HISTÓRIA

  Nos remontamos a la época en la que los cuando los españoles iniciaron la conquista del territorio colombiano, el grupo étnico más importante era el de los Chibchas, ubicado en las altiplanicies centrales; pero había otros indígenas, los Taironas, al norte, y los Paeces, al sur.

  En aquel momento la presencia de los misioneros católicos coincidió con el avance de los conquistadores. Los territorios de indios por evangelizar se denominaron “Doctrinas”, puesto que la finalidad principal era adoctrinar o enseñar la religión católica.

  Las Doctrinas se formaron a partir de grupos de indios que por concesiones del rey de España se “encomendaban” al cuidado material y espiritual de los españoles, que por ello se llamaron Encomenderos.

   En el siglo XVI surgieron muchas “doctrinas” en el territorio colombiano cuya solicitud espiritual fue encomendada en manos de Franciscanos, Dominicos, Agustinos y Jesuitas.

   El poblamiento del nororiente del país se inició con la fundación de Pamplona, el 1 de noviembre de 1549, cuando el Gobernador del Nuevo Reino, Miguel Díaz de Armendaris, envió a Ortún Velásquez de Velasco y a Pedro de Orsúa, para que fundaran un pueblo que le sirviera de asiento para futuras conquistas. El pueblo se llamó Nueva Pamplona.

    Para la erección parroquial en aquel entonces, jurídicamente se necesitaba cumplir los siguientes pasos:

  • Que los vecinos dieran poder a otro vecino o a un abogado que litigara ante la Real Audiencia y Arzobispado de Santafé.
  • Escritura de donación del terreno donde se construiría el casco urbano de la nueva parroquia.
  • Escritura donde los vecinos hipotecaban parte de sus bienes para garantizar la congrua del cura y el mantenimiento de las cofradí
  • La escritura de compromiso de financiación de las obras materiales que le daban cuerpo real a la parroquia, como el templo, la casa cural, la cárcel, la plaza y el trazado de las primeras calles, entre otras.

   Seguidamente, se realizaba la visita de un comisionado del Arzobispo, que examinaba la necesidad real de la erección de la nueva parroquia, y la capacidad material de los vecinos para mantenerla.

   La escritura de donación de terrenos que se hizo por parte de Juana Rangel de Cuéllar ha sido interpretada por muchos historiadores cucuteños como el “acta de fundación” de Cúcuta, cuando sólo fue uno de los requisitos que se debía anexar a la solicitud de erección de la parroquia. El acta de donación se protocolizó ante el capitán Juan Antonio Villamizar y Pinedo, alcalde más antiguo del cabildo de Pamplona, que ejercía jurisdicción política sobre la región.

   La Carta Poder, uno de los documentos más representativos del proceso de erección parroquial, fue otorgada, el 25 de junio de 1733, en lónchala a Nicolás Dávila Maldonado, abogado de la Real Audiencia de Santafé, al capitán Josepth Sánchez y Manuel Núñez, vecinos de Santafé, para que realizaran los trámites pertinentes.

   Entre los argumentos que esgrimieron estos vecinos estaban:

• Conflictos con los indígenas del Pueblo de Indios de Cúcuta.

• La distancia que tenían que recorrer para ir hasta la capilla doctrinera del Pueblo de Indios de Cúcuta a cumplir con los preceptos religiosos.

• El impedimento físico que les representaba cruzar el río en épocas de lluvias, dado que no había puente ni cabuya para atravesarlo.

   También remitieron las escrituras de obligación de 4.000 petacones de a ocho reales de principal, que redundarán los 200 pesos anuales para la congrua del cura; el compromiso formal de construir un templo y ornamentarlo de todo lo necesario.

   También se comprometieron a fundar las Cofradías del Santísimo, de las Ánimas, de la Virgen María, en cualquiera de las advocaciones, y la del patrono “el Patriarca San Joseph”.

