La Iglesia se compone de los fieles que viven en la tierra y los que se nos han anticipado en la muerte. Los últimos son los santos que están en el Cielo y las almas de los que se purifican en el Purgatorio. Así como el 1 de noviembre honramos a los que ya están con Dios, el 2 de noviembre conmemoramos a todos los fieles que han fallecido. Los honramos por su fidelidad en vida y rezamos por ellos porque se están purificando antes de ingresar en la presencia Santísima de Dios. Como afirma el libro del Apocalipsis (21,27) acerca de la Jerusalén celestial: “Nada profano entrará en ella”.
¿La Iglesia Católica todavía cree en el Purgatorio?
Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los católicos han creído que existe un lugar donde se da la purificación final de los fieles que han fallecido. Se reconoce que quienes mueren mártires ya están en presencia de Dios porque quedan perfectamente conformados con Cristo y su Cruz por el martirio. Para los muchísimos creyentes que no han tenido la oportunidad de dar tal testimonio público, la Iglesia ofrece oraciones, en particular la Misa, para que, una vez purificados de toda imperfección, puedan entrar en el Cielo. Esto puede encontrarse en muchos textos antiguos, así como el testimonio en las catacumbas y las tumbas. En la Edad Media, se desarrolló la explicación teológica y se empezó a utilizar el nombre de Purgatorio, y describe bien la creencia de la Iglesia desde sus comienzos hasta ahora.
Todo el que muere en gracia y amistad con Dios, pero todavía falto de una purificación perfecta, ya tiene asegurada la salvación eterna, pero, antes de entrar en el gozo del Cielo, debe alcanzar la santidad necesaria a través de una purificación. La Iglesia da el nombre de Purgatorio a esta purificación final de los elegidos… (Catecismo de la Iglesia Católica, n° 1030-1031).
¿Es un término bíblico, “Purgatorio”?
La palabra Purgatorio no aparece en la Biblia. Aunque no de manera plena, la posibilidad de una purificación luego de la muerte ciertamente aparece. Por ejemplo, en el libro de los Macabeos, Judas Macabeo envía una ofrenda al Templo en nombre de sus hombres caídos que han cometido un acto supersticioso (2 Mac 12,39-45). Este texto, presente en la Biblia católica y no en la protestante porque se lo quitó en la Reforma, da muestra de la fe de Israel en el siglo II A.C.
En el Nuevo Testamento, el Señor exhorta a acomodar cualquier asunto pendiente antes de presentarse ante el juez para no ser puestos en presión, donde se permanecerá hasta que se pague la deuda.
“Ponte en seguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.” (Mt 5,25-26)
Un principio básico de justicia dicta que las deudas deben saldarse. Nuestra deuda con Dios es imposible de pagar porque es infinita. Cristo pagó esa deuda, uniendo nuestra naturaleza a Su naturaleza divina; y nosotros recibimos el perdón cuando vamos a Él arrepentidos a través de quienes Él designó para ese fin (Jn 20,21-23; 2 Cor 3,5-6). La culpa temporal, debida a las consecuencias en nosotros, en los demás, en el buen orden de la sociedad, permanece y debemos remediarla en lo que esté a nuestro alcance –devolviendo lo robado, corrigiendo el daño en el buen nombre de alguien, pidiendo perdón si herimos a alguien física, emocional o moralmente, etc.- si no en esta vida, en la futura. Estas deudas que está a nuestro alcance reparar son las que no podemos dejar de lado, sea en esta vida o luego de la muerte.
¿Cuál es el origen de la Fiesta de Todos los Fieles Difuntos?
Desde sus primeros tiempos, la Iglesia recordaba en la Misa las almas de los que habían partido. Esto se hacía inscribiendo sus nombres sobre tablas. Esto es equiparable a lo que en todas las Misas de hoy en día es la oración por los fieles que han partido en Cristo, conocida como Memento Domine, así como la práctica de ofrecer misas por alguna persona en particular. La celebración de un día en especial para esta conmemoración comenzó en algunos monasterios en el siglo VI; y hacia el siglo X, la idea ya se había expandido a nivel diocesano con una fecha específica: 2 de noviembre, el día después de la Fiesta de Todos los Santos. Esta fecha fue adoptada ya en Roma en el siglo XIII.
¿Qué se hace el día de Todos los Fieles Difuntos?
Si bien no es un día de precepto, es buena idea ir a la Misa que se reza especialmente por todas las almas del Purgatorio. Además, deberían dedicarse algunos momentos del día para rezar por los seres queridos difuntos y por aquellos que no tienen quién rece por ellos.
