Obispo de Cúcuta: “En medio de una sociedad violenta y dividida, miramos con fe al Sacratísimo Corazón de Jesús”

Fotos: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

El viernes 24 de junio, la Iglesia Católica celebró la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, una devoción extendida por la nación colombiana desde hace 120 años, cuando el país se acogió a la promesa del Sagrado Corazón de dar paz en las familias, en medio de la Guerra de los Mil Días.

Por su parte, la Diócesis de Cúcuta también se acoge entrañablemente a su devoción, al confiar bajo su protección la ciudad que una vez fue destruida por un terremoto. Es por ello que, recuperando la tradición -suspendida por la pandemia-, volvió a reunirse la feligresía en el monumento Cristo Rey, para rendir honor públicamente al Corazón de Jesús, porque en el año 2020 se realizó solo una procesión vehicular, evitando la aglomeración de personas, como lo ordenaba el gobierno nacional.

La banda de marcha Águilas Doradas encabezó la procesión

Desde el monumento ubicado en el barrio La Cabrera, salieron en procesión como familia diocesana: el señor Obispo, Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, diáconos, seminaristas, las Hermandades de Nazarenos, miembros de movimientos apostólicos y fieles bautizados, quienes, con la lectura orante de la Palabra de Dios, elevaron plegarias al Cielo, proclamando fervorosamente sus peticiones al Sagrado Corazón de Jesús.

El punto de llegada fue la Catedral San José, donde se celebró la solemne Eucaristía, presidida por Monseñor, quien recalcó que en este día se consagra la patria, la ciudad de San José de Cúcuta, la Diócesis y cada uno de los fieles al Sagrado Corazón, “rico en misericordia, en el cual se albergan los sentimientos más nobles”.

Monseñor explicó que en el mismo corazón de las personas puede enfermarse y brotar la maldad, la violencia, dañando todo lo que está alrededor; pero “en medio de una sociedad violenta y dividida, miramos con fe al Sacratísimo Corazón de Jesús”, en este día, exhortó a contemplarlo para sanar, para quedar limpios y ser capaces de dar lo mejor de sí.

Renovación de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Atendiendo el llamado de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), de renovar la consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, Monseñor José Libardo, finalizando la Sagrada Eucaristía realizó el acto de consagración ante la imagen del Sagrado Corazón, la cual se llevó durante toda la procesión. “Señor Jesucristo, Rey de amor y Príncipe de la paz, reina en nuestros corazones, en nuestros hogares y en Colombia… ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén”. Fueron algunas de las proclamaciones que realizó Monseñor en el acto de consagración.

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Consagración a nivel nacional 

Por televisión nacional y los medios de comunicación católicos del país, se siguió la transmisión en vivo de la renovación de la consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, desde la Catedral Primada el viernes a las 11 de la mañana, las familias colombianas se unieron en oración para vivir este momento solemne, presidido por el presidente de la CEC y Arzobispo de Bogotá, Monseñor Luis José Rueda Aparicio, quien invitó a la conversión de los corazones y a buscar caminos de diálogo: “En nuestras ciudades, en los territorios que nos están escuchando, que nos están viendo y hacen parte de algún grupo criminal, lo correcto, cualquiera que este sea, por su bien, les pido cambiar de vida, se lo pido en el nombre del Hijo de Dios. Él nunca rechaza un pecador. No nos rechaza, nos acepta, nos sana, nos levanta, nos salva, nos acompaña. Por favor, tomando las palabras del Papa, no caigan en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante el dinero todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad incluso la vida nuestra y la vida de los demás, eso es sólo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá, el dinero no le da la verdadera felicidad ni a su familia, ni a Colombia, ni a la humanidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni en inmortal, para todos, tarde o temprano llega el juicio de Dios.

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