   Finalmente, solicitaron les permitieran postular al que sería el primer párroco. Propusieron en primer lugar a Salvador de Cáceres; en segundo lugar a Pedro Gómez Zapata, cura doctrinero del pueblo de Cúcuta, y en tercer lugar a Diego Ramírez de Rojas, clérigo presbítero.

   El 23 de octubre de 1733, en Santafé, Antonio Claudio Álvarez de Quiñones, Arzobispo del Nuevo Reino, revisó el expediente presentado por Dionisio Osorio, apoderado de los títulos de Nicolás Dávila Maldonado y los remitió al Provisor Fiscal del Arzobispado, quien proveería la legitimidad y justicia del proyecto propuesto. Conceptuó favorablemente y sugirió que mientras se construía el templo, el cura doctrinero de Cúcuta nombrara un teniente suyo para que administrara sacramentos y dijera misa en la capilla que los parroquianos habían construido en Guasimal. El 20 de agosto de 1734, se presentó en Guasimal el licenciado Diego Antonio Ramírez de Rojas, quien después fue el primer párroco, atendiendo el mandamiento del Arzobispo.

   Su condición era la de Teniente del maestro Pedro Gómez Zapata, cura y vicario del pueblo de Cúcuta.

CREACIÓN DE LA PARROQUIA SAN JOSÉ

   Satisfechos y optimistas por la expedición del título parroquial, los agregados del valle de Cúcuta se encontraron con otra realidad, “no contaban con un principio de obra de templo parroquial”. Por tal razón, y como había quedado testimoniado en la escritura de compromiso, asumieron la responsabilidad.

   Juan Jacinto Colmenares y Francisco de Rangel fueron los mayores financiadores, y entre los dos aportaron el 23 por ciento de los dineros y un “ornamento completo”. Doña Juana Rangel de Cuéllar dio $10 y un “ornamento completo”. La mayor parte de los vecinos (45 por ciento) hicieron aportes iguales a 5 petacones, y el 36 por ciento restante entregó entre 6 y 10 petacones.

   El 50 por ciento de los feligreses se comprometió a pagar peones para la construcción del templo, varios pusieron de a dos, y el 50 por ciento restante se comprometió a ayudar personalmente en los trabajos que demandara la construcción del templo.

   El primer templo fue muy modesto. Sus paramentos de madera, lata, caña, bejuco y barro, con cubierta de palma, no fue más que una casa de bahareque, empañetada y blanqueada, con sus puertas y ventanas, estructurada con sacristía, presbiterio y nave principal.

   Pero esta modesta construcción, estuvo llena de solidaridad y empuje, características nativas de los cucuteños. La naciente Villa, continuó su camino de desarrollo.

   El 1 de julio de 1863, José Miguel Crespo elaboró un plano topográfico de San José de Cúcuta y lo presentó al Ayuntamiento Municipal. A mediados del siglo XIX se posesionó como párroco Domingo Antonio Mateus y asumió la construcción del templo de San José “con alma, vida y sombrero». Los constructores fueron los ingenieros bogotanos Pascual Pinzón y Gregorio Peña. Mayordomo fue Antonio Ángel, que también desempeñaba el cargo de sacristán del templo San Juan de Dios.

   El estilo de las torres le dieron a la construcción un aspecto castrense, pero los arcos de medio punto y los contrafuertes le añadieron un inconfundible toque romántico. El clero era propietario de la manzana en la que estaba el templo. Durante la construcción el lote se parceló para obtener recursos para la financiación del proyecto.

   El templo de San José, erigido sobre el costado oriental de la plaza principal (sin nombre), “estaba terminado a comienzos de los años 70 del siglo XVII”. Después de unos días donde se sintieron algunos presagios, el martes 18 de mayo de 1875 sucedió en Cúcuta, el hecho más luctuoso de la ciudad, el terremoto.

