Hablando de su visita al pueblo Cubano, el Santo Padre expresó que llegó como un «Misionero de la Misericordia», y allí he experimentado la esperanza y la unidad de un pueblo que más allá de toda división y bajo la maternal mirada de la Virgen del Cobre”.
«De allí pasé a los Estados Unidos de América un paso que ha sido emblemático, gracias a Dios un puente se está reconstruyendo». Hablando de las tres etapas cumplidas en los EE.UU., Washington, Nueva York y Filadelfia, el Papa expresó que en ese país ha podido “apreciar su gran patrimonio spiritual y ético, sobre el principio de que todos los hombres son iguales y dotados de derechos inalienables como la vida y la libertad. Estos principios son universales y encuentran en el Evangelio su máximo cumplimiento».
Haciendo hincapié en su visita a la sede de las Naciones Unidas en donde, entre otras cosas, reiteró su llamada al compromiso “concorde y eficaz” por el cuidado de la creación, el pontífice expresó que allí quiso «renovar el apoyo de la Iglesia católica a esta institución en la promoción de la paz, recordando también la importancia de frenar y prevenir toda clase de violencia contra las minorías étnicas y religiosas y contra la población civil».
Su viaje culminó con el Encuentro de las Familias, destacando la “alianza entre el hombre y la mujer como respuesta a los desafíos del mundo actual, siendo a su vez modelo de la gestión sostenible de la creación, sobre los principios comunión y fecundidad con que fue querida e instituida por Dios».
Al concluir su catequesis pidió que encomendemos a Dios los frutos de dicho viaje y “que el ejemplo de san Junípero Serra, nos haga a todos auténticos evangelizadores, que vayan por el mundo compartiendo con todos el amor de Cristo”.