Es una honrosa costumbre, también, visitar las tumbas de los seres queridos fallecidos ese día, tanto para rezar en el lugar donde se encuentran sus restos, santificados por los sacramentos que han recibido en vida y en espera ahora de la Resurrección general, y dejar allí alguna muestra de afecto, como flores, para adornar la tumba.
¿Quiénes van al Purgatorio?
Quienes mueren en estado de gracia, pero sin haber purificado todo apego al pecado van al Purgatorio. Cristo nos mandó: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,48). Así la purificación de toda imperfección, que incluso los justos todavía tienen al momento de su muerte, es necesaria antes de entrar en la Presencia del Padre.
¿Cómo es el Purgatorio?
El Papa San Juan Pablo II, en tres prédicas acerca del Cielo, el Infierno y el Purgatorio, explicó cómo, en esencia, esas realidades no son un “lugar” que existe en el espacio y el tiempo sino una relación del alma con Dios, que es Amor. Dios siempre ofrece Su Amor. Nosotros podemos elegir aceptarlo de manera perfecta; o bien aceptarlo, pero de manera imperfecta. También podemos elegir rechazar el Amor que Dios nos ofrece.
La opción que cada uno hace, sea cual fuere, queda fija luego de la muerte, cuando se acaba la posibilidad de hacer una opción moral. Esto determina nuestra relación eterna con Dios. El amor a Dios en el alma santa se experimenta como gozo, y como fuego en el alma que ansía a Dios mientras es purificada; fuego que es mitigado por la certeza de que un día estará con Dios y por el consuelo que recibe de los ángeles, los santos y las personas que rezan por ella en la tierra.
¿Por qué se habla de la muerte como “descanso”?
En las Escrituras se usa el término “dormir” para referirse a la muerte en Cristo (1 Cor 15,20). El descanso eterno es lo que se desea a las almas: que descansen en Dios hasta el día de la Resurrección al final de los tiempos.
¿Se puede rezar por los difuntos?
Las santas almas no pueden rezar por ellas mismas y necesitan de nuestras oraciones. No hay que dar por sentado que una persona ha ido al encuentro con Dios inmediatamente; incluso quienes luego fueron canonizados murieron con necesidad de que se rezara por ellos y se celebraran Misas en su nombre.
Si bien la Iglesia no reza litúrgicamente por quienes han llevado vidas escandalosas y han muerto en esa condición, sus familiares y amigos ciertamente pueden rezar por ellos con la esperanza de que sus seres queridos hayan tenido una conversión en el último minuto. Si esas oraciones no pueden beneficiar a la persona por la cual se rezan, igualmente tienen mérito para quien las dice.
Sin duda no es necesario rezar por quienes ya están canonizados; y quienes están en el Infierno ya no pueden ser alcanzados por la misericordia de Dios.
¿Pueden interceder los muertos por los vivos?
Sí, las almas justas pueden interceder por los vivos, tanto en el Cielo como en el Purgatorio. Todos los fieles, los que viven en la tierra (Iglesia Militante), los que están en el Purgatorio (Iglesia sufriente o purgante) o los que están en el Cielo (Iglesia Triunfante) forman la “Comunión de los Santos” en Dios, porque “no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven” (Lucas 20,38).
Entonces, si bien las santas almas del Purgatorio no pueden rezar por sí mismas, sí es muy bueno rezar por ellas: con eso se agrada mucho al Señor y se consiguen poderosas almas intercesoras.
San Pablo de la Cruz afirmó una vez: “Si durante la vida hemos sido amables con las almas que sufren en el Purgatorio, Dios se asegurará de que no nos falte esa ayuda cuando muramos”.
¿Cómo se reza por los que han fallecido?
A lo largo del año, pueden rezarse Misas por las almas del Purgatorio, o la oración diaria o ponerlas entre las intenciones del Rosario; también se puede rezar por ellas cuando se pasa cerca de un cementerio. La Madre Angélica decía: “Cada vez que uno pasa por un cementerio, es bueno decir una breve oración: ‘Dale, Señor, el descanso eterno’. Es de sentido común ayudar a un alma a salir del Purgatorio”.
El venerable Fulton Sheen expresó: “Cuando vayamos al Cielo, las veremos: una multitud que se nos acerca y nos agradece. Les preguntaremos quiénes son y nos contestarán: ‘soy una pobre alma por la que rezaste cuando estaba en el Purgatorio’”.
Tomado de EWTN