   El 22 de mayo de 1875, el Arzobispo de Bogotá, Vicente Arbeláez envió una carta al tener conocimiento del infortunio, como medio eficaz para provocar la caridad cristiana alrededor de los sobrevivientes.  La carta del Primado de Colombia es el más bello homenaje de simpatía a la noble ciudad de Cúcuta con motivo del “terrible siniestro que llevó la desolación y la muerte a esos ricos y hermosos valles en donde Dios había derramado la hermosura, la fertilidad y la abundancia”.

   Trascurrido un tiempo, los cucuteños iniciaron la reconstrucción de la ciudad. La Asamblea legislativa del Estado Soberano de Santander, del cual formábamos parte, emitió una ley que en el capítulo III, artículo 28 decía:

“La nueva ciudad de San José de Cúcuta se reedificará en el punto o sitio que ocupaba la antigua población, consultando en cuanto sea posible la misma situación de las plazas y edificios públicos”.

Se reiniciaron así, los trabajos de construcción del templo de San José, en 1905, de la mano del párroco Demetrio Mendoza.

Fueron más de 50 años de arduo trabajo que resumiremos en las siguientes notas históricas:
• En enero de 1909, se inició el encerchado o enmaderado del techo. El párroco Elías Caballero, quien se había posesionado el 27 de diciembre de 1906, pudo ejecutar la obra gracias a lo producido por unas rifas a las que se consideran las primeras loterías que se jugaron en la ciudad. Se rifaron mensualmente $400, con boletas a $0,50 cada una.

El premio mayor era de $200, y dos premios de $100 para el número anterior y el posterior al mayor. El primer sorteo fue el 25 de octubre de 1908, saliendo ganadora la boleta con el número 1188, cuya tenedora fue Alicia de Meoz, esposa del médico Erasmo Meoz.

• El 10 de mayo de 1907, se bendijo el arco toral del altar mayor.

• El 29 de junio de 1908, terminado de techar el altar mayor y una parte de la nave central, se celebró la primera eucaristía; la segunda, fue el 16 de julio de 1908, al terminarse el techado de la obra, y la tercera, el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen, en acción de gracias por haber terminado el pañetado de las paredes del templo.

• El 7 de septiembre de 1913, en la esquina de la avenida cuarta con calle diez, casa de la familia Serrano Villamizar, se abrió al público una exhibición religiosa con imágenes sagradas y ornamentos religiosos que los cucuteños habían obsequiado con destino a la dotación del templo.

• El 28 de noviembre de 1915, “sonaron por primera vez”, las campanas obsequiadas por el comerciante Felipe Cristancho.

• El Concejo de Cúcuta expidió, el 30 de septiembre de 1923, un Acuerdo en el cual confiaba la administración del cementerio católico a la parroquia de San José.

• El 22 de noviembre de 1923, monseñor Rafael Afanador y Cadena inició visita pastoral a Cúcuta y de allí continuó su gira por las parroquias de los pueblos de occidente pertenecientes a la Diócesis de Pamplona.

• El 7 de junio de 1926, llegó a la ciudad en visita pastoral monseñor Rafael Afanador y Cadena.

• El 3 de octubre de 1926, José Santos Valderrama, párroco de San José, organizó un bazar en el parque Santander para reunir fondos para la construcción de una capilla en el barrio Carora.

• El 15 de noviembre de 1926, monseñor Rafael Afanador y Cadena dividió la parroquia de San José en dos y creó la de San Antonio de Padua. La primera, considerada como central, tuvo por límite la avenida octava. Para San José fue designado como párroco Luis Jesús Quiroz, y para la de San Antonio, Juan Nepomuceno Gélvez. Tomaron posesión el 10 de enero de 1927, día que se inauguró solemnemente la parroquia de San Antonio.

• El 10 de mayo de 1927, monseñor Rafael Afanador y Cadena inició la visita pastoral a Cúcuta.

• El 4 de marzo de 1928, fue bendecido y estrenado un moderno órgano obsequiado por los esposos Rudesindo Soto y Amelia Meoz.

