Al comentar el Evangelio del día, que en la festividad de la Asunción de María es el relato de San Lucas sobre la visita de la Virgen a su prima Santa Isabel, el Papa Francisco, ha interpretado la virtud de la humildad que resplandece en el Magnificat.
Antes del rezo del Ángelus este martes en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco afirmó que esa oración que proclama Nuestra Señora «es un canto de alabanza a Dios, que obra cosas grandes a través de personas humildes, desconocidas al mundo, como María misma, como su esposo José, como incluso el lugar donde viven, Nazaret».
«¡Qué grandes cosas ha hecho Dios con las personas humildes! ¡Qué grandes cosas hace el Señor en el mundo con los humildes!», exclamó Francisco: «Porque la humildad es como un vacío que deja un lugar para Dios.
Hoy la Iglesia celebra una de las fiestas más importantes dedicadas a la Santísima Virgen María: la fiesta de su Asunción. Al final de su vida terrena, la Madre de Cristo subió en cuerpo y alma al Cielo, es decir, a la gloria de la vida eterna, en plena comunión con Dios. El Evangelio nos muestra también cuál es el motivo más profundo de la grandeza de María y de su dicha: el motivo es la fe. De hecho, Isabel la saluda con estas palabras: «Bienaventurada la que ha creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá»