El Papa Francisco ha designado al padre Israel Bravo Cortés, como séptimo Obispo de la Diócesis de Tibú.
El sacerdote Bravo Cortés fue ordenado e incardinado en la Diócesis de Cúcuta el 1 de febrero de 1998; actualmente se desempeña como Vicario General de esta Iglesia Particular y rector de la Basílica Menor Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Cúcuta.
Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo electo de la Diócesis de Cúcuta y el clero diocesano, reciben con gran gozo la noticia publicada el día de hoy desde la Santa Sede. Esta Iglesia Particular agradece a Dios por esta gracia, de que un sacerdote diocesano sea escogido por el Señor para el ministerio episcopal.
Toda la Diócesis, conformada por los sacerdotes, religiosos, seminaristas animadores de la evangelización y los fieles bautizados, se une en oración para que, el Espíritu Santo lo guíe como buen pastor en las tierras del Catatumbo; que el justo san José y Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, lo orienten y acompañen.
Biografía padre Israel Bravo Cortés
El 4 de junio de 1971 nació en El Espinal (Tolima), el sacerdote Israel Bravo Cortés, hijo de la señora Ligia Cortés y el señor José Donato Bravo, quienes tuvieron 10 hijos, de los cuales solo viven cinco (dos mujeres y tres varones, siendo el padre Israel el cuarto en la lista).
A los tres años de edad, su familia se trasladó a vivir a Norte de Santander, buscando mejores oportunidades de vida. Su papá realizó trabajos de agricultura en los corregimientos de Agua Clara, Puerto Santander, La Floresta y Buena Esperanza, hasta que logró comprar una parcela de dos hectáreas y fue esta, el sustento de los Bravo Cortés durante más de 30 años.
Realizó los estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor San José de Cúcuta (1989-1997). Estudió licenciatura en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá) y es licenciado en Filosofía con especialización en Comunicación Social de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Servicios pastorales
– Miembro del equipo de medios de comunicación de la Diócesis de Cúcuta (1996), siendo seminarista.
– Vicario parroquial de San Pedro Claver (1997), siendo diácono.
– Vicario parroquial de Nuestra Señora del Rosario (Villa del Rosario, 1998), una vez ordenado sacerdote.
– Administrador parroquial de San Judas Tadeo (1998) y posteriormente, párroco (1999-2003).
– Delegado episcopal de la Pastoral Juvenil (2000-2003).
– Formador del Seminario Mayor San José de Cúcuta (2005-2011 y 2013-2014).
– Administrador parroquial de San Martín de Porres (Bogotá, 2010-2012).
– Miembro del Colegio de Consultores (2009-2010).
– Párroco de San Luis Gonzaga (2014-2020), posteriormente, rector de la ahora Basílica Menor Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Cúcuta (2020- a la fecha).
– Vicario General (2016- a la fecha).
Una vez conocido su nombramiento, el padre Israel le escribió unas palabras a la Iglesia Particular que le ha sido confiada; a continuación, el saludo del Obispo electo a la Diócesis de Tibú:
A la querida Diócesis de Tibú
“Ostente mihi viam, Domine;
quia ego solum perdidi”.
“Dime, Señor, por dónde;
que yo solo me pierdo”.
Los discípulos cansados de trabajar, pero siempre dispuestos a empezar, escuchan la voz del Señor: lanzan las redes y hacen la pesca más abundante jamás vista. Así lo narra el evangelio de Juan en el capítulo 21. La historia de una jornada diferente, gracias al Señor Jesucristo. Jornadas así también he experimentado en mi propia vida y tal vez, como a los discípulos, cuando estaba pensando en un encargo menor, el Señor me ha llamado a lanzar las redes y ponerme en camino como misionero de la esperanza.
A lo largo de mi existir le he pedido al Señor que guíe mis pasos, que me diga por dónde ir. Sé que solo me pierdo y con Él en mi vida he podido amar y servir con alegría. Hoy Él me pide un nuevo servicio en la Iglesia, así lo entiendo. No soy ni el mejor ni el peor, pero siempre he sido un discípulo de Dios que se atreve a escucharlo y a seguirlo, alguien que se esfuerza por vivir el evangelio y compartirlo con los demás. Así recibo este encargo del Papa Francisco de pastorear la Iglesia Particular de Tibú.
Al recibir mi nombramiento, recordé el fenómeno de los múltiples rayos que iluminan las oscuras noches de la región y que sucede casi todo el año; fenómeno al que los indígenas Motilón Bari dieron en su lengua el nombre de Catatumbo, es decir, casa o refugio de los truenos. Esto me hizo ver que, mientras para algunos los truenos producen temor y hasta suspenso e incertidumbre, para otros son como un faro, una luz que embellece la oscuridad. Con este segundo sentir, quiero ir al Catatumbo: con el deseo de compartir la luz que engalana mi vida y la de muchos creyentes, la luz de Cristo, y poder así poner mis capacidades y fuerzas al servicio de los más pobres y necesitados.
Quiero servir al Catatumbo con el propósito de ayudar a ver la luz que hay en este lugar de Colombia. Una luz que podemos compartir con los demás. Sé que no estaré solo. Sé que ya son muchos los testigos de la fe que han dado su vida por la evangelización de esta Iglesia particular y que hoy son muchos los incansables discípulos misioneros que han cultivado y construido su vida y ministerio en esta tierra: laicos, sacerdotes diocesanos, religiosas y religiosos, misioneros, catequistas, benefactores. Espero seguir contando con su invaluable y vital entrega.
Quiero unirme a ustedes y a los hombres y mujeres de buena voluntad que han resistido en la región a todas las violencias y han insistido que el faro del Catatumbo -más allá de ser un fenómeno de la naturaleza, de su problemática por los cultivos ilícitos o de los conflictos sociales que padece- es el deseo de quienes aquí habitan por superar todas las desigualdades, es la búsqueda de quienes anhelan ardientemente que crezcan entre ellos la justicia y la paz verdaderas. Sé que les anima como único propósito construir una comunidad reconciliada, que viva la caridad y la justicia en condiciones de vida más dignas.
Junto a ustedes, espero crecer en la fe, proclamar la buena nueva que Cristo nos trajo y, sobretodo, insistir en que no podemos dejar que la violencia en todas sus formas apague la luz de la verdad y las grandes esperanzas de todos los hijos e hijas de Dios que habitan aquí.
Que el Señor nos diga por dónde y me de la fuerza para servirlos a todos.
Con afecto,
Israel Bravo Cortés, pbro.