“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18)

Avanzamos en el desarrollo de nuestro Proceso Evan­gelizador de la Diócesis de Cúcuta, con el lema “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), que el evan­gelista Mateo complementa con la respuesta de Jesús a Pedro: “Di­choso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos. Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará” (Mt 16, 17-18), siendo esta Palabra de Jesús una verdad fundamental de nuestra fe, sobre la cual se basa la certeza que Jesucristo fundó la Iglesia y eligió a Pedro y a sus sucesores como piedra angular de la misma, “Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt 16, 19). Esto es lo que le da fuer­za y solidez a la fe y por eso pro­clamamos con fervor que nuestra Iglesia es apostólica.

En el Apóstol Pedro, columna de la Iglesia, tenemos un testigo de Jesucristo, cuya profesión de fe, es manifestación de su deseo cons­tante de entregar toda su vida a la voluntad de Dios. En la respuesta que dio a Jesús cuando fue inte­rrogado sobre quién era Él para los apóstoles, está contenida toda la misión del Señor a quien segui­mos como camino, verdad y vida, cuando cada uno de nosotros hace profesión de fe en Él, pronuncian­do con Pedro: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), inspirándonos a res­ponder debidamente a la vocación recibida en la vida sacerdotal, reli­giosa, matrimonial y familiar.

Pedro fue elegido por el Señor para la misión de ser el primero entre los apóstoles, él es la piedra sobre la cual se edificó la Iglesia, “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará” (Mt 16, 18), quien junto con los demás apóstoles y luego con los suce­sores garantizan la apostolicidad de la Iglesia, que llega hoy hasta el Papa Fran­cisco, que en este momento es Pedro, para cada uno de los creyentes en Cristo, en comunión con to­dos los obispos.

Próximamente celebramos con toda la Iglesia la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pa­blo, y con esta celebración esta­mos llamados a renovar nuestra comunión con la Iglesia universal en la persona del Papa Francisco, en quien los católicos tenemos una roca firme de nuestra fe, por­que Jesucristo quiso edificar su Iglesia sobre Pedro y sus suceso­res. En sus enseñanzas y escritos encontramos magisterio firme, para hacer frente a los oleajes de confusión doctrinal que hoy en día aparecen en muchos ambientes que desorientan a los cristianos.

En el Papa, los obispos y los sa­cerdotes fieles, es decir, en todos aquellos que reconocen la autori­dad del Romano Pontífice, siguen su Magisterio y transmiten sus enseñanzas; encontramos al mis­mo Cristo, Buen Pastor, que guía a sus ovejas a la salvación eterna. Escuchemos su voz, sigamos sus huellas, imitemos su ejemplo de amor, santidad y entrega incondi­cional para el bien de toda la hu­manidad y la Iglesia.

Los católicos en comunión con Pedro, tenemos la misión de de­fender y proclamar la fe católi­ca, en obediencia al Papa, dando testimonio de unidad y comunión en los distintos am­bientes en los que cada uno se encuen­tra a nivel familiar, parroquial, laboral y social. Así lo expre­sa Aparecida cuando dice: “No hay dis­cipulado sin comu­nión. Ante la tenta­ción muy presente en la cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia y las nuevas búsquedas espirituales individualistas. Afir­mamos que la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial y ella ‘nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia Católica. La Fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión. Esto signifi­ca que una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podemos vivir una experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de los apóstoles y con el Papa” (Documento de Aparecida 156).

Esta verdad viene reforzada con el testimonio de vida de los últimos Papas que hemos tenido, quienes han mantenido la fe, la esperan­za, la paz y la comunión, aún en medio de muchos sufrimientos y momentos de cruz en el cumpli­miento de su misión apostólica, recibiendo del Espíritu Santo la fortaleza para no temer subirse a la Cruz con Cristo, en las con­trariedades de cada día que trae predicar y defender el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, en comunión con toda la Iglesia, con la certeza que el poder del infier­no no derrotará a la Iglesia (Cf Mt 16, 18) porque está unida a la roca firme que es Nuestro Señor Jesu­cristo.

Al celebrar a los Santos Apósto­les Pedro y Pablo, nos unimos a la jornada del Óbolo de San Pedro y oramos particularmente por las intenciones del Papa Francisco, de modo que en todo momento reciba la gracia del Espíritu San­to, que lo llene de sabiduría para continuar conduciendo a la Iglesia e iluminando todas las realidades del mundo con la luz del Evange­lio y trabajando por la comunión y la unidad de toda la Iglesia. Que la Santísima Virgen María y el Glorioso Patriarca San José nos ayuden a decir con Pedro: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), para vi­vir en comunión con Jesucristo y con la Iglesia universal, unidos al Papa Francisco, hoy Pedro, piedra firme de la Iglesia para nosotros.

En unión de oraciones, reciban mi bendición.

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