¿Quiénes somos nosotros para juzgar?, señaló el Papa Francisco durante su vuelo de regreso a Roma

Fueron varios los temas tratados durante la rueda de prensa como el conflicto que hay entre Armenia y Azerbaiyán, el Papa emérito, el Concilio Pan-Ortodoxo, la creación de la Comisión de las mujeres diácono, la conmemoración de los 500 años de la Reforma luterana, entre otros temas de actualidad y de Iglesia; pero el tema que mayor tuvo referencia fue el de pedir perdón a los homosexuales, refiriéndose a unas recientes afirmaciones que hizo el Cardenal alemán Reinhard Marx sobre el asunto.

Tras la pregunta que le hizo un periodista sobre que pensaba al respecto, el Santo Padre repitió el mismo argumento dado en la conferencia de prensa que ofreció al volver a Roma después de participar en la Jornada de la Juventud. El Papa respondió lo siguiente: “repetiré lo mismo que he dicho en el primer viaje. Repito lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica. No son discriminados, deben ser respetados, acompañados pastoralmente”. El Pontífice dijo además que: “Se puede condenar pero no por motivos teológicos sino por motivos digamos de comportamientos políticos o por ciertas manifestaciones demasiado ofensivas para los otros, pero estas son cosas que no entran en el problema. (…) ¿Quiénes somos nosotros para juzgar? debemos acompañar bien, eso es lo que dice el Catecismo, es claro el Catecismo”.

El Santo Padre resaltó que la Iglesia no solo debe pedir perdón a la comunidad gay como lo mencionó el Cardenal, sino que, se debe “pedir perdón también a los pobres, a las mujeres explotadas, a los niños explotados en el trabajo, debe pedir perdón por haber bendecido muchas armas”.

El Pontífice culminó su respuesta diciendo que todos somos pecadores y que no solo se debe pedir disculpas sino perdón.

Lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad

En tres artículos de este documento está resumida la enseñanza católica respecto a la homosexualidad. Esto dicen textualmente los artículos:

Artículo Numeral 2357:

La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

Artículo Numeral 2358:

Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

Artículo Numeral 2359:

Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

Resumen de Agencias Católicas

Imagen: Zenit

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