La visita del papa Francisco no solo estuvo marcada por el fervor religioso del país que incluso causó repercusión en la prensa internacional, sino también por la crítica abierta que hizo el Sumo Pontífice a la sociedad, la clase política y eclesiástica al abordar distintos temas delicados.
Su primera misa ya dejaba frases que causaban la sorpresa de muchos. En el Coliseo de Madre de Dios, tocó el asunto de las esterilizaciones forzadas. “Es necesario alzar la voz a la presión que organismos internacionales hacen sobre ciertos países para que promuevan políticas de reproducción esterilizantes. Estas se ceban de una manera más incisiva en las poblaciones aborígenes”, afirmo
En Trujillo, un día después volvía a marcar la agenda de la prensa al tocar por primera vez la problemática del feminicidio. “Mirando a las madres y a las abuelas, quiero invitarlos a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio”, instó.
Pero no solo se concentró en los problemas sociales; también provocó a la clase política al abordar nada menos que en Palacio de Gobierno el tema de la corrupción. Es más, un día después, también en la capital, incluso abordaría el tema de Odebrecht.
El Papa alertó que en gran parte de Latinoamérica la política “sufre una gran decadencia” de tal magnitud que el caso Odebrecht termina siendo una “anécdota chiquita”.
“¿Qué le pasa a Perú que cuando uno deja de ser presidente lo meten preso?”, expresaba así su sorpresa por la situación de los exgobernantes peruanos.
“Humala está preso, Toledo está preso [con pedido de prisión preventiva]. Fujimori estuvo preso hasta ahora. Alan García está que entro y que no entro”, comentó el Sumo Pontífice durante su reunión con los obispos peruanos en el Palacio Arzobispal.