¿Quiénes son los santos?, ¿es lícito su culto y devoción? y ¿la veneración a las imágenes?

 

La palabra «santo» viene de la palabra griega «hagios» que significa “ consagrado  a Dios, santo, sagrado, piadoso”. Casi siempre es usado en plural, «santos» «. . .Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén» (Hch 9, 13). «Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida» (Hch 9, 32). Decía San Pablo: «Yo encerré en cárceles a muchos de los santos,….» (Hch 26, 10). «Saludad a todos los santos en Cristo Jesús.» (Flp 4, 21).

Los cristianos somos santos, en virtud de la unión con Jesucristo. Los cristianos somos llamados a ser santos, para que permitamos que paulatinamente nuestra vida se ajuste cada vez más a Jesucristo.Nosotros somos los Santos. No podemos tener miedo a llamarnos santos.

Henri Nouwen, describiendo sus propias luchas, escribe: «Quiero ser santo, pero también quiero experimentar todas las sensaciones que experimentan esos pecadores.

Pequeña maravilla, esa vida es una lucha». Esa es la Santidad: una lucha constante a no tener miedo, a salir del ostracismo del pecado, es una lucha contra la tentación, una lucha por estar cerca del único que es santo: Dios en su infinita Trinidad.

Todos podemos ser santos, si permanecemos unidos a la vid como el sarmiento; que va recibiendo la savia que es Cristo que nos fortalece en la fe y en el amor.

También en la Iglesia Católica llamamos Santos a aquellos que ya han llegado a Dios.

Ellos viven la Santidad ya en la Plenitud eterna, en la gloria junto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. De esa multitud de santos, la Iglesia saca algunos y los propone como ejemplos a seguir, por la heroicidad de sus virtudes y los declara canónicamente santos.

Por eso les decimos que están canonizados, por ejemplo: San Juan Pablo II, lo conocimos y nos dimos cuenta de que era un santo; santa Laura Montoya, sabemos de su santidad y de su heroicidad de llevar hace más de cien años el evangelio a los indígenas de Dabeiba en Antioquia. Y otros muchos de los cuales somos devotos.

Tengamos en cuenta que santo en plenitud, es todo aquel que después de la muerte ha llegado a la visión beatifica, encontrándose allí muchos de nuestros padres, amigos, familiares que gozan de la presencia de Dios. Estos son iguales a todos los santos, simplemente no tienen la canonicidad de su santidad pero también se les puede invocar.

Cuántos de ustedes, amigos lectores, tuvieron un papá o mamá santos. Hoy los siguen recordando por aquello que dijeron un día; o también por su dignidad y por la vivencia de su vida cristiana.

¿Es lícito su devoción y culto?

Los santos son modelos de santidad: alguno podría decir que no necesitamos otro modelo de santidad pues ya tenemos el modelo del propio Jesús, Él es el único camino.

Esto es verdad, pero no significa que no hubo hombres y mujeres que, transitando el único camino que es Cristo, puedan transformarse para nosotros en ejemplo del seguimiento de Jesús.

Así lo afirma San Pablo: «sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo» (1 Cor 11,1). En estos textos vemos claramente que Pablo se pone a sí mismo como ejemplo de seguidor de Cristo, e incita a los creyentes a ser sus imitadores, como él lo es de Cristo.

La Iglesia Católica no obliga a nadie a invocar y tener devoción a los santos. Solamente los propone como modelos para ser imitados. Otro ejemplo que nos muestra la Biblia es María, la madre de Jesús. Ella es la mujer «que Dios ha bendecido más que a todas las mujeres» (Lc 1, 28 y 1, 42), como dijeron el ángel Gabriel y su prima Isabel.

Y en el cántico de María (Lc 1, 46- 55); ella se presenta también como ejemplo de humilde servidora y de esclava, «en adelante todos los hombres me llamarán bienaventurada» (Lc 1, 48).

La Biblia, entonces, pone claramente a María como modelo de santidad para todas las generaciones. Y es eso lo que celebra la Iglesia Católica al venerar a María. La veneración a María nunca puede ser culto de adoración; la veneración es un culto de honra y de profundo respeto hacia la Madre de Jesús.

Debemos evitar excesos, los santos no son semidioses y la santidad de tal o cual persona nunca puede oscurecer el seguimiento de Cristo, al contrario, el verdadero cristiano camina hacia una mayor búsqueda de Dios.

Todos los santos, los canonizados y los no canonizados son intercesores en nuestro favor: Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres: «Hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (1 Tim 2, 5; Hebr 8, 6 y 9, 11-14).

Ahora bien, cuando la Iglesia Católica dice que los santos son intercesores nuestros delante de Jesucristo, eso no quiere decir que ellos son los que hacen los milagros.

Es siempre Dios Padre, Jesucristo o el Espíritu Santo, quienes obran maravillas entre nosotros, aunque sí puede ser que los milagros sean hechos «por intercesión» de estos santos.

