«El corazón, cuando se endurece, no es libre y si no es libre es porque no ama (…) El perfecto amor echa fuera el temor: en el amor no hay temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no es perfecto en el amor. No es libre. Siempre tiene el temor de que suceda algo doloroso, triste, que me haga ir mal en la vida o arriesgar la salvación eterna… Pero tantas imaginaciones, porque no ama. Quien no ama no es libre. Y sus corazones se endurecieron, porque todavía no habían aprendido a amar».
Entonces, «¿quién nos enseña a amar? ¿Quién nos libera de esta dureza? «, se ha preguntado el Papa. «Sólo el Espíritu Santo», ha sido su respuesta.
«Puedes hacer mil cursos de catequesis, mil cursos de espiritualidad, mil cursos de yoga, zen, y todas estas cosas. Pero todo esto nunca será capaz de darte la libertad de hijo. Sólo el Espíritu Santo es el que mueve tu corazón para decir ‘Padre’. ¿Sólo el Espíritu Santo es capaz de ahuyentar, para romper esta dureza de corazón y hacer un corazón… blando?… No sé, no me gusta la palabra… «Dócil». Dócil al Señor. Dócil a la libertad del amor».
Fuente: ZENIT