En su homilía matutina de la casa Santa Marta, este lunes, el Papa Francisco insistió en la necesidad de dejarnos transformar por Jesús, y saber dar nombre y apellido a nuestros pecados.
Tras explicar que con la ayuda de Jesús uno puede cambiar de vida si reconoce su pecado y quiere comenzar de nuevo, el Papa señaló que cuando uno se confiesa y después sigue igual… cuando uno no se deja re-crear por el Señor, pasa a creer que con dos pinceladas de pintura se ha resuelto la historia.
“No, mis pecados tienen nombre y apellido: yo hice esto, esto y esto, y siento vergüenza en el corazón y abro el corazón”. Porque “siempre tratamos de esconder la gravedad de nuestros pecados”, por ejemplo disminuyéndolos, como cuando disminuimos la gravedad de la envidia, que “es una cosa horrible, como el veneno de la serpiente”, que intenta “destruir al otro”.
Retomando las lecturas del día precisó que “se nos habla de renovación” y “era lo que el Pueblo de Israel esperaba del Mesías”.
La gente “no lo seguía porque estaba a la moda: lo seguía porque el mensaje de Jesús llegaba al corazón”. Y añadió que “Jesús no solo cambiaba lo feo en hermoso, de lo malo en bueno: Jesús hizo una transformación”. No era “un problema de maquillaje”.
Finalmente, Francisco compartió una historia que contaba de un hombre santo estudioso de la biblia, que tenía un carácter muy fuerte, que profería palabras de ira, pero pedía perdón al Señor. Y después de cada penitencia le preguntaba:
-¿Estás contento Señor?
– No, le respondía.
– Pero te he dado todo.
– No, falta algo, le respondía.
Así este pobre hombre hacia otra y otra penitencia y se sentía repetir:
– No, falta algo.
– ¿Pero que falta Señor?
– Faltan tus pecados. Dame tus pecados, le dijo.
“Esto es lo que el Señor nos pide: dame tus pecados y te haré un hombre nuevo y una mujer nueva. Que el Señor nos de fe para creer en esto”.
Fuente: ACI/Zenit