Los Obispos de la Iglesia católica en Colombia compartimos desde nuestro corazón de pastores la preocupación por la situación del país. Nos hemos reunido los días 13 y 14 de octubre, en ambiente de oración y de diálogo fraterno, para analizar el momento que vive nuestra patria, para discernir lo que Dios quiere de nosotros y para establecer los caminos pastorales que debemos recorrer. Al término de esta reunión queremos transmitir una voz de ánimo y de esperanza al pueblo colombiano.
En estos días, hemos afianzado nuestra certeza de que es Dios quien dirige la historia y está siempre presente en medio de su pueblo. Con el salmista proclamamos que su misericordia es eterna e invitamos a todos los creyentes a que intensifiquemos nuestras súplicas para que Dios nos conceda sabiduría y fortaleza en las decisiones con las que todos nos debemos comprometer.
La Iglesia católica nunca ha dejado y nunca dejará de anunciar la paz y de trabajar por ella; ésta es un derecho, un deber y una necesidad de todos. Compartimos con los colombianos el anhelo de que pronto se llegue a un acuerdo definitivo con las FARC-EP; tenemos la ilusión de que terminen todos los enfrentamientos armados que han bañado en sangre nuestra tierra, así como los demás factores que han generado y siguen generando injusticia y violencia.
Escuchamos el clamor y nos acercamos a las esperanzas de las víctimas, de los campesinos, de las diferentes etnias, en fin, de todos los que han sufrido las consecuencias del conflicto en las diversas regiones del país. Percibimos en las expresiones de tantas personas, especialmente de niños y jóvenes, el profundo anhelo de un futuro de paz.
Interpretando el sentir del pueblo colombiano, pedimos al Gobierno y a las FARC-EP que se mantenga indefinidamente el cese de hostilidades.
Los Obispos católicos de Colombia, con nuestras comunidades eclesiales, reafirmamos el compromiso con la tarea de la reconciliación y con la construcción de una auténtica paz. La Iglesia católica, al margen de cualquier vinculación partidista, sigue firme en su invitación a que todos trabajemos desinteresadamente por el bien común.
Sentimos la urgencia de tener un proyecto nacional fruto de la participación de todos. Solicitamos al Presidente de la República y a las instituciones responsables del país que acojan los aportes que están surgiendo de diversos miembros de la sociedad, para configurar este proyecto, que dé unidad nacional y que dé respuesta a los múltiples problemas que tenemos.
Para tal fin es imprescindible centrarse prioritariamente en estas situaciones que preocupan hondamente a la nación: la unidad de los colombianos, la defensa de la vida y de la familia, la educación, la participación política, la solidez de la democracia y de las instituciones, las víctimas de la violencia, el narcotráfico, la corrupción, la crisis de la salud, la crisis de la justicia, la inequidad social y la ideología de género.
Es imposible configurar un proyecto común para el país sin determinar y afrontar las causas de los males que hoy nos aquejan. En este sentido, invitamos a que sea tenido en cuenta el mensaje “Artesanos de Paz” de la Asamblea Plenaria del Episcopado del pasado 8 de julio.
Éste es un momento de responsabilidad y de esperanza; hay que seguir adelante, recorriendo juntos los senderos de la reconciliación y la paz. Escuchemos de nuevo las palabras de Jesús en el Evangelio: “Dichosos los que trabajan por la paz” (Mt 5,9). Para este propósito, confiamos en la intercesión de la Santísima Virgen María, que siempre ha acompañado el camino de Colombia.
+ Luis Augusto Castro Quiroga
Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferencia Episcopal
Bogotá, D.C., 14 de octubre de 2016