Entonces: ¿En qué consiste la devoción y culto?, consiste en pedir por su intercesión los dones que Dios tiene para darnos a nosotros sus hijos. ¿Ante quién interceden? Ante nuestro Señor Jesucristo.

Recordemos lo que nos dice la escritura, «donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20) para ayudarlos, consolarlos, y animarlos en el camino de la vida; tenga en cuenta que el santo o el ser al cual imploramos y yo, ya somos dos que nos reunimos para pedir a Dios aquello que necesitamos; o también «todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará»(Jn 14, 13).

¿En qué consiste la veneración a las imágenes?

Empecemos por preguntarnos, ¿qué es una imagen?. Es la representación de algo o de alguien que puede estar vivo o no. Las imágenes varían según el punto referente, pueden ser estructurales o también litográficas. Las estructurales pueden estar en monumentos o en sitios propios para verse y para llamar la atención sobre su vida: Bolívar, Santander, José Martí, Mercedes Abrego (en su parque) Jesucristo, La Virgen María, los santos.

Litográficas hechas en papel o estampadas en lienzos que son expuestas en museos, (óleos) casas de familia, (retratos de familiares), o en lugares públicos.

¿En qué consiste la veneración?

Una imagen es una foto familiar que al verla nos recuerda algo de la vida de las personas que se encuentran en ella. La foto de la mamá que muchas veces encontramos en la sala principal de la casa, se convierte en un referente al cual ningún hijo se escapa y puede ocurrir que este hijo se acerque a la foto y recordando a la mamá le ruegue a ella que está en el cielo pidiendo su intercesión para que el Señor Dios le conceda algo que necesita.

Ante una imagen monumental ocurre lo mismo: nos acercamos a ella recordando que está en el cielo pidiendo su intercesión para que el Señor Dios nos conceda algo que necesitamos.

Venerar no es adorar, es simplemente mirar con respeto y devoción filial a quien nos puede ayudar. Eso lo podemos hacer en la vida real.

Cuántos hay que veneran con respeto a sus benefactores manifestándoles su amor, cariño y veneración. Veneramos a nuestros padres y nos acercamos con respeto a ellos y si es necesario les pedimos su ayuda, algo que no nos van a negar porque somos sus hijos. Eso exactamente pasa en la vida espiritual cuando nos acercamos a la Santísima Virgen María, somos sus hijos (Jn19, 25-27) y ella no nos negará lo que le pedimos al Señor. Recordemos: ella (la Virgen María) y yo, ya somos dos que nos reunimos para pedir algo al Padre por medio de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor.

Cuando nos acercamos a los santos, ellos en una verdadera comunión de oración, nos ayudan con su intercesión.

Otros ejemplos de intercesión bíblicos: Abraham intercede ante el ángel que le visitó en Mambré por los justos de Sodoma (Gen 18, 23); Moisés ora a Dios por intercesión de Abraham, Isaac y de Jacob (Ex 32, 11-14).

Jesús manda a sus Apóstoles a sanar enfermos, a resucitar muertos, a limpiar leprosos y echar demonios (Mt 10, 8). Pedro y Juan, en nombre de Jesús, sanan a un hombre tullido (Hch 3, 1-10).

En el pueblo de Tróada, el apóstol Pablo devuelve la vida a un joven accidentado (Hch 20, 7-11). Cuando el apóstol Pedro pasaba por la calle, la gente sacaba a los enfermos y los ponía en camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre algunos de ellos, y todos eran sanados (Hch 5, 15-16).

Dios hacía grandes milagros por medio de Pablo, tanto que hasta los pañuelos o las ropas que habían sido tocados por su cuerpo eran llevadas a los enfermos y los espíritus malos salían de éstos (Hch 19, 11-12).

Nos queda decir a todos los protestantes que durante siglos han malinterpretado la fe católica les recuerdo que la Biblia rechaza enérgicamente el culto de adoración a los ídolos (falsos dioses), pero la Biblia nunca ha rechazado las imágenes como signos religiosos.

Dios mismo manda a Moisés hacer imágenes como símbolos religiosos: «Harán dos querubines de oro macizo, labrados a martillo y los pondrán en las extremidades del lugar del perdón, uno a cada lado… Allí me encontraré contigo y te hablaré desde el lugar del perdón, desde en medio de los querubines puestos sobre el arca del Testimonio… » (Ex 25,18-22).

Estos dos querubines parecidos a imágenes de ángeles, eran adornos religiosos para el lugar más sagrado del templo que el mismo Dios ordenó construirlos. «Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá.» (Núm 21, 8-9) en el Salmo 74, 4-5, aquí se habla que en el Templo de Jerusalén había imágenes religiosas.

Autor: Alberto Echeverry, Pbro.

Artículo publicado en la edición 734 del periódico La Verdad.

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