• El 16 de julio de 1930, los choferes de la ciudad proclamaron a la Virgen del Carmen como patrona y se acogieron a su advocación. Ese día se realizó por primera vez un desfile de vehículos por las calles de la ciudad.

• El 18 de enero de 1931, el párroco Alfredo Cala Phillips organizó un bazar para reunir fondos para la construcción de la torre que faltaba. Como dato curioso, “se ideó un laberinto de cañas a donde el que entraba se perdía después de seguir las vueltas que en espiral daban los varios caminos que se seguían. Cuando un perdido ya cansado pedía auxilio para salir del laberinto, debía cancelar una cantidad de dinero».

• El 10 de agosto de 1932, Luis Francisco Villamizar, párroco de Arboledas, fue promovido a la parroquia de San José en remplazo de Pedro Ramón Álvarez, quien había fallecido. Como no fue posible el traslado del padre Villamizar, se nombró a José Rosario Carvajal.

• El 22 de agosto de 1934, el Vicario general de la diócesis de Nueva Ramplona, Francisco de Paula Cortés, fundó en Cúcuta la “Acción Católica”. Inicialmente los afiliados fueron hombres.

• El 5 de octubre de 1934, se produjo un incendio en el interior del templo que destruyó una de las capillas laterales. Como se supo que había sido producido por manos criminales, el Obispo de Pamplona ordenó la suspensión del culto hasta tanto se investigara la profanación.

• El 15 de mayo de 1939, fue designado párroco Daniel Jordán en remplazo de Isidoro Miranda.

• El 2 de noviembre de 1939, fue designado Obispo de Barranquilla el sacerdote cucuteño Luis Pérez Hernández.

• El 12 de marzo de 1940, los esposos Rudesindo Soto y Amelia Meoz obsequiaron $50.000 para la construcción del templo.

• El 18 de octubre de 1941, se conmemoraron 50 años de haber llegado a Cúcuta las Hermanas de la Caridad. El Gobernador dictó el Decreto 385 del 15 de octubre, asociándose a la efemérides.

• El 5 de agosto de 1943, manos profanas se llevaron las arquillas del templo.

• La Ordenanza 4, del 18 de mayo de 1943, dio $5.000 para ayudar a la construcción del templo.

• La Ordenanza 17, del 14 de junio de 1944, auxilió con $5.000, los trabajos de construcción del templo.

• El 18 de mayo de 1945, al celebrarse 70 años del terremoto de Cúcuta, el párroco Daniel Jordán celebró solemnemente varios oficios fúnebres.

• El 1 de noviembre de 1945, monseñor Luis Pérez Hernández fue designado Obispo auxiliar de Bogotá.

• La Ordenanza 12 del 10 de noviembre de 1950, auxilió con $50.000 las obras parroquiales.

• El 7 de junio de 1946, a las 11:30 a.m., se desató en el interior del templo un incendio de grandes proporciones que dañó parte del techo. Una viga cayó y volvió pedazos el púlpito de mármol que había traído el sacerdote Demetrio Mendoza.

• Mediante el Decreto 713 de 1951, el gobernador Moneada Rojas concedió un auxilio de $10.000 para continuar la construcción del templo.

• El 1 de febrero de 1951, circuló en la ciudad la noticia sobre la creación de la Diócesis.

• El 1 de octubre de 1950, el párroco Daniel Jordán viajó a Roma. Regresó el 10 de junio de 1952.

• Por medio del Decreto 1406 del 17 de junio de 1952, el Presidente de la República dio cumplimiento a la Ley 1a de 1952, que dispuso que el último viernes de junio, sería remunerado y de descanso obligatorio al consagrarlo al Sagrado Corazón de Jesús.

• Mediante el Decreto 951 del 24 de noviembre de 1952, monseñor Crisanto Luque, Arzobispo Primado de Bogotá fue elevado por el Papa Pió XII, a la dignidad de Cardenal. Fue el primer Cardenal colombiano.

• Para arreglar la fachada del templo de San José, el municipio auxilió con $10.000 al párroco Daniel Jordán.

