En estos tres nuevos puntos de acompañamiento se ha avanzado en la caracterización de los migrantes forzados, con el objetivo de articular acciones de atención integral con la institucionalidad. De otra parte, se ha apoyado en la reubicación de nacionales que tienen familias en la capital nortesantandereana y en otras ciudades del país.
En estos centros, al igual que en los alberges habilitados en Cúcuta: Centro Migraciones Diocesano y Colegio Municipal; en la parroquia san Pedro Apóstol (corregimiento La Parada – municipio Villa del Rosario), casa del adulto Mayor ‘Las Margaritas’ (corregimiento La Parada – municipio Villa del Rosario) y en Morichal (municipio Villa del Rosario), la Diócesis se encuentra acompañando social, pastoral y espiritualmente a la comunidad allí albergada.
En el Colegio Municipal, a través de la Pastoral Social Diocesana, brinda la atención psicosocial y espiritual y apoya la alimentación, acompañamiento que realiza en todos los sitios dispuestos para la atención de esta población en situación de vulnerabilidad.
A corte 26 de agosto, la población acompañada en los distintos puntos supera las 1048 personas, cifra oficial. 218 personas en el colegio Municipal; 150 en el Centro de Migraciones; 25 en la parroquia San Pablo Apóstol; 370 en la casa del adulto Mayor; 300 en Morichal; 110 en los dos nuevos albergues de Juan Frío, 20 en Santa Cecilia.
La Diócesis de Cúcuta continúa sirviendo en la crisis humanitaria registrada esta zona de frontera. Reactivará el voluntariado católico; realizará una colecta económica este domingo 30 de agosto en todas las parroquias de la Diócesis, destinada a atender necesidades urgentes de la población afectada; continuará la campaña de recolección de alimentos no perecederos y de útiles de aseo; mantendrá su participación en la Mesa Humanitaria Unificada, acompañará el proceso de reubicación, velará por la tención digna de la población en todos los albergues reportados y de los migrantes forzados.
Hacemos todo esto mirando en el rostro, de estos hermanos que sufren, a Cristo, acogiéndolos, sirviéndoles, viviendo con ellos las palabras de san Pablo: “ “La caridad de Cristo nos urge” ( 2Cor 5, 14).