En este mensaje, el Santo Padre invitó a ser discípulos misioneros, llevando las virtudes, talentos, creatividad, sabiduría y experiencia, enfocados en el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana.
Bajo estas características, el Santo Padre señaló que “la Iglesia es, en medio de la humanidad, la primera comunidad que vive de la misericordia de Cristo (…) siempre se siente mirada y elegida por Él con amor misericordioso, y se inspira en este amor para el estilo de su mandato, vive de Él y lo da a conocer a la gente en un diálogo respetuoso con todas las culturas y convicciones religiosas”.
De otra parte, el Pontífice destacó la considerable y creciente presencia de la mujer en el mundo misionero, al señalar que cumplen un papel fundamental con vocación misionera de diversas maneras, especialmente, en el ámbito del cuidado de la familia, donde, destaca el Papa, la actitud asertiva de las mujeres frente a diversas situaciones, desde un abordaje humano y espiritual.
Finalmente el también Obispo de Roma, concluyó su mensaje explicando que “en muchos lugares, la evangelización comienza con la actividad educativa, a la que el trabajo misionero le dedica esfuerzo y tiempo, como el viñador misericordioso del Evangelio (Lc 13.7-9; Jn 15,1), con la paciencia de esperar el fruto después de años de lenta formación; se forman así personas capaces de evangelizar y de llevar el Evangelio a los lugares más insospechados”.
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