Por: Pbro. Víctor Manuel Rojas Blanco, párroco de Santa Laura Montoya
Imagen: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta
En la Iglesia Católica, la veneración de María, madre de Jesús, abarca varias advocaciones marianas que incluyen oración, actos piadosos, artes visuales, poesía y música. Los Papas han alentado estas prácticas, al mismo tiempo que han tomado medidas para reformar algunas de sus manifestaciones. La Santa Sede ha insistido en la importancia de distinguir “la verdadera devoción de la falsa, y la auténtica doctrina, de sus deformaciones por exceso o defecto”. Hay muchos más títulos, fiestas y prácticas marianas venerativas entre los católicos romanos que en otras tradiciones cristianas occidentales. El término Hyperdulía indica la veneración especial debida a María, mayor que la dulía ordinaria por otros santos, pero completamente diferente a la latría debida solo a Dios.
Las apariciones marianas son las manifestaciones de la Virgen María ante una o más personas, en un lugar y tiempo histórico determinado. Algunas han sido reconocidas por la Iglesia Católica. Dichas apariciones en algunos casos han dado origen a lugares de culto o peregrinación conocidos como santuarios marianos, algunos de ellos muy famosos. Otras han inspirado la creación de órdenes religiosas (Orden de los Carmelitas, Orden de los Mercedarios, Orden de las Concepcionistas, entre otras). Las “apariciones” o manifestaciones de la Virgen María son fenómenos que han sucedido a lo largo de la historia. La Iglesia Católica ha reconocido muy pocas, y aún estas son consideradas “revelaciones privadas”, dejando a los fieles en libertad de creer en ellas o no.
¿Cuáles son reconocidas por la Iglesia y las más conocidas?
40 d.C., Aragón, España. Virgen del Pilar. Vidente: Santiago Apóstol.
1531 d.C., Guadalupe, México. Nuestra Señora de Guadalupe. Vidente: San Juan Diego.
1830., Rue du Bac, París, Francia. Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Vidente: Santa Catalina Labouré. Aprobación en 1930.
1846., La Salette, Francia. Nuestra Señora de La Salette. Videntes: Melanie C. y Maximin G. Aprobada en 1851.
1858., Lourdes, Francia. Nuestra Señora de Lourdes. Vidente: Santa Bernardette Soubirous. Aprobada en 1862.
1876., Pellevoisin, Francia. Nuestra Señora del Carmelo. Vidente: Estella Fuguette. Aprobada en 1983.
1917., Fátima, Portugal. Nuestra Señora de Fátima. Videntes: Sor Lucía, Beatos Jacinta y Francisco Martto. Aprobada en 1930.
1932., Beauraing, Bélgica. Madre de Dios. Videntes: 5 niños. Aprobada en 1949.
1933., Banneux, Bélgica. Virgen de los Pobres. Vidente: Mariette Beco. Aprobada en 1942.
1953., Siracusa, Italia. Nuestra Señora de las Lágrimas. Lacrimación reconocida el 12 de diciembre, 1953.
Aún no aprobada: Reina de la Paz, Medugorje, Bosnia.
¿Por qué la Iglesia debe aprobar su veneración?
La posición oficial de la Santa Sede es que, si bien la Congregación para la Doctrina de la Fe ha aprobado algunas apariciones de la Virgen María, de las más de 400 peticiones, los católicos romanos en general no están obligados a creerlas. Sin embargo, muchos católicos expresan su fe en las apariciones marianas. Esto ha incluido Papas, por ejemplo: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II han apoyado la aparición de Nuestra Señora de Fátima como sobrenatural. El Papa Juan Pablo II profesaba una devoción muy fuerte a Fátima y reconoció que esta advocación que le salvó la vida después de que le dispararan en Roma el día de la fiesta de Nuestra Señora de Fátima en mayo de 1981. Donó la bala que lo hirió ese día al santuario católico romano en Fátima Portugal.
