En la Misa del jueves, 22 de septiembre, el Papa Francisco advirtió a los feligreses que se encontraban presentes en la capilla de la Casa Santa Marta que la vanidad “es como una osteoporosis del alma”, pues intenta enmascarar el exterior para ocultar el vacío interior.
“La vanidad es como una osteoporosis del alma: los huesos desde afuera parecen buenos, pero dentro están todos corroídos”, señaló el Sumo Pontífice quien subrayó además que “la vanidad nos lleva al engaño y a enmascarar la propia vida para aparentar, para fingir”.
El Santo Padre mencionó que en el alma pueden surgir dos inquietudes: “La buena: La que nos da el Espíritu Santo y hace que el alma esté inquieta para hacer cosas buenas” y está “la mala: Que es aquella que nace de una conciencia sucia”.
El Papa recordó que las raíces de cualquier mal son la vanidad, la codicia y el orgullo, las cuales dañan la conciencia de la persona haciéndola vivir con miedo e intranquila.
Francisco lamentó que muchas personas lleven una vida de apariencias cuando en realidad tienen osteoporosis por la corrupción que llevan en su corazón.
Al finalizar la homilía, el Papa Francisco recordó que nuestra fuerza y nuestro refugio es el Señor que es “el camino, la verdad y la vida”. Asimismo, el Santo Padre pidió “que el Señor nos libere de estas tres raíces de todos los males, pero sobre todo de la vanidad, que nos hace mucho mal”.