Los prelados pidieron a los presidentes de los dos países entablar “un diálogo que permita contraer compromisos concretos y a largo plazo (…) La frontera Colombo-Venezolana nunca ha sido una línea divisoria sino escenario fehaciente de una cultura de convivencia, progreso y fraternidad”, enfatizaron los obispos, quienes también precisaron que “los graves problemas existentes en la zona fronteriza compartida por ambos países: redes de delincuencia organizada, tráfico de personas, grupos irregulares, tráfico de drogas, contrabando, corrupción pública y privada, no se resuelven por la vía de la fuerza”.
De otra parte, rechazaron todo exceso que atente contra la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales, han pedido que se deje de lado «toda ofensa o expresión descalificadora que pueda contribuir a conductas de tipo xenófobo» y advirtieron que la militarización de las fronteras y la judicialización trae consigo «riesgos impredecibles».
Finalmente, reafirmaron “su solidaridad con los más pequeños y hacemos nuestros sus dolores y angustias con la confianza que de Dios llegará el consuelo, pero también las luces que iluminen a quienes tienen que tomar las decisiones a su favor”.
“Es necesario que los derechos humanos de cada quien, cualquiera que sea su condición, nacionalidad o credo sean respetados. Hay una razón fundamental para ello y es que somos hijos de Dios, con una dignidad propia recibida de Él mismo”.