El día de ayer, el Papa Francisco reanudó las audiencias generales que habían sido suspendidas durante el mes de julio, como es costumbre, con el objetivo de aumentar la acción del Espíritu Santo en la obra de la Redención.
El Papa ha llamado a confiar, como lo hizo la Virgen María en que «nada es imposible para Dios», como expresó el ángel a la Madre de Cristo.
Al finalizar la catequesis en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco dijo: «Si nosotros creemos en esto, haremos milagros». Recordando que la Encarnación por obra del Espíritu Santo fue un hecho que la Iglesia Católica «colocó en el corazón de su Símbolo de fe» en el Concilio Ecuménico de Constantinopla.
Además, mencionó que esta certeza es la fuente de que: «La piedad católica, desde tiempos inmemoriales, ha derivado de ello una de sus oraciones diarias, el Ángelus».
La Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II estableció que este artículo de fe «es el fundamento que permite hablar de María como de la Esposa por excelencia, que es la figura de la Iglesia».
El Sumo Pontífice destacó que, al igual que María primero acogió a Jesús y luego lo dio a luz; la Iglesia debe recibir la Palabra de Dios en su interior antes de predicarla. Sin el Espíritu Santo, la Iglesia no puede avanzar ni cumplir su misión. Además, expresó gran preocupación por la situación en Oriente Medio y pidió el cese del fuego en Gaza. Hizo un llamado a la paz y al perdón en conflictos globales y abogó por la eliminación de discriminaciones étnicas y de género en Pakistán y Afganistán.