promoción de la cultura de la paz, así como acciones no violentas, para la transformación de nuestras reali­dades tan conflictivas y generadoras de violencia, construyendo puentes de convivencia y reconciliación.

Como la paz es don de Dios y tarea del hombre, hemos de pedírsela a Dios de manera especial en esta Semana por la Paz. La Iglesia Diocesana le invita a que como familias oremos juntos, pi­diendo la Paz a Dios como Don, porque solo Él transforma con su poder y mise­ricordia los corazones violentos y endu­recidos por el odio a corazones llenos de misericordia, llenos de paz.

 

Por: Juan Carlos Ballesteros Celis, Pbro.

Sub-director Pastoral Social (COSPAS

Artículo publicado en la edición 778 del Periódico La Verdad

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