Siguiendo con el tema del Sacramento de la Confirmación, el Papa Francisco presidió la tradicional Audiencia General en la plaza de san Pedro. El Santo Padre consideró los efectos que el don del Espíritu Santo hace madurar en quienes lo reciben, llevándolos a ser, a su vez, un don para los demás.
El Papa recalcó que cada vez que nuestro cuerpo y alma recibe, es “para que podamos dar a los demás, lograr compartir con quienes nos rodea, siempre se recibe para dar, porque las gracias de Dios se reciben para dárselas a los demás”, así lo dijo el Santo Padre.
La lectura del Evangelio fue tomada del libro de San Juan, capítulo 20, versículos 19 al 22, que narra a Jesús que sopla el Espíritu Santo sobre los discípulos.
También expresó que en la iglesia el nivel jerárquico no existe, pues nadie es más que nadie, todos son parte de la misma Iglesia a nivel universal, y quien piense diferente está equivocado, “la confirmación vincula a la Iglesia Universal, extendida por toda la tierra, involucrando activamente a los confirmados en la vida de la Iglesia particular a la que pertenecen”.
No vale de nada estar en la iglesia, compartir con el hermano, si al salir de allí lo primero que se hace es hablar de la otra persona. “Si hemos recibido el signo de la paz con la fuerza del Espíritu Santo, debemos ser hombres y mujeres de paz y no ir por allí destruyendo con la lengua la paz que ha hecho el Espíritu”, manifestó Francisco.