La catequesis: escuela de formación en la fe

Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta

El día del catequista se cele­bra cada 21 de agosto, una fecha en la que la Iglesia universal conmemora al papa san Pío X, quien ha sido constituido patrono de todos los catequis­tas del mundo, enalteciendo esta noble misión de muchos bauti­zados que recibiendo el llamado del Señor de anunciar el mensaje de la Salvación; dan un poco de su tiempo para fortalecer la fe de muchos niños, jóvenes y adultos, para que den una respuesta al lla­mado que el Señor les ha hecho desde el bautismo, de ser autén­ticos discípulos misioneros del Señor.

En todas las parroquias existen muchos bautizados que desde siempre se han dedicado a esta misión en la Iglesia, que ha sido muy valorada por todos. En la ac­tualidad el Papa Francisco en su Motu Proprio ‘Atiquum Ministe­rium’, instituye el ministerio del catequista, dándole una dignidad especial a esta labor de la ense­ñanza y profundización en la fe. El Papa Francisco así lo expresa cuando afirma: “El catequista está llamado en primer lugar a manifestar su competencia en el servicio pastoral de la transmi­sión de la fe, que se desarrolla en diversas etapas: desde el primer anuncio que introduce al Keryg­ma, pasando por la enseñanza que hace tomar conciencia de la nueva vida en Cristo y prepara en particular a los sacramentos de iniciación cristiana, hasta la formación permanente que per­mite a cada bautizado estar siem­pre dispuesto a dar respuesta a todo el que les pida dar razón de su esperanza” (AM 6). 

En esta enseñanza del Papa queda muy claro que la catequesis no se reduce solamente a preparar niños y jóvenes para los sacramentos, sino que es toda una escuela e iti­nerario que prepara para profun­dizar en la fe, esperanza y caridad de los creyentes, para tomar con­ciencia de la vida nueva en Cristo que han recibido desde el bautis­mo y que se tiene que perfeccio­nar con el proceso e itinerario de la iniciación cristiana, que ayuda a fortalecer la vida cristiana en las per­sonas. En este sen­tido, el Papa añade unas notas especia­les a quien ejerce esta misión, afir­mando que “el cate­quista es al mismo tiempo testigo de la fe, maestro y mista­gogo, acompañan­te y pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia. Una identidad que solo puede desarrollarse con co­herencia y responsabilidad me­diante la oración, el estudio y la participación directa en la vida de la comunidad” (AM 6).

Es de vital importancia la nota característica del catequista como testigo de la fe y maestro de la iniciación cristiana, dándole un relieve especial a esta misión que no consiste en dar contenidos ajenos a la vida de quien los en­seña, sino que hacen parte de su ser cristiano que quiere transmi­tir como experiencia de vida en Cristo, en cumplimiento del man­dato del Señor: “vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19 – 20).

Una de las carencias actuales en la vida de los cristianos es la poca solidez del compromiso adquirido en el bautismo y eso se debe a la falta de catequesis, para que la fe crezca en el camino de respues­ta personal. Todo esto debe res­ponder al Proceso Evangelizador que en la Iglesia está bien definido y que tiene como meta hacer cristianos. Así lo plantea el Directorio General para la Catequesis de 1997, ratificado en el Directorio del 2020, al afirmar que “el proceso evangelizador, por consiguiente, está estructurado en etapas o momentos esencia­les: la acción misionera para los no creyentes y para los que vi­ven en la indiferencia religiosa; la acción catequético iniciatoria para los que optan por el Evan­gelio y para los que necesitan completar o reestructurar su ini­ciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cris­tiana” (DGC 49, DC 31-35).

De tal manera que, para quienes hacen la opción por Jesucristo y el Evangelio, se hace necesario pro­fundizar sobre su persona y en­señanza, para formar un camino espiritual que provoque un cam­bio progresivo en la vida interior y en las costumbres (Cf AG 13) y que ayude a la configuración del creyente como un verdadero dis­cípulo del Señor. Así lo expresa el Directorio para la Catequesis del 2020: “La acción catequísti­ca-iniciatoria está al servicio de la profesión de fe. Aquellos que ya han encontrado a Jesucris­to sienten un creciente deseo de conocerlo más íntimamente, ma­nifestando así una primera elec­ción por el Evangelio” (DC 34).

El catequista es un discípulo de Jesucristo quien con una fe madu­ra, se convierte en un misionero del Señor y en salida misionera anuncia el mensaje de Salvación por todas partes. En este sentido, la catequesis es una escuela de formación en la fe, que ayuda al creyente a transformar la vida en Cristo, en un proceso de auténtica conversión cristiana. Como bau­tizados seguimos comprometidos en la Diócesis de Cúcuta con la iniciación cristiana de muchos bautizados para fortalecerlos en la fe, esperanza y caridad, y hacerlos discípulos del Señor y misioneros en la Iglesia, para gloria de Dios, salvación nuestra y de nuestros hermanos. Que la Santísima Vir­gen María y el glorioso Patriar­ca san José, alcancen del Señor todas las gracias y bendiciones necesarias, para vivir la misión evangelizadora en nuestra Igle­sia particular en salida misionera, dejando resonar en el corazón la invitación: encontrémonos como hermanos, sigamos adelante.

En unión de oraciones, reciban mi bendición.

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