Una frase del Papa Francisco resonó en su acostumbrada homilía de la Casa Santa Marta este martes 21 de marzo: “El confesionario no es una lavandería para limpiar las manchas de la conciencia. Al confesarse hay que sentir vergüenza de los pecados”. Expresó también que el misterio del perdón es algo difícil de comprender y que el arrepentimiento sincero y la vergüenza por haber ofendido a Dios y a los hermanos, ayuda a las personas a ser más receptivos al perdón que ofrece el Señor.
El vivir el sacramento de la penitencia no se debe quedar solo en una práctica que calma la mente y el corazón, sino que también a partir del arrepentimiento y la vergüenza debemos cambiar la manera de proceder en la vida: “Si yo pregunto: ‘Pero, ¿todos vosotros sois pecadores?’. ‘Sí, padre. Todos’. ‘¿Y qué hacéis para obtener el perdón de los pecados?’. ‘Nos confesamos’. ‘¿Y cómo vais a confesaros?’. ‘Voy, digo mis pecados, el sacerdote me perdona, me dice que rece tres Avemarías y después me voy en paz’. ¡Pues entonces no has entendido!”.
Esa actitud, advirtió el Obispo de Roma, entraña una profunda hipocresía, “la hipocresía de robar un perdón”; insistió en que sin sentir vergüenza, ir al confesionario es como ir a “hacer una operación bancaria, a hacer un trabajo de oficina”.
“El perdón es total. Pero sólo puede hacerse real si siento mi pecado, si me avergüenzo, si tengo vergüenza y pido perdón a Dios, y me siento perdonado por el Padre. De ese modo puedo perdonar. Si no, no se puede perdonar, somos incapaces de ello. Por eso, el perdón es un misterio”, concluyó el Sumo Pontífice.
FUENTE: ACIPRENSA