Vivir como resucitados
Esa es la gran consigna del cristiano: esta llamado a vivir resucitado, es decir, siempre en actitud de crecimiento, es vivir sin pecado, ya que este fue quien llevó a Jesús a La cruz. Es vivir no buscando entre los muertos al que está vivo (Lc. 24,5), Los signos de la muerte siempre estarán con nosotros: «malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez».
Se trata de vivir como nuevas creaturas (2Cor 5,16), “revestidos de Cristo” (Gál 3,27). Porque «El que está en Cristo es una nueva creación. Pasó lo viejo, todo es nuevo» (2Cor 5,17). Es vivir sin rutina, haciendo que todo lo que hace sirva a la gloria de Dios y a su propia salvación. Vivir como resucitados es vivir sin los vicios del mundo, es salir de la oscuridad del pecado, es ser arrancado de la muerte es ser restituidos a la gracia y agregados a los santos (Pregón Pascual)
Efectos de la resurrección de Cristo
Podríamos decir que el primer efecto de la resurrección del Señor es manifestar ante sus discípulos, llenos de miedo y todavía temerosos de lo que les pudiera pasar, que no es un fantasma: «Soy Yo mismo. Tóquenme y vean. Un fantasma no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo» (Lc. 24,39). La resurrección es un hecho real, no histórico por no pertenecer al tiempo y espacio, pero si trascendente.
El segundo efecto de la resurrección es hacerse ver. Jesús busca la manera de que lo vean sus discípulos, aquellos que tienen que dar testimonio de él en medio del mundo. «Pero Dios lo resucitó al tercer día y se hizo ver, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección. (Hech.10, 39-41).
El tercer efecto de la resurrección esta en la continuidad de la obra de Cristo. Efectivamente, los discípulos dan testimonio de lo que oyeron y vivieron con Jesús. «Y Nosotros somos Testigos (de El); y también El Espíritu Santo, El cual Dios ha dado a los que le obedecen.» (Hech.5,32).
El cuarto efecto es el mandamiento del amor. Desde la misma tarde del Jueves Santo el Señor les hace ver a sus discípulos que los reconocerán como verdaderos amigos por el amor: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros» – Jn 13,34. Esto no es simplemente un mandamiento de amarnos unos a otros; Sino un mandamiento de amarnos unos a otros de una manera especial — ¡Jesús nos está llamando a un nuevo y más alto estándar de amor! ¡Un amor sacrificado! ¡Un amor visible! ¡Un amor enseñado por Dios! ¡Un amor aprendido de Jesús!
Quinto efecto la Eucaristía, Instituida por Nuestro Señor como memorial de su Pascua e inaugurada el primer día de su resurrección, al atardecer, en el encuentro con los discípulos de Emaús que le rogaban «Quédate con nosotros… cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y ellos le reconocieron al partir el pan, pero él desapareció de su lado». (Lc.24,31) La Eucaristía es el efecto más sublime de la pascua, ella es su memorial, ella se convierte para el cristiano en un alimento pascual de vida eterna. En ella, Cristo el Señor cumple la promesa de quedarse todos los días con nosotros hasta el fin del mundo (Mt.28,20)
Tenga en cuenta que:
- Jesús está vivo y usted amigo no está adorando a Dios Padre en el Espíritu, por medio de un muerto, sino por Jesucristo vivo y resucitado.
- ¿Quiere ver a Jesús? Haga la experiencia desde la fe: Él se hace sentir
- Sea testigo del evangelio para seguir anunciando la obra de Jesús.
- Ame sin contraprestaciones. Aprenda a amar sin esperar
- Que nunca le falte el alimento para la vida eterna: LA EUCARISTIA
Por: Alberto Echeverri, Pbro.
Tomado de: Artículo publicado originalmente el Periódico La Verdad, Edi. 673.