Por: Pbro. Alberto Echeverri Rodríguez, párroco del Inmaculado Corazón de María
Introducción
San Agustín dice respecto a ellos: “El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”) (Enarratio in Psalmum, 103, 1, 15). (Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est; quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, ángelus). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios, porque contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 10), son “agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra” (Sal 103, 20) (CIC 329).
En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12). (CIC No.330)
La Iglesia Católica reconoce la existencia de solo tres Arcángeles, los tres mencionados en las Escrituras: Miguel (“¿quién como Dios?”), Gabriel (“fortaleza de Dios”) y Rafael (“medicina de Dios”).
Esta aclaración es necesaria, porque se podría argumentar que en los textos del pasado se mencionan otros arcángeles, hasta llegar al número siete en el libro de Enoc, que NO forma parte del canon de la Biblia, es decir, no es reconocido como canónico por la Iglesia Católica y demás denominaciones cristianas. Ese libro trae los nombres de cuatro más. El sistema de siete arcángeles es, de hecho, una antigua tradición de la matriz judaica.
La Iglesia Católica, sin embargo, consideró necesario frenar las interpretaciones arbitrarias y demasiado imaginativas de textos que no pertenecían a las Sagradas Escrituras canónicas. Recordemos que todas las tradiciones individuales deben ser examinadas y verificadas de acuerdo con lo que se informa en la Sagrada Escritura canónica, la única y verdadera Revelación.
Culto a los ángeles
Entonces, con respecto a los Arcángeles, se estableció en la Edad Media que el culto y la veneración de los únicos tres arcángeles mencionados en la Biblia eran legales: Miguel, Gabriel y Rafael. Incluso en el pasado, en la Iglesia primitiva, hubo un gran compromiso para evitar que la devoción de los ángeles, influenciada por las prácticas heterodoxas y las tradiciones paganas y que la devoción a los mensajeros divinos, se convirtiera en una forma de idolatría. (La devoción a los arcángeles no bíblicos es de hecho, idolátrica).
En 1992, el decreto Litteris Diei declaró que “es ilegal enseñar y usar nociones de ángeles y arcángeles, de sus nombres personales y de sus funciones particulares, fuera de lo que se encuentra directamente en la Sagrada Escritura; en consecuencia, está prohibida toda forma de consagración a los ángeles y cualquier otra práctica que no sean las costumbres del culto oficial”.
¿Quién y qué son los ángeles y arcángeles?
La existencia de los ángeles es una verdad de fe. Su presencia en la Biblia es el testimonio más incontestable. Se trata de seres incorpóreos, espirituales, perfectos, creadas por Dios al principio de los tiempos con el objetivo de hacerlos sus siervos y mensajeros. Ellos siempre y para siempre han contemplado el rostro de Dios, listos para precipitarse a cada uno de sus comandos, atentos oyentes y ejecutores de Su palabra.
Son, por tanto, espíritus que existen para Él y en Él, y sin embargo, también están cerca del Hombre, a través de los fieles entre la voluntad del Altísimo y sus criaturas. Por lo tanto, los ángeles viven en la contemplación de Dios y actúan como sus mensajeros.
Desde la antigüedad, se considera el hecho que las filas angelicales están organizadas en una especie de Corte Celestial, en la que los ángeles tienen diferentes grados y dignidades. Los tres arcángeles ocupan las esferas más altas de esta jerarquía angélica. Ellos también tienen tareas similares a las de los ángeles ordinarios, pero sus deberes son aún mayores e importantes. Es su deber contemplar a Dios y glorificarlo incesantemente preservando y protegiendo el misterio. Sus mismos nombres sugieren su papel y su propia naturaleza: todos terminan con “El”, que significa “Dios”. La Sagrada Escritura atribuye a cada Arcángel una misión particular:
Miguel: Es el guerrero que lucha contra Satanás y sus emisarios (Gd 9; Ap 12, 7; cfr Zc 13, 1-2), el defensor de los que aman a Dios (Dn 10, 13.21), el protector del pueblo de Dios (Dn 12, 1). San Miguel aparece en las Sagradas Escrituras, especialmente en el Libro de Daniel, en la Epístola del apóstol San Judas Tadeo y el Apocalipsis. Su nombre deriva del hebreo Mi-ka-El, que significa “¿quién como Dios?”
Su culto, dentro de la Iglesia Católica, nació en el Este, pero se extendió rápidamente por toda Europa, sobre todo después de su aparición en el Gargano, en Apulia, cuando el Arcángel apareció en San Lorenzo Maiorano en una cueva que durante siglos se convirtió en peregrinación para Papas, soberanos, futuros santos. Cerca de la cueva se levantó entonces la Basílica Santuario, que sigue siendo uno de los lugares de culto más importantes y magníficos dedicados al Arcángel Miguel.
En 2013, el Papa Francisco consagró el Estado de la Ciudad del Vaticano a San José y San Miguel Arcángel, reconociendo una vez más su papel como defensor de la Fe y la Iglesia.