• El 18 de mayo de 1950, al cumplirse 75 años del terremoto de Cúcuta, la imagen de Nuestra Señora de Cúcuta fue coronada y se dispuso que el último domingo de mayo fuera la fiesta patronal. Se reconoció a San José como el patrono y a Nuestra Señora de Cúcuta, como la patrona. La imagen es una linda talla de estilo quiteño, ubicada en un altar lateral de la Catedral San José.

• El 1 de mayo de 1954, el alcalde Miguel García Herreros auxilió con $10.000 la terminación de la fachada del templo de San José.

• El 30 de junio de 1955, se celebraron los 50 años de la fundación de la Adoración Nocturna en la parroquia de San José. El 1905, la había establecido el sacerdote Demetrio Mendoza.

• En la celebración de la Semana Santa de 1956, se estrenó el paso “El Descendimiento”. Las seis imágenes con las andas y los candelabros fueron elaboradas en Cúcuta, en los talleres San Jorge, de Juan Ferrer, escultor valenciano; Simón Galindo, ebanista aragonés, y Jaime H. Bacca, tallista bogotano, ayudados por obreros cucuteños. La familia Abrahim costeó el paso como homenaje al Redentor y tributo agradecido a Cúcuta, su segunda patria.

• La Bula papal que creó la Diócesis de Cúcuta erigió en Catedral el templo de San José.

LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO

   Los agregados del valle de Cúcuta se encontraron con una realidad, «no contaban con un principio de obra de templo parroquial». Ellos por consiguiente asumieron la responsabilidad.

   Juan Jacinto Colmenares y Francisco de Rangel fueron los mayores financiadores, y entre los dos aportaron el 23 por ciento de los dineros y un «ornamento completo». Doña Juana Rangel de Cuéllar dio $10 y un «ornamento completo». La mayor parte de los vecinos (45 por ciento) hicieron aportes iguales a 5 petacones, y el 36 por ciento restante entregó entre 6 y 10 petacones.

   El 50 por ciento de los feligreses se comprometió a pagar peones para la construcción del templo, varios pusieron de a dos, y el 50 por ciento restante se comprometió a ayudar personalmente en los trabajos que demandara la construcción del templo.

   A mediados del siglo XIX se posesionó como párroco Domingo Antonio Mateus y asumió la construcción del templo de San José «con alma, vida y sombrero».  El estilo de las torres le dieron a la construcción un aspecto castrense, pero los arcos de medio punto y los contrafuertes le añadieron un inconfundible toque romántico. El clero era propietario de la manzana en la que estaba el templo. Durante la construcción el lote se parceló para obtener recursos para la financiación del proyecto.

LA DIÓCESIS DE NUEVA PAMPLONA

   En la organización de la Iglesia ocupa un lugar imprescindible y necesario, el establecimiento y presencia de los obispos con las Diócesis.  Las primeras que se erigieron en Colombia fueron las de Santa Marta, el 9 de enero, y Cartagena, el 24 de abril de 1534, por Clemente VII; Popayán, el 1 de septiembre de 1546, por Paulo III, y Santa Fe, el 11 de septiembre de 1562, por el papa Pío IV. El 31 de agosto de 1804, Pío VII creó la de Antioquia y, en 1859, Pío IX creó la de Pasto.

   El 25 de septiembre de 1835, el papa Gregorio XVI creó la Diócesis de Nueva Pamplona, (sexta en ser erigida) separándola de la Arquidiócesis de Bogotá, que adquirió esa categoría el 22 de marzo de 1564, mediante Bula de Pío IV

   Desde la fundación, en 1549, Pamplona se constituyó en el centro evangelizador del oriente colombiano y de los andes venezolanos, pues paralela a la acción colonizadora se desarrolló la evangelización de los aborígenes. Un extenso ¬territorio estuvo durante la Colonia bajo la guía del Vicario de Pamplona. Fundada la Arquidiócesis de Santa Fe, Nueva Pamplona quedó adscrita a esa jurisdicción eclesiástica. Formó, luego, parte de la Diócesis de Mérida (Venezuela) y en la época de la independencia monseñor Lasso de la Vega, frecuentó la ciudad.

