Por: Pbro. Helí Peñaranda Celis, magister en ciencias de la familia; delegado de pastoral familiar y párroco de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma
“La familia ocupa casi siempre el primer lugar en la escuela de valores de los distintos pueblos porque está inscrita en la propia naturaleza de la mujer y del hombre, en este sentido, el matrimonio y la familia no son instituciones meramente humanas a pesar de los numerosos cambios que ha sufrido a lo largo de los siglos y de las diferencias culturales y espirituales entre los distintos pueblos”, PP. Francisco.
Encuentro de pastoral familiar en la parroquia Santa Mónica, 23 de abril de 2022. Foto: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta
Vivimos en un momento de gran cambio cultural donde simultáneamente se ve reflejado la desvaloración de lo religioso y la descentralización de las costumbres, donde nos hacemos más egoístas y menos solidarios, donde lo tecnológico, lo científico quieren reprimir y desvalorizar el aspecto familiar, por eso puede valer más el estar al frente de un computador, una tablet, o un celular, que compartir y comunicarse y dedicar unos instantes al diálogo con los miembros de la familia.
Se ha ido imponiendo una manera nueva de vivir y de estar en el mundo, todos estos cambios han generado en gran parte una crisis institucional y familiar, teniendo en cuenta que la familia es el núcleo de la sociedad. La familia debe ser un vínculo relacional de perfección, que consiste en compartir relaciones de amor fiel, confianza, diálogo, cooperación, amabilidad, y reciprocidad. En todo esto radica la felicidad y la unidad de los miembros de la familia y de los demás.
Por lo tanto, la familia en la sociedad moderna debe ir recuperando la importancia que como institución, es fundamental para el ser humano, teniendo en cuenta que es allí donde se van gestando, promoviendo y aprendiendo los valores humanos, desde la niñez, estos valores deben convertirse en una acción fundamental para la vida presente y futura que serán sustento en la vida familiar, es allí en la familia donde el niño debe ir forjando ideales y vínculos auténticos que le darán la solidez a la vida personal, familiar y comunitaria. Si en un hogar se vive un vínculo familiar auténtico de amor, comprensión y diálogo, tendremos una sociedad basada en la vivencia de los valores.
En la familia se debe cuidar y mantener unido este vínculo, que sea sólido; hoy día es necesario buscar que no se rompa, ya que la familia es la base de la sociedad, de los valores, de la fe, de lo religioso, de la vida, es en ella donde la vida se protege y se promueve y se hace reflejo del querer de Dios.
La familia es fundamento y sostén del niño, del joven y del adulto, es allí donde se debe gestar el clima de bienestar, de seguridad, de unidad, de diálogo. Es allí donde el ser humano se proyecta en sus ideales y va forjando nuevas metas.
La familia es la base segura donde el niño se va desarrollando auténticamente y va teniendo un proceso normal en las etapas de la vida y su crecimiento tanto espiritual, psicológico, y natural, serán auténticos. Si dentro de la familia se va perdiendo el sentido propio de ella y se crean crisis, esto se verá reflejado en los miembros, creando traumas que pueden generar conflictos mayores; se crea división donde se verá reflejado en el actuar y comportamiento de los miembros, se puede tornar en un ambiente agresivo, también opacado.
Por eso, hoy día es necesario mantener unido el vínculo familiar, para un desarrollo adecuado del niño y de los diferentes miembros de la familia, donde esa unidad del vínculo ayuda a un crecimiento auténtico de personalidad, una vida saludable, sólida y segura. El vínculo familiar auténtico lleva a los miembros a desarrollar emociones que le permitan entrar en un ambiente de serenidad y comprensión. Es ahí donde las personas se van a sentir seguras, protegidas, animadas, y saber que sus metas y retos que se proponen en la vida serán realizables, se sentirán seguros de alcanzar nuevos ideales, venciendo obstáculos y problemas que se les presenten en su diario caminar, cuando hay unidad auténtica del vínculo familiar se prepara a los que hacen parte de este, para enfrentar la vida.
En conclusión, la familia debe ser un lugar de seguridad, de acogida, de apoyo. El Papa Francisco insiste en que el vínculo familiar también debe apoyar y proteger a los miembros más frágiles, a los enfermos, a los ancianos, discapacitados, pero no solo a los que hacen parte de esa familia sino también a los migrantes e inmigrantes. Así la familia se convierte en el mejor antídoto de la pobreza, el actual invierno demográfico, y la desenfrenada decadencia de la sociedad. Es necesario “hoy día que, la sociedad sea amiga de familia” y por lo tanto, ser aquella que protege a toda costa el vínculo familiar.
“En el matrimonio, Cristo se entrega por vosotros, para que vosotros tengáis la fuerza de entregaros mutuamente. ánimo, pues ¡la vida familiar no es una misión imposible! Con la gracia del sacramento, Dios la convierte en un viaje maravilloso para emprender con Él, nunca solos. La familia no es un hermoso ideal, inalcanzable en la realidad. Dios garantiza su presencia en el matrimonio y en la familia, no solo en el día de la boda sino durante toda su vida” (Papa Francisco).