El escenario de esta nueva batalla ya no es el cielo, prohibido a Satanás, sino las almas de los hombres, constantemente queriéndolos llevar a los halagos del Mal, instigadas en todo momento a la rebelión contra Dios. El Diablo trata de convencer a la gente que Dios es un tirano, que limita su libertad y su plena realización en la creación. El Arcángel Miguel es enviado desde el cielo para proteger a los hombres y guiarlos, para enseñarles a distinguir el bien del mal, la verdad de la mentira.
Gabriel: Es uno de los espíritus más cercanos a Dios, frente a su Trono celestial (Lc 1, 19), quien le reveló a Daniel los secretos del plan de Dios (Dn 8, 16; 9, 21-22), anunciando a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista (Lc 1, 11- 20), y anunció a María la venida de Jesús a su vientre bendito (Lc 1, 26-38). Su nombre proviene del hebreo y significa “Poder de Dios” o “Dios es fuerte”. También significa Mensajero de Dios.
Él reveló a Zacarías el futuro nacimiento de Juan el Bautista, apareció en sueños a José para hacerle desistir de repudiar a María, debido a que su embarazo fue obra del Espíritu Santo, y por supuesto, fue el autor del anuncio a María misma, de su concepción milagrosa y del nacimiento de Jesús. En este caso, más que cualquier otro, se consagra en su ser el mensajero de Dios.
Fue Gabriel el que se apareció a María y le dijo que Dios la había elegido como madre para Su único Hijo. Sin impuestos, sin obligación. Solo una solicitud, dirigida por uno de los más poderosos entre los ángeles a una chica sencilla y humilde. El papel de Gabriel es por lo tanto fundamental. Él trae el mensaje de Dios a los hombres, haciéndolo comprensible para ellos, ayudándolos a ponerse a la escucha con el corazón puro y aceptar la voluntad del Todopoderoso.
Rafael: Está frente al trono de Dios (Tb 12, 15; cfr Ap 8, 2), acompaña y protege a Tobías en su peligroso viaje y cura a su padre Tobit de la ceguera y a su futura esposa de la influencia del maligno Mefistófeles.
En general, por lo tanto, la tarea de los tres Arcángeles, aparte de la contemplación de Dios, es comunicar al hombre de diferentes maneras su voluntad, ser una inspiración para los seres humanos, los catalizadores de la Gracia Divina para ellos.
Rafael es el arcángel cuya misión es traer sanación. De hecho, su nombre proviene del hebreo y significa “Medicina de Dios”.
Rafael es considerado el patrón del amor conyugal, de los jóvenes, los novios, los cónyuges, los farmacéuticos, los educadores, los viajeros y los refugiados. A menudo se representa con un frasco que contiene medicinas y pescado.
Ángeles custodios
Desde la infancia a la muerte, la vida de humana está rodeada de su custodia. “Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida”. Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios (CIC 336).
La vida humana comienza en el momento de la concepción. Es en ese momento que Dios crea nuestra alma y se deduce que es entonces cuando se nos asigna el ángel custodio. Los ángeles custodios están encargados de velar por cada uno de nosotros, protegiéndonos de los peligros y alentando nuestra vida en Cristo. Deberíamos ser agradecidos con nuestro ángel e invocar su protección y guía.
Esta es una cita sumamente importante ya que aquí se nos dice quién es, cómo es y qué se debe hacer ante el ángel custodio: Exodo 23, 20-23a: Así habla el Señor: «Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él. Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios. Entonces mi ángel irá delante de ti.»
Mateo 18,10: Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.
“Yo soy Rafael, uno de los Santos Ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tiene entrada ante la majestad del Santo” (Tob. 12, 15).
(Tomado de las notas de clase del Seminario Mayor).
Los nueve coros de ángeles – Jerarquías
Desde el Seudo Dionisio (siglo VI), suelen enumerarse tres jerarquías con tres coros cada una, sumando un total de nueve Coros u Órdenes Angélicos.
Primera Jerarquía: Estos ángeles de la más alta jerarquía se dedican exclusivamente a glorificar, amar y alabar a Dios en su presencia. Tronos, Querubines y Serafines.
Segunda Jerarquía: Dominaciones, Virtudes y Potestades gobiernan el espacio y las estrellas. Son los responsables del universo entero.
Tercera Jerarquía: Principados, Arcángeles y Ángeles. Son los que intervienen en todas nuestras necesidades; esto lo vemos también en la Biblia, cuando se nos presenta la intervención de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, vemos que directamente intervienen en la vida de los hombres, cada uno con su propia misión dada por el mismo Dios. También se les ha dado la misión de proteger naciones, ciudades e Iglesias. La visión del profeta Daniel es la que confirma esta misión. (Dn 7 y 8) El cuidado de la Iglesias se confirma con el pasaje de Ap 1, 20 cuando se refiere a los Ángeles de las siete Iglesias.