
Con alegría y confianza en el Señor, presentamos a los candidatos que han sido llamados al orden del presbiterado y diaconado por gracia de Dios y para el bien de la Iglesia. Víctor Julián después de su ordenación estará en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús como vicario parroquial y Edinson Joaquín, será el diácono asignado a la parroquia San Antonio de Padua en Cúcuta y al Centro de Comunicaciones.
Diácono: Víctor Julián Flórez Ortiz
Nació el 24 de agosto de 1996, originario del municipio de Villa Caro, Norte de Santander. Sus padres son Álvaro Flórez y Elisabeth Ortiz. Tiene tres hermanos, el mayor Álvaro Omar ya en el cielo; Yajahira Isabel y José Rodolfo; dos sobrinos, Ostín José y María Guadalupe. Proviene de una familia, humilde, trabajadora y católica, de rezo del Rosario todas las noches y de celebración de la Santa Misa dominical. Creció en una finca y durante su estadía con sus papás alternó estudios y trabajos del campo. Realizó todos sus estudios en el colegio San Pedro Apóstol.
Víctor Julián, quien se está preparando para su ordenación sacerdotal, en diálogo con La Verdad, compartió su reflexión sobre la siguiente pregunta:
Son muchas las virtudes que nos ayudan a vivir en la gracia de Dios, pero de manera especial las virtudes teologales, nos colocan en una relación directa con el Señor, acrecientan nuestro camino de fe y nos fortalecen en la esperanza y la caridad. Debemos tener fe en Dios, confiar en su voluntad y sobre todo responderle con generosidad a la vocación que Él nos llama. La esperanza nuestra debe ser Cristo nuestro Señor, aquel que con su cruz y resurrección nos da la gracia de poder resucitar con Él. La caridad con nosotros y con nuestros hermanos no debe ser algo ajeno a nuestra vida, al contrario, deben ser prácticas cotidianas y ordinarias que nos hagan salir de nosotros mismos, para ir al encuentro con Dios y con los demás.
Nuestro proceso de fe y de vida cristiana auténtica, debe trabajarse y ejercitarse continuamente y, junto a las virtudes teologales, también es necesario que vivamos la virtud de la prudencia, la humildad, la templanza, la fortaleza y la justica. Estas virtudes, cultivadas en la oración y en el sacramento de la reconciliación, nos permiten escuchar la voz de Dios, comprender su voluntad, crecer en santidad y vivir consistentemente en su gracia. El discernimiento requiere mantener estas virtudes activas para responder a la llamada de Dios en cada circunstancia de la vida.
Vivir en gracia de Dios es como decía San Francisco de Sales: “vivir siempre alegres” y para ello todos los días debemos crecer en virtudes discerniendo el bien y mal y optando siempre por el bien.
¿Qué virtudes le ayudan al creyente para el discernimiento de su vida y para vivir en gracia de Dios?
Seminarista: Edinson Joaquín Aparicio Gómez
“Un hombre es lo que ama”.
San Agustín
Nació el 22 de mayo del 2000, su camino vocacional surgió en el seno de una familia profundamente católica. Es hijo de Joaquín Emiro Aparicio Corredor y Berenice Gómez Molina, el mayor de tres hermanos. Ha crecido en un hogar guiado por valores y principios que, con el paso del tiempo, le han fortalecido en medio de acontecimientos marcados por la presencia constante de Dios.
Sus raíces familiares se remontan a contextos campesinos. De sus abuelos maternos y paternos, de manera particular en los campos de Gramalote; de ellos heredó el amor por el trabajo y el servicio. En ese ambiente sencillo y laborioso nació en su familia el deseo de servir al Señor y a la Iglesia, tanto en los pequeños detalles cotidianos como en el testimonio de la caridad pastoral.
Realizó sus estudios en el Colegio Carlos Ramírez París (sede central) del barrio Antonia Santos, en Atalaya. Durante esa etapa estudiantil, también participó activamente en su parroquia de origen, Nuestra Señora del Rosario de Monguí. Allí vivó experiencias muy significativas: fue monaguillo, catequista y nazareno, lo cual fortaleció su devoción y cercanía con Jesús Sacramentado. Estas vivencias alimentaron su liderazgo y su vínculo fraterno con los párrocos, los agentes de pastoral y los fieles de la comunidad.
A los 16 años se graduó como bachiller y técnico en diseño gráfico. Tras un proceso de discernimiento acompañado por los presbíteros formadores del Seminario Mayor de Cúcuta, inició su camino de respuesta al Señor. Con temores y esperanza, comenzó esta etapa con alegría, creciendo humana y espiritualmente, dando forma a su proyecto de vida sacerdotal.
Hoy, por gracia divina, tras nueve años de formación inicial, a sus 25 años de edad, ha sido llamado al ministerio del diaconado. Vive este momento con profunda gratitud hacia Dios, quien le ha confiado este don, hacia su familia y benefactores, que más allá del apoyo material, le han sostenido con su oración.