Por: Pbro. Diego Eduardo Fonseca Pineda. Director CCDC
Imagen: cec.org.co
Palabras del Papa Francisco para la LIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
El 24 de enero pasado, la Iglesia Católica conmemoró el día de san Francisco de Sales. Obispo francés, viviendo las dificultades que padecía la religión católica en su tiempo, tuvo la determinación de dedicarse a predicar en contra de los errores de la teología calvinista que por esa época tomaba fuerza y que creaba gran confusión entre los creyentes. Francisco, dándose cuenta y estudiando acerca del error que se estaba multiplicando sobre de la predestinación (calvinismo), emprende una gran cruzada de predicaciones para aclarar en los creyentes, desde los fundamentos de la teología católica, que la única predestinación que tenemos es a la vida Divina o a la vida de gracia.
Para ello, el santo dedicó gran parte de su vida a enseñar a los bautizados sobre los lugares por donde iba, y asimismo queriendo que ese mensaje no se perdiera, dejaba en cada ciudad, unas hojas impresas con distintos sermones, para que las personas que las encontraran se instruyeran y disiparan los errores y las dudas creadas acerca de la predestinación. Esta era una forma de propaganda o de publicidad, por llamarlo de esa manera. Esta estrategia le valió al santo, para que mucho tiempo después la Iglesia Católica lo declarara patrono de los periodistas y escritores católicos.
La situación histórica descrita, nos hace pensar que, en medio de nuestros tiempos, los errores y los momentos difíciles de la religión aún se mantienen, pero con la constante de que el Señor siempre suscita siervos en su mies que le ayuden a disipar los errores y las dudas que se pueden suscitar entre los creyentes.
Por ende, el Papa Francisco, continuando con la tradición de publicar para la fecha de la celebración de san Francisco de Sales, un mensaje para las comunicaciones sociales, este año nos quiere iluminar con sus palabras, para que descubramos, a la hora de comunicar, qué aspectos debemos tener en cuenta y expulsar así de nosotros los errores de nuestra vida.
El Papa, ha querido dedicar el mensaje al tema de las narraciones y al hecho de contar historias. Afirma el pontífice, que todos los seres humanos necesitamos de las historias, como el cuerpo necesita del alimento: “…En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”. Son tan importantes las historias, que todos entretejemos en nuestra vida y muchas de estas ayudan a darle sentido a nuestra existencia.
Por lo tanto, expresa el Papa Francisco que todos entretejemos historias en las diversas etapas de nuestras vidas, y las hacemos a partir de “…cuentos, de novelas, de películas, de canciones, de noticias…, las historias influyen en nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ello”. Estas historias revelan quiénes somos, nos muestran ante los demás con toda nuestra grandeza, pero también expresan nuestras verdades, situaciones difíciles o luchas internas que enfrentamos todos los días.
A pesar de las bondades que tienen las historias, según lo afirma Su Santidad, también advierte sobre las historias que no son tan buenas, refiriéndose con ello a que, en algunos momentos, el hecho de contar historias es usado por algunas personas para tender a que las personas creen necesidades como tener, poseer y consumir para ser felices: “Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos.
A menudo, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia”.
Lo bueno es que esta misma utilización de las historias con fines poco bondadosos tienden a apagarse rápidamente, porque aquellas narraciones que son bien intencionadas y con el objetivo de humanizar, permiten “trascender los límites del espacio y del tiempo”.
Ante esta situación, existe una serie de vivencias e historias que podemos consultar constantemente y que constatan que Dios mismo, desde el principio siendo creador, también es narrador, en la medida en que pronuncia su Palabra y las cosas existen. Estas historias y narraciones las podemos encontrar en “la Historia de las Historias”: La Sagrada Escritura. Afirma el Pontífice que “en este sentido, la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios”.
El mensaje titulado: Para que puedas contar y grabar en la memoria (Ex 10,2), está tomado del Antiguo Testamento y expresa la grandeza de Dios que se comunica permanentemente con su pueblo y realiza grandes signos y prodigios para que estos gocen de la dulzura de Dios, pero también, para que esas mismas experiencias las puedan contar y transmitir a las descendencias futuras.
Entrando ya en el nuevo testamento y refiriéndose a Jesús, el Santo Padre expresa que “el mismo Jesús hablaba de Dios no con discursos abstractos, sino con parábolas, narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana. Aquí la vida se hace historia y luego, para el que la escucha, la historia se hace vida: esa narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma”. Las narraciones de Jesús, que comunican la vida del Padre, tienen la particularidad que donde resuenan siempre generan vida, esperanza, sanación, liberación y nos ayudan sobre todo a configurar nuestra propia vida con la persona de Jesús.
Es por eso que se nos enseña que la historia de Jesús, no es cosa del pasado, sino que sus acciones son tan actuales que siguen obrando en nuestros tiempos, tantos milagros y prodigios que nos permite creer más y más en que Dios mismo hace opción permanente en su Hijo Jesucristo por la dignificación del hombre. Esto nos permite entender que cada historia que nos construimos con miras a la santidad y a la edificación personal y comunitaria “huelen a Evangelio”, porque dan testimonio de la presencia de Dios en nosotros; estas historias, deberían ser contadas para que susciten en otras personas deseos de seguir al Maestro.
Finalmente el Papa nos comparte su reflexión sobre lo que él llama “una historia que nos renueva”. Y afirma que “mientras leemos la Escritura, las historias de los santos, y también esos textos que han sabido leer el alma del hombre y sacar a la luz su belleza, el Espíritu Santo es libre de escribir en nuestro corazón, renovando en nosotros la memoria de lo que somos a los ojos de Dios”. Con esto nos invita a que en la lectura de la Palabra de Dios y la vida de los santos, el Espíritu sigue escribiendo y renovando en nuestros corazones el recuerdo de las obras prodigiosas de Dios para motivarnos a continuar en medio de las dificultades, abriéndonos a los demás. “No se trata, pues, de seguir la lógica del ‘storytelling’, ni de hacer o hacerse publicidad, sino de rememorar lo que somos a los ojos de Dios, de dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones, de revelar a cada uno que su historia contiene obras maravillosas”.
Termina el Santo Padre diciendo: “Oh María, mujer y madre, tú tejiste en tu seno la Palabra divina, tú narraste con tu vida las obras magníficas de Dios. Escucha nuestras historias, guárdalas en tu corazón y haz tuyas esas historias que nadie quiere escuchar. Enséñanos a reconocer el hilo bueno que guía la historia. Mira el cúmulo de nudos en que se ha enredado nuestra vida, paralizando nuestra memoria. Tus manos delicadas pueden deshacer cualquier nudo. Mujer del Espíritu, madre de la confianza, inspíranos también a nosotros. Ayúdanos a construir historias de paz, historias de futuro. Y muéstranos el camino para recorrerlas juntos”.