  En varias oportunidades algunos miembros de la sociedad cucuteña manifestaron la aspiración de ser la ciudad capital de Diócesis y para lograrlo era claro que habían dos caminos:

-Creación de la cocátedra de Cúcuta, de modo que el nombre de la parcela sea Pamplona-Cúcuta, como sucedió en Santander con El Socorro y San Gil.

-Creación de la Diócesis de Cúcuta, desmembrándola del territorio de Nueva Pamplona.

Pero tanto los feligreses, como las autoridades civiles y administrativas expresaron el deseo y la necesidad de que Cúcuta fuera erigida en Diócesis.

El 11 de diciembre de 1955, los consejeros administrativos del departamento Vergel Pacheco, Parra Bolívar y Ferrero Lemus presentaron ante el Consejo Seccional la siguiente proposición:

“El Consejo Administrativo de Norte de Santander, interpretando el anhelo del pueblo católico del departamento, vería con agrado una nueva división eclesiástica que consulte nuestras necesidades actuales, que redunde en mejor bien espiritual para esta sección del país y le dé una más espléndida administración eclesiástica.

   Las múltiples y graves razones impuestas por el desarrollo demográfico, cultural y religioso de nuestros pueblos, que no se escapan a la sabiduría y prudencia de la iglesia, hacen aconsejables la erección de la Diócesis de Cúcuta, capital del departamento; la de Ocaña, segregándola de la de Santa Marta, que actualmente no coincide con la división político-administrativa del país, y por último, la erección del Arzobispado de Pamplona, cuyas tradiciones de ilustre sede, madre espiritual de la Diócesis de Bucaramanga, de las Prelaturas de Labateca y Bertrania (Tibú), la señalan como digna de tan alta distinción.

   Transcríbase en nota de estilo al señor Nuncio de Su Santidad, al excelentísimo señor embajador de Colombia, ante la Santa Sede, a los excelentísimos Obispos de Pamplona, Bucaramanga y Santa Marta, al excelentísimo Prefecto Apostólico de Labateca y el excelentísimo Prelado del Catatumbo”.

   Cuando su santidad Pío XII comunicó la Bula Pontificia en el periódico L’Osservatore Romano, el 29 de mayo de 1956, modificó la división eclesiástica del departamento y efectuó los siguientes nombramientos:

• Monseñor Rafael Afanador y Cadena, Arzobispo de Pompeópolis, en Sicilia.

• Monseñor Bernardo Botero Alvarez, Arzobispo de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona (estaba de Obispo de Santa Marta).

• Monseñor Luis Pérez Hernández, Obispo de la Diócesis de Cúcuta.

• Monseñor Norberto Forero y García, Administrador Apostólico de Pamplona, trasladado de Obispo a la Diócesis de Santa Marta.

   Junto con la Diócesis de Cúcuta y la Arquidiócesis de Pamplona, fue creada la Diócesis de Girardot como sufragánea de Bogotá y con territorio de esa Arquidiócesis. El primer obispo fue Alfredo Rubio Díaz.
En 1954, el Nuncio Apostólico, monseñor Paulo Bertoli, quien había remplazado a monseñor Antonio Samoré, planteó a la Santa Sede la conveniencia de la creación de la Diócesis de Cúcuta. Una de las razones que expuso fue que “el obispo de Nueva Pamplona, monseñor Rafael Afanador y Cadena está entrado en años y el gobierno de la Diócesis está a cargo del Administrador Apostólico, monseñor Norberto Forero y García”.

   La Nunciatura Apostólica realizó las consultas pertinentes y envió la información recogida a la Santa Sede quien resolvió acceder a los deseos de la Nunciatura y para indemnizar en cierto modo a la Diócesis madre, le dio la categoría de Arquidiócesis.

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