“A pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud”, manifestó el pontífice refiriéndose a las realidades que viven millones de seres humanos explotadas laboralmente marginados a toda legislación legal; personas obligadas a la prostitución o vendidas para matrimonios; inmigrantes; víctimas de tráfico y comercialización de órganos; y todo el sin fin de prácticas que atentan contra la dignidad de la persona.
Ante esto el papa Francisco recuerda que todos hijos de un mismo Padre, estamos llamado a vivir en fraternidad, respetándonos, valorándonos y ayudándonos.
“Se necesitan leyes justas, centradas en la persona humana, que defiendan sus derechos fundamentales y los restablezcan cuando son pisoteados, rehabilitando a la víctima y garantizando su integridad, así como mecanismos de seguridad eficaces para controlar la aplicación correcta de estas normas, que no dejen espacio a la corrupción y la impunidad. Es preciso que se reconozca también el papel de la mujer en la sociedad, trabajando también en el plano cultural y de la comunicación para obtener los resultados deseados”.
“La fraternidad crea la red de relaciones fundamentales para la construcción de la familia humana creada por Dios (…) Como hermanos y hermanas, todas las personas están por naturaleza relacionadas con las demás, de las que se diferencian pero con las que comparten el mismo origen, naturaleza y dignidad”, enfatizó Su Santidad, en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2015, que se celebró el 1 de enero.
Ver mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2015 aquí.