En la Transfiguración del Señor, el clero diocesano ofrece la Sagrada Eucaristía por el aniversario de fallecimiento del padre Pedro Álvarez

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Fotos: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta

Este viernes 6 de agosto, a un día de celebrar el primer aniversario de fallecimiento del padre Pedro Antonio Álvarez Contreras (18 de diciembre de 1978 – 7 de agosto de 2020), el Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta, Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, junto al clero diocesano, ofrecieron el sacrificio de la Santa Misa por el eterno descanso del presbítero, quien fue la primera víctima mortal de la pandemia de la COVID-19, en el presbiterio diocesano.

En la parroquia Santa Margarita de Youville, comunidad que acompañó el padre Pedro en sus últimos tres años de vida (2017-2020), se celebró la Sagrada Eucaristía, donde asistieron sacerdotes de esta Iglesia Particular, familiares y amigos del padre Pedro, quienes cada mes lo han tenido presente en la mesa del altar, unidos en oración, “con la paz interior de saber que ya está gozando de la Gloria de Dios”, expresó Monseñor, al reconocer que en medio del dolor de experimentar la ausencia de este ser querido, reconforta tener “la certeza que está en la presencia de Dios, porque caminó como sacerdote siempre sirviendo al Señor y a la comunidad, siempre abrazando la Cruz del Señor, mirando al Crucificado, y Él nos redime, sana y perdona”.

La liturgia del 6 de agosto presenta la fiesta de la Transfiguración del Señor, explica Monseñor José Libardo, que es allí donde se muestra la meta de la vida: la Gloria de Dios, y esta Palabra ilumina la conmemoración del fallecimiento del padre Pedro Antonio, a quien “el Señor lo llamó en su sacerdocio joven, pero quizá encontró en él la madurez, para entregarle la corona de la Gloria; y eso nos da esperanza, saber que nosotros tenemos la misma meta que él ya alcanzó”.

El Administrador Apostólico manifestó que, aunque hay cosas que la razón humana no comprenda y atraviese por pérdidas que desconciertan -justamente en este año y medio de pandemia-, hay que reconocer que “siempre hemos sido vulnerables, sólo que ahora tomamos consciencia de lo vulnerable que es la existencia, pero ante este desconcierto nos ponemos delante de Dios, porque sabemos que hay una patria en el Cielo que Él nos entregará, cuando nos llame a participar de su Gloria”.

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