MONSEÑOR JULIO CÉSAR VIDAL ORTÍZ

16 de julio de 2011 
24 de julio de 2015

  Nació en el municipio de Tierralta, departamento de Córdoba, el 19 de junio de 1944. Realizó sus estudios secundarios en el Seminario Menor de Montería y cursó luego la Filosofía y la Teología en el Seminario Regional «Juan XXIII» de    Barranquilla. Más tarde, ya sacerdote, en la Universidad de San Paciano en Barcelona (España) obtuvo la licenciatura en teología. Fue ordenado sacerdote en su tierra natal, el 7 de abril de 1973, para la Diócesis de Montería.

Octavo obispo de la Diócesis de Cúcuta (2011 – 2015 )

Fue nombrado Obispo Prelado del Alto Sinú el 16 de diciembre de 1993 y consagrado el 18 de febrero de 1994. Cuando la Prelatura del Alto Sinú fue erigida como Diócesis de Montelíbano, el 29 de diciembre de 1998, Monseñor Vidal Ortiz fue designado como su primer Obispo.

El 31 de octubre de 2001, Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Obispo de Montería. El 16 de julio de 2011, Su Santidad Benedicto XVI lo nombró Obispo de Cúcuta.

Fue un apóstol de la paz y el desarrollo, ya que su ministerio estuvo marcado con gran sentido social, debido a que trabajó incansablemente en la búsqueda de la paz, la defensa de los derechos humanos y por el desarrollo de las comunidades.

Fue asesor de Paz del Departamento de Córdoba (1991-2001): estando en la Diócesis de Montelíbano, en 1993, recorrió por completo los territorios golpeados por la violencia de la guerrilla y los paramilitares, «Allí frenó una toma de las AUC al corregimiento de Juan José, jurisdicción del municipio de Puerto Libertador». (El Meridiano de Sucre, 17 de julio de 2011). Fue miembro de la Comisión facilitadora de paz entre el gobierno anterior y las AUC.

En 2011 llega a pastorear la Diócesis de Cúcuta, su labor comenzó por la bendición y entrega de 60 alojamientos temporales para los damnificados de Gramalote, de los 81 que se han entregado en total. Con su gestión logró la Alianza por el Buen Gobierno, y ha promovido la cultura de paz y la defensa de la dignidad humana, a través de la marcha del perdón, organizada por la Diócesis y la marcha de una flor, en alianza con instituciones que defienden la dignidad de la mujer y la equidad de género. Asimismo, lidera un proyecto de juventud para promover su formación integral desde la formación en distintos componentes: sociales, culturales, morales y de proyección social.

El 24 de Julio del 2015, presentó la renuncia de su cargo por dos razones fundamentales: la primera, de carácter pastoral, ante el proceso de revisión y proyección que vive la Iglesia de Cúcuta y la segunda, orientada a su deseo de “cualificar su servicio al Señor y a la Iglesia y su vida”.

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