Iniciamos un nuevo año litúrgico con el Tiempo del Adviento

El tiempo litúrgico del Adviento es el tiempo de la espera de la acción divina, la espera del gesto de Dios que viene hacia nosotros y que reclama nuestra acogida de fe y amor.

ESTRUCTURA LITURGICA DEL ADVIENTO

a. Desde el primer domingo de adviento hasta el 16 de diciembre se resalta más el aspecto escatológico, orientado el espíritu humano hacia la espera de la gloriosa venida de Cristo.

b. Del 17 al 24 de diciembre, tanto en la misa como en la liturgia de las horas, todos los textos se orientan más directamente a preparar la navidad. Los dos prefacios de adviento expresan acertadamente las características de una y otra fase. En este tiempo litúrgico destacan de modo característico tres figuras bíblicas: el profeta Isaías, Juan Bautista y María.

Una antiquísima y universal tradición ha asignado al adviento la lectura del Profeta Isaías, ya que en él más que en los restantes profetas, resuena el eco de la gran esperanza que confortará al pueblo elegido durante los difíciles y transcendentales siglos de su historia.

Durante el adviento se proclama las páginas más significativas del libro de Isaías, que constituyen un anuncio de esperanza perenne para los  hombres de todos los tiempos. Juan el Bautista es el último de los profetas, resumiendo en su persona y en su palabra toda la historia anterior en el momento en que esta alcanza su cumplimiento. Él es el signo de la intervención de Dios en su pueblo; como precursor del Mesías tiene la misión de preparar los caminos del Señor, de anunciar a Israel el conocimiento de la salvación, y, sobre todo, de señalar a Cristo ya presente en medio de su pueblo.

El adviento es por tanto, el tiempo litúrgico en el que se pone felizmente de relieve la relación y cooperación de María en el misterio de la redención. Es así que, la solemnidad de la inmaculada concepción, celebrada al comienzo del adviento (8 de diciembre), no es un paréntesis o una ruptura de la unidad de este tiempo litúrgico, sino parte del misterio. Pues, María inmaculada es el prototipo de la humanidad redimida, el fruto más esplendido de la venida redentora de Cristo. Pues ella, como canta el prefacio de la solemnidad, quiso Dios que “fuese… comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo llena de juventud y de limpia hermosura”.

El color de los ornamentos o vestidura del sacerdote es el morado, que simboliza austeridad, penitencia y espera. Del mismo modo, pedagógicamente,  la liturgia presenta cuatro temas relevantes en este tiempo:

a. 1º Domingo, la vigilancia en espera de la venida del Señor.  Por ello, durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: «Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento». También, en esta semana, cada familia al igual que cada comunidad parroquial, enciende la primer  vela  de  la  Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

b. 2º Domingo, la conversión. Es el llamado fuerte que hace la predicación de Juan Bautista. Es por eso que esta segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: «Preparen el camino, Jesús llega». Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.

c. 3º Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. La liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: «¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?” Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

d. 4º Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a «Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo». Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.

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