Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid
Este año en nuestra Diócesis de Cúcuta, estaremos en la ESCUELA DE JESÚS, escuchándole, trayendo a nuestra vida sus enseñanzas, viviendo su Evangelio y procurando ser sus discípulos como hijos de la Iglesia. Es necesario comprender el sentido de esta expresión.
En la Sagrada Escritura encontramos claramente la figura de Nuestro Señor Jesucristo como DIDASCALOS (Maestro). Esta expresión la encontramos 58 veces, de ellas 48 en los Evangelios. También, repasando la Sagrada Escritura aparece, referido a la figura de Jesús el verbo DIDASKEIN (enseñar). Estas referencias se encuentran dirigidas directamente a Jesús que en el contexto social y religioso de su época aparace como un Maestro de Israel, como alguien que enseña y propone una doctrina de vida, comprendida y seguida por muchos en el Pueblo de Dios. No resulta pues extraño poder hablar de la ESCUELA DE JESÚS. Él, como MAESTRO quiere y desea enseñarnos.
Era común que los judíos piadosos y conocedores de la Escritura asumieran de forma precisa y clara, la condición de Maestros de la Ley, enseñando claramente la doctrina de la TORAH (los cinco primeros libros de la Biblia) y sus comentarios, concretamente el llamado TALMUD, en el cual se recopilan las distintas discusiones de las escuelas que se van consolidando en el pueblo de Israel.
Jesús es llamado MAESTRO (Mc 9, 5; 10, 51) Muchas veces Jesús hace referencia a cuantos han enseñado en Israel y en los evangelios tenemos referencias de aquellos que son doctores y maestros de la ley. Él, Jesús, camina por plazas, por los caminos habiendo llamado y dirigido su invitación a seguirle, en forma personal, y concretamente a los discípulos. El tema de la elección es fundamental en esta tarea e invitación que Jesús realiza. Es el Señor quien llama por nombre propio a los discípulos (Jn 15, 16ss; Mc 1, 16. 20; 3, 13-19).
En nuestro plan pastoral, cada uno de nosotros tiene que ser discípulo del Señor, sentándose a escucharle, además de procurar vivir según sus enseñanzas.
La Enseñanza de Jesús, es parte de la enseñanza de un maestro consolidado, que posee las cualidades de un Maestro de Israel. Dos pasajes de la Escritura nos presentan esta condición del Señor como Maestro acreditado (Mc 1, 22): “Les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los maestros de la Ley”; (Mc 12, 14) “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie, porque tu no miras lo que la gente sea, nos enseñas de verdad el camino de Dios”. Su enseñanza y sus palabras son reconocidas por aquellos que le siguen y atienden sus palabras.
La Palabra de Jesús hace referencia clara al Padre. En Cristo se manifiesta en su plenitud la revelación de Dios. “Este es mi Hijo amado, escuchadle” (Mt 17, 5). En Jesús y en su transfiguración se manifiesta la presencia de Dios, como en el Sinaí. Jesús con su palabra propone la enseñanza de Dios: “Yo os propongo lo que me ha enseñado mi Padre (Jn 8, 28). En sus enseñanzas Jesús habla claramente de la enseñanza del Padre. Todo el recorrido y vivencia de los Discípulos surge de una vivencia personal y de un contacto con Él. Ellos físicamente viven con Jesús (Mc 3, 13; 5, 18; 9, 38). Las preguntas dirigidas por el Señor son claras y precisas, responden a la vida de cada uno de ellos (Lc 9, 59).
En este contexto bíblico, la enseñanza de Jesús y su forma de guiar y acompañar a los Discípulos, nos hace traer a nuestro tiempo y a nuestra Diócesis de Cúcuta la propuesta pastoral de estar a los pies de JESÙS, el maestro, estar en la ESCUELA DE JESÙS. En ella, el