En el albergue unificado Interferias permanecieron hasta el 8 de noviembre cinco familias que finalmente fueron reubicadas en el Centro de Migraciones; allí la Unidad de Gestión de Riesgo, la Cruz Roja, la Defensoría del Pueblo y la Diócesis de Cúcuta hicieron presencia para ayudar a estos hermanos que enfrentan esta difícil situación.
13 sacerdotes, 8 diáconos, 6 seminaristas del Año de Pastoral, estudiantes del Seminario Mayor, comunidades religiosas y cientos de laicos, junto con el apoyo de la Pastoral Social y el Centro de Migraciones, acompañaron este servicio liderado por la Diócesis de Cúcuta.
El padre Carlos Eduardo Escalante, coordinador del acompañamiento pastoral que se hizo en los diferentes albergues explicó que la Iglesia trabajó en dos direcciones: espiritual y humanitaria. “La Iglesia acompañó todo este proceso de los alojamientos temporales o albergues desde el primer día hasta el último 8 81 días de presencia permanente). Primero con un servicio pastoral, la celebración diaria de la Eucaristía, dirección espiritual, y en un segundo momento la ayuda humanitaria que se brindó a través de la Diócesis de Cúcuta y sus diferentes organismos, especialmente con la Pastoral Social”.
El sacerdote afirmó además que la Iglesia continúa acompañando a los afectados a través de la Pastoral Social de la Diócesis de Cúcuta. Cada una de las familias reubicadas fueron vinculadas a las diferentes comunidades parroquiales. “La Pastoral Social hizo un gran trabajo, ellos organizaron mercados con lo necesario y fuimos canalizando a estos hermanos que iban saliendo de los albergues a los arriendos”, destacó el padre.
La Diócesis de Cúcuta agradece también a todos los hermanos que, haciendo presente la misericordia de Dios, aportaron un grano de arena para que las familias afectadas por la crisis que se vive con el vecino país, lograran permanecer unidas y con lo necesario para sostenerse.