El Pontífice ha recordado que tanto el uno como el otro necesitaban experimentar la misericordia, por eso “el padre invita a ambos a hacer fiesta”, pues la lógica de la misericordia “no entiende de premios o castigos, sino de acoger a todo el que necesita de misericordia y perdón, y de que todos vuelvan a ser hermanos. Precisamente –ha concluido– en ver a los hijos juntos y reconociéndose como hermanos consiste la alegría del padre.
Al finalizar la homilía, El Papa saludó a los peregrinos brasileños, a quienes indicó que “cuando nos preparamos para la fiesta de Pentecostés, pido al Señor que derrame con abundancia los dones de su Espíritu para que el país, en este momento de dificultad, siga por los caminos de armonía y paz, con la ayuda de la oración y el diálogo. Pueda Nuestra Señora Aparecida -que como una buena madre nunca abandona a sus hijos- ser defensa y guía en el camino”.
*Resumen de Medios
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