Editorial 779 del Periódico Diocesano La Verdad
Por: Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid
En estos días estamos reflexionando puntual y precisamente en el tema de la Paz, don maravilloso e inaplazable para todos los hombres de la humanidad. Decía San Juan XXIII que “La Paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse y consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios” (San Juan XIII, Pacem in terris, 1).
Cuando nos enfrentamos a decisiones fundamentales en nuestra patria, debemos desarrollar perfectamente algunos elementos que nos permitan establecer un juicio ponderado, serio, analítico de nuestras opciones, todas ellas a favor de la comunidad y de su consolidación.
La Paz es un don de Dios, pues sirve para establecer las normas de convivencia de las personas en la comunidad, estableciendo sus derechos y sus obligaciones, donde esta forma de vida permita el desarrollo de la persona humana en todas sus riquezas y posibilidades.
Esta dimensión es de mucha importancia, pues el justo equilibrio entre los deberes y los derechos establece la justicia y la realización de la persona humana en sus capacidades y potencias.
Toda persona humana nace de la mano creadora de Dios, de su voluntad y designio creador. El hombre está dotado de capacidades y de cualidades que le permiten ser “imagen de Dios” (Gen 2, 7) y con sus hechos desarrollar todo un tesoro que está en su interior. El hombre tiene una vocación divina, una llamada a los valores superiores y espirituales, trascendiendo la vida humana y la mera condición de corporalidad.
El hombre está ordenado, direccionado hacia Dios. Esta relación con Dios, es fundante de sus capacidades y de su ser; por ello, allí el hombre encuentra su riqueza interior. La Paz, es la condición de vida en la cual el hombre puede desarrollarse totalmente, en libertad, con capacidad de discernimiento y de ejercicio de su ser y tarea.
Nuestra opción por la PAZ, la Paz verdadera, tenemos que diferenciarla de otras opciones y decisiones que son la vía y el camino para la paz. La opción por la Paz, tiene que pasar por algunos elementos precisos y concretos que hemos sugerido los Obispos a los colombianos.
De frente a los acuerdos alcanzados en La Habana nuestra decisión tiene que ser responsable. La responsabilidad es la capacidad que tiene el hombre de valorar, afrontar y analizar cuanto se realiza. Siempre pesando valores y contradicciones.
En estos momentos no podemos dejarnos llevar de razonamientos falaces, de opciones que tengan solo color político o que se marquen por decisiones de afecto o rechazo a personas. Una opción responsable tiene que poner en medio la virtud y la justicia, el respeto de los derechos de la persona humana que debe ser el ideal de nuestra comunidad.
Cada uno debe estar en condiciones de juzgar, de libremente escoger para ello necesita de una precisa información. Este es uno de los grandes retos al que nos enfrentamos en este momento. ¿Cómo garantizar la información y el equilibrio para el conocimiento de los contenidos de los acuerdos sobre los que tenemos que decidir? Responsablemente se tendría que informar por parte de las autoridades, de quienes han completado los acuerdos y de nuestra parte buscar los medios y la comprensión de cuanto se ha acordado y de cuanto seguirá a estos acuerdos.
Debemos tener en cuenta que cada persona, por bondad de Dios, está dotada de la conciencia, de la capacidad de decidir y orientar sus acciones. El hombre por naturaleza está dotado de la inteligencia, de la capacidad de orientar sus acciones con el libre albedrío. Nuestra decisión debe tomarse en conciencia.
El hombre tiene la capacidad de analizar y de comprender el fruto de sus acciones. Para el juicio de estas realidades, debemos tener en cuenta:
• La conexión entre nuestras decisiones y la realidad social. Cuanto se está decidiendo es fundamental para el futuro de nuestra Patria Colombiana. Es un deber conservarla, potenciarla, abrir espacios para todos.
• En una decisión deben respetarse los derechos de todos -de las mayorías y de las minorías- dentro del justo ordenamiento moral de las cosas.
• Es necesario fortalecer los derechos y la participación de todos. Nuestra Patria en estos momentos necesita de la ayuda y de la colaboración de todos.
• Todo acuerdo o decisión tiene que pasar obligatoriamente por la seguridad jurídica, así lo indicó el Papa Francisco en su momento, el respeto de nuestras normas y de las normas jurídicas internacionales. El derecho y las leyes tienen que ser respetados, pues son la base de nuestra sociedad (Pío XII, Mensaje de la Navidad, 1944. AAS 37 (1945) 12; San Juan XXIII, Pacem in terris, n. 27).
• La participación de todos es fundamental, decisiva. Si la participación en las elecciones es moralmente obligatoria, las decisiones a las cuales nos enfrentamos, hacen que estas decisiones
nos obliguen moralmente con mayor fuerza. Todos, todos, sin excepción alguna debemos participar.
Querido lector, en estos momentos debes revisar, intentar comprender la gravedad de tus decisiones y con la expresión de tu voluntad, siguiendo tu conciencia, sin presiones externas, de partidos, de ideas, debes decidir siguiendo tu conciencia.
Una decisión responsable, informada, tomada en conciencia. Es el momento de orar intensamente, de pedir a Dios las luces necesarias de su Espíritu Santo para dirigir nuestras vidas y nuestras acciones concretas y tomar decisiones que pueden llevar a consolidar la PAZ, la verdadera PAZ, integral, que lleguea todos, que consolide procesos sociales y éticos en nuestra Patria.
No podemos olvidar el sentido trascendente de nuestra existencia. Estamos en las manos de Dios, nuestro Creador. A veces olvidamos que nuestro tiempo y nuestra historia están en las manos de
Dios, asi lo creemos y confesamos en nuestra fe. Nuestros Padres consagraron a Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, lo pusieron en su amor infinito e inmenso, que es fuente de misericordia.
En momentos trágicos de la Patria, la devoción y confianza en el Corazón de Jesús nos devolvió tiempos de paz. Pidamos al Señor su ayuda y compañía: Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Sagrado Corazón de Jesús, ¡Salva a Colombia!
¡Alabado sea Jesucristo!