De izq. a der. Pbro. Alonso Rodríguez, Diác. Alonso Ibarra, Mons. Víctor Ochoa, Diác. Jesús García y Pbro. Jhainer Said Urbina. Fotos: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta
En el marco de la celebración del día de la Emperatriz de América y Patrona de México, Nuestra Señora de Guadalupe, la Diócesis de Cúcuta celebró con la Sagrada Eucaristía la ordenación de cuatro nuevos ministros, dos presbíteros y dos diáconos.
Por imposición de manos y Oración Consecratoria de Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, Obispo de Cúcuta, fueron ordenados presbíteros: Jesús Alonso Rodríguez Velosa y Jhainer Said Urbina García. Además, dos nuevos diáconos: Luis Jesús García Velasco y Jesús Alonso Ibarra Montejo.
La Santa Misa se llevó a cabo este miércoles 12 de diciembre en las horas de la mañana, donde sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosas, fieles laicos y familiares de los nuevos servidores del Señor, se hicieron presentes.
“Celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe y en este contexto con inmensa alegría nos congrega el sacerdocio de Cristo… Lo hacemos en una fiesta donde la Santísima Virgen María muestra su amor, el cuidado de Dios para los pueblos”, de esta manera, Monseñor Víctor Manuel Ochoa, dio inicio a la Eucaristía.
En su homilía, Monseñor Víctor, destacó tres principios: primero, Jesucristo es el centro de la celebración eucarística, es el evangelio viviente del Padre, es la buena noticia que transmite la Iglesia. “Así como Cristo escogió a la Santísima Virgen, ha escogido a estos hermanos nuestros, para que sean sacramentos vivos en la historia del mundo, en nuestra historia eclesial. Hombres llamados por Dios en su designio amoroso”. Refiriéndose a los nuevos presbíteros y diáconos.
“En este día y siempre nuestra atención debe centrarse en Jesucristo… Es quien se hace presente en la Palabra que escuchamos, en su Cuerpo y en su Sangre, se hace presente, así como en estos nuevos sacerdotes y diáconos”. Monseñor aseguró que la consagración de los nuevos ministros servirá para que la comunidad miré atentamente a Jesús y le acepte, como el principio y el fin, como el alfa y el omega, “para que Él se haga presente como Pastor y guía”.
El segundo principio que enseña el Obispo de esta Iglesia particular, es que los servidores del Señor “somos ungidos como Cristo, marcados con el sello del Espíritu Santo”; y en tercer lugar, “serán sacerdotes para Cristo”, afirma Monseñor que el camino del presbítero y del diácono es un camino de discipulado, de aprendizaje.
Finalmente, concluye citando a san Juan Diego, quien el 12 de diciembre 1531, la Virgen María le dijo: “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre?…”, le dice Monseñor a los nuevos diáconos y sacerdotes que la Santísima Virgen les ofrece su protección, “no tengan miedo, están bajo el manto de la Madre”.