Las aprobaciones de las apariciones de la Virgen María en determinados lugares, pretende pues fomentar su devoción especial y verdadera (Hyperdulía) manteniendo la auténtica doctrina de acuerdo al Evangelio y la Revelación; y evitando todo exceso. Siempre la Virgen María con sus apariciones busca que los creyentes dirijan su fe, mirada y actuar hacia Jesucristo, su hijo vivo y Resucitado, para que la conversión en sus vidas sea una realidad concreta. La devoción y el conocimiento de la Virgen María lleva a un conocimiento más amplio sobre el Hijo de Dios.
Pasos para la aprobación de apariciones marianas desde 1978 propuesta por la Congregación para la Doctrina de la Fe
- Investigar los hechos
Primero debe haber alta probabilidad de que sucedió algo milagroso. Entrevistan a los testigos y visitan el lugar donde ocurrió. Deben responder a la pregunta ¿Qué cree la gente sobre lo que sucedió? Si nadie cree que ocurrió un milagro, ahí terminan la investigación.
Tienen que confirmar que los testigos son estables mentalmente, honestos, sinceros, conducta intachable, estar en comunión y ser obedientes a la Iglesia. Los efectos de la visión deben ser positivos espiritualmente. Si algo milagroso en efecto sucedió, pero no los hace más caritativos, no vale la pena promoverlo.
Antes de avanzar al siguiente paso, deben asegurarse que la aparición y mensaje están libres de: cualquier error evidente en los hechos del evento y en la doctrina; evidencia de cualquier búsqueda obvia de ganancia monetaria, actos gravemente inmorales cometidos por el sujeto o cualquier trastorno psicológico.
- Observar las prácticas de los devotos
Si no hay razones obvias para descontinuar la investigación y discernimiento, la Iglesia permite la devoción al público. Esta no promueve la práctica, sólo permite que se siga su curso natural. En caso de que la devoción desaparezca, no hay razón para seguir con la investigación. Pero, si descubren que promueve efectos espirituales negativos o es causa de problemas para la Iglesia, será prohibida dicha devoción. Si el fervor a esa práctica aumenta las virtudes de quienes son devotos probablemente hay algo bueno en ella, entonces el Obispo de la diócesis, habiendo consultado a la Conferencia Nacional de Obispos, determina si hay suficiente evidencia para tomar una decisión y dar inicio al último paso.
- Emitir el juicio
En este punto el Obispo declara la devoción falsa o verdadera. Primero autoriza la veneración local, luego peregrinaciones públicas y por último veneración pública. Pero, la Santa Sede puede también participar y aprobarla como veneración litúrgica generalizada. Por ejemplo, las veneraciones litúrgicas generalizadas: Guadalupe, Medalla Milagrosa, La Salette, Lourdes, Knock y Fátima.
No basta con que alguien diga que la vio para que la Iglesia la apruebe. Pues se busca salvaguardar la fe del pueblo creyente y evitar la proliferación de advocaciones que contradigan las enseñanzas de la Iglesia.
Todas estas apariciones han venido para confirmar lo que ya fue revelado por Dios y no a traer nuevos mensajes, ya que como menciona la Constitución Dogmática de la Divina Revelación, ‘Dei Verbum’: “La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo” (DV #4).
Ninguna aparición o mensaje que vengan de Dios, querrán revelar algo que no esté en las Sagradas Escrituras o no pueda ser fundamentado en el depósito de la fe. Sin embargo, la Iglesia deja la puerta abierta a la posibilidad de que Dios pueda seguir hablándonos sobrenaturalmente, reiterando y recordándonos lo que ya nos enseñó.
¿Cuál es el sentido para la vida cristiana?
Foto: Colprensa
María ha servido a Dios como puente para caminar entre nosotros hacia la persona de Jesús: ha sido el único instrumento posible del que podía valerse, pues ella era la única creatura sin pecado, la única estación por donde Dios podría comunicarse. Por lo mismo, Ella es la primera interesada en que todos conozcan a su Hijo, Ella ahora quiere ser otra vez un camino, de los hombres a Dios a través de su Hijo, pues en la Cruz, Cristo la nombró Madre de todos nosotros. No es objeto de adoración, que en sí se debe sólo a Dios, sino de especial veneración y de cariño por ser la mamá de Jesús y también de todos.
Cuando la Virgen se aparece en algún lugar, se produce invariablemente un mismo milagro, y es que al lugar acude un numeroso grupo de gente que automáticamente empieza a rezar el Santo Rosario. Allí reza todo el mundo, los que habitualmente lo hacen y, sobre todo, los que nunca rezan.
Si las apariciones de María consiguen hacer rezar a la gente que normalmente no lo hace… ¿No es esto un milagro?, ¿no eleva los corazones de todos hacia Cristo?, ¿no nos da a gustar un poco del Cielo? Así pasó en 1534 en Guadalupe (México), a través de Juan Diego; en Lourdes (Francia), en 1858 con Bernardette Soubirous; en 1917 en Fátima (Portugal), a través de tres niños: Francisco, Jacinta y Lucía. Hay que evitar como nocivo para la fe cuando se presentan manifestaciones de vana credulidad, sentimentalismo, milagrería, práctica exterior sin fe o sin compromisos morales y cuando se disocia a María de la Iglesia y de los sacramentos, ya que es indicio de veracidad cuando el contenido de un mensaje de María está de acuerdo con el Evangelio, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
María como buena Madre espera que todos sus hijos amen a Cristo y hoy, como en las bodas de Caná, nos vuelve a decir: “haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5b); esta es la misión que sigue desarrollando entre todos los hombres.
¿Se pueden dar falsas apariciones marianas?
La respuesta es sí… por intereses espirituales (no de Dios) o humanos, las supuestas apariciones marianas pueden llevar al engaño, fraude y a desdibujar la misión de la Virgen María.
No olvidemos que los santos dicen que el Demonio es “la mona de Dios”, pues repite, imita lo que Dios hace para ridiculizarlo y desprestigiarlo. Claros ejemplos hay de muchas apariciones supuestas. Por eso no es extraño escuchar muchas veces en los promotores de estas mentiras y falacias, de estos montajes: “Es la continuación de Fátima…” “Esto es como Fátima”. Si se analiza profundamente las verdaderas apariciones que son las aprobadas por la Iglesia nos damos cuenta de que es muy distinto todo: los mensajes, las formas, etc.
Desde 1831 cuando la Virgen se aparece a santa Catalina en París y le entrega la Medalla Milagrosa tenemos como una “Era de María” que parece que culmina con las apariciones de Fátima, donde la Virgen continuando como en entregas su obra, de un lugar a otro, nos da su celestial mensaje para estos tiempos difíciles, como decía el Papa Juan Pablo II en uno de sus viajes Apostólicos a Fátima: “La voz de María es como la de Juan en el desierto que nos invita a la conversión, a la penitencia, al cambio de vida, a estar alertos a la venida del Señor en cada hombre y en cada acontecimiento, en nuestra vida y en la de la humanidad”.
En los mensajes de Fátima, Lourdes, La Salette, la Medalla Milagrosa, Pontmain… La Santísima Virgen habla muy poco, son mensajes muy breves (como las intervenciones de la Virgen en los Evangelios), claros y sencillos. En los mensajes de las “nuevas apariciones” son mensajes larguísimos, aburridos, da la impresión de que no acaban nunca. En las auténticas apariciones los mensajes son de esperanza, de amor a la Iglesia, etc. En las “nuevas apariciones” son mensajes llenos de temor y de miedo. Ya he conocido en mi labor sacerdotal a más de una persona que vive atemorizada por estos mensajes.
Otro punto importante a la hora de analizar son los videntes o instrumentos. Si analizamos a santa Catalina Labouré, a santa Bernardita o a los niños de Fátima vamos a encontrar almas cándidas, sencillas, humildes, personas que huyen de la fama, de la estima, que incluso se esconden cuando alguien va a preguntar por los “afortunados” que han visto a la Virgen. Si analizamos a los “videntes” de hoy, estos recorren todo el mundo, aparecen en todos los medios de comunicación social, dan conferencias, asisten a congresos, etc. Se puede percibir un deseo de poder, fama y prestigio. ¡Comparemos!
Por otro lado, podemos examinar los frutos. Como dice el Evangelio: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16). Estas nuevas apariciones no producen más que enredos, líos, problemas de todo tipo, hasta muchas veces enfrentamientos.
Es deber de Obispos, sacerdotes y laicos al saber sobre las “nuevas apariciones” y ver “los frutos” hacer la comparación con las apariciones verdaderas y aprobadas y hacer un justo discernimiento.
¡Cuidado con los fenónemos espectaculares!
Muchas veces en estos “falsos lugares de apariciones” se realizan fenómenos que no tienen explicación. Esto no es un indicio de que lo que allí sucede es verdadero. El Maligno que es el padre de la mentira, el príncipe de este mundo puede simular signos que aparentemente son de santidad como son el don de lenguas, los estigmas, etc.
En la vida de santos de la categoría de san Juan de la Cruz (tiene una doctrina muy buena para discernir todas estas sutilezas y engaños del Demonio en las almas); se cuentan por lo menos dos casos que confirman esto:
1.º Cuando san Juan de la Cruz es nombrado por santa Teresa confesor de la Encarnación, en el convento de las monjas Agustinas de Ávila, existe una monja con “fama de santa” que tiene don de lenguas e interpreta la Sagrada Escritura perfectamente junto con otros dones. Alguien manda a san Juan a verla para que la examine y él descubre que todo es engaño del Demonio sobre esta monja a la que tiene posesionada.
2.º En el convento de Beas de Segura (Jaén) fundación de santa Teresa, san Juan de la Cruz descubre que la relación que una monja dice tener con el Niño Jesús, es cosa del Maligno que la está engañando con falsas visiones, revelaciones, todas llenas de aparente virtud. No se trata, pues – según pensaba la monja – del Niño Jesús. San Juan de la Cruz descubre la estratagema del Maligno y se da cuenta del gran peligro de estas cosas.
También se han dado falsas apariciones personales de la virgen María a santos como en el caso del Padre Pío de Pietrelcina (beatificado en 1999 y canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II). Esto sucede porque el Demonio quiere hacerlos caer en el engaño, dando mensajes y órdenes que contradicen la Fe, la Tradición y el Magisterio. Satanás se le apareció bajo las formas más variadas: “bajo forma de jovencitas desnudas que bailaron; en forma de crucifijo; bajo forma de un joven amigo de los frailes; bajo forma del padre espiritual, o del padre provincial; del Papa Pío X y del Ángel de la guarda; de san Francisco; de María Santísima (Nuestra Madre celestial), pero también en sus semblantes horribles, con un ejército de espíritus infernales. Él logró librarse de estas agresiones y engaños invocando el nombre de Jesús.
Algunas apariciones que fueron declaradas falsas por la Iglesia Católica
Lipa, Filipinas. Se afirmó que la Santísima Virgen María se apareció varias veces a una monja llamada sor Teresita en un convento carmelita donde vivía en 1948. Al principio, estas visiones recibieron el visto bueno del obispo local, pero después de una investigación más profunda, la Iglesia declaró oficialmente el 28 de marzo de 1951 que las apariciones no tenían origen sobrenatural. El Vaticano reafirmó aquella decisión el 11 de diciembre de 2015.
Agoo, La Unión, Filipinas. Una mujer llamada Judiel Nieva supuestamente presenció varias apariciones celestiales y recibió poderes sobrenaturales entre 1989 y 1993. Después de un cuidadoso examen del obispo local, que evaluó las visiones y los mensajes recibidos, se declaró en 1993 que las apariciones no tenían origen sobrenatural. Una segunda comisión lo confirmó en 1996.
Rochester, Nueva York. Un hombre llamado John Leary asegura recibir regularmente mensajes de Jesús y María desde un viaje en 1993 a Medjugorje. Ha publicado estos mensajes en varios medios impresos y digitales. El 7 de julio de 2000, el obispo local declaró que “las ‘locuciones’ eran de origen humano, no divino”.
Denver, Colorado. En 1990, una mujer llamada Theresa Lopez afirmó haber recibido visiones de la Virgen María en el santuario Mother Cabrini en Denver. Muchos otros la acompañaron y contemplaron el sol esperando una aparición prometida. El obispo local investigó el caso y declaró el 9 de marzo de 1994 que las visiones “carecían de cualquier origen sobrenatural” e instó a los fieles a abstenerse de participar en cualquier cosa relacionada con las visiones.