Medellín.- En la memoria de San Pedro Claver, hoy sábado, el Papa Francisco presidió la Solemne Santa Misa del cuarto día de su visita apostólica a Colombia señalando que “la Iglesia en Colombia está llamada a empeñarse con mayor audacia en la formación de discípulos misioneros, así como lo señalamos los obispos reunidos en Aparecida 2007. Discípulos que sepan ver, juzgar y actuar, como lo proponía aquel documento latinoamericano que nació en estas tierras (Medellín 1968)”.
Ante una explanada multitudinaria, donde se previeron instalaciones para dos millones de fieles, el Santo Padre meditó acerca de la vida cristiana como un continuo discipulado y que “este camino de seguimiento supuso en los primeros seguidores de Jesús mucho esfuerzo de purificación”, algunas veces se dispensaban de preguntarse “¿qué es lo que le agrada a nuestro Dios?”.
Francisco señala que la ruta de los cristianos de hoy es la misma de los del ayer que “aprendieron que ir detrás de Jesús supone otras prioridades. El lleva la ley a su plenitud y por eso quiere ponernos en esa dirección, en ese estilo de seguimiento que supone ir a lo esencial, renovarse e involucrarse”.
Tres actitudes en la vida de discípulo
Ir a lo esencial
“No quiere decir ‘romper con todo’ lo que no se acomoda a nosotros […] es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida […] Nuestro discipulado debe partir de una viva experiencia de Dios y de su amor. El discipulado no es algo estático sino un continuo movimiento hacia Cristo, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra”.
Renovarse
“Como Jesús «zarandeada» a los doctores de la ley para que salieran de su rigidez, ahora también la Iglesia es «zarandeada» por el Espíritu para que deje sus comodidades y apegos. La renovación no nos debe dar miedo. «Ecclesia Semper Reformanda». No se renueva a su antojo, sino que lo hace «firme y bien fundada en la Fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia. La renovación supone sacrificio y valentía, no para considerarse mejores o más pulcros, sino para responder mejor al llamado del Señor. En Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz”.
Involucrarse
“Aunque para algunos eso parezca ensuciarse, mancharse. Como David o los suyos entraron en el templo porque tenían hambre y los discípulos de Jesús entraron en el sembrado y comieron espigas, también hoy a nosotros se nos pide crecer en arrojo, en un coraje evangélico que brota de saber que son muchos los que tienen hambre, hambre de Dios, hambre de dignidad, porque han sido despojados. Y, como cristianos, ayudar a que se sacien de Dios; no impedirles o prohibirles ese encuentro. […] la Iglesia no es nuestra, es de Dios. Él es el dueño del templo y del sembrado; todos tienen cabida, todos son invitados a encontrar aquí y entre nosotros su alimento. Nosotros somos simples servidores y no podemos ser quienes impidamos ese encuentro. Al contrario, nos pide, como lo hizo a sus discípulos «denles Uds de comer» (Mt 14, 16) este es nuestro servicio. Bien entendió esto San Pedro Claver, «esclavo de los negros para siempre» fue su lema de vida, porque comprendió, como discípulo de Jesús, que no podía permanecer indiferente ante el sufrimiento de los más desamparados y ultrajados de su época y que tenía que hacer algo para aliviarlo”.
Finalmente, el Santo Padre invitó a todos los presentes “manténganse firmes y libres en Cristo, de modo que lo reflejen en todo lo que hagan; asuman con todas sus fuerzas el seguimiento de Jesús, conózcanlo, déjense convocar e instruir por Él, anúncienlo con la mayor alegría […] seamos simplemente misioneros que llevemos la luz y la alegría del Evangelio a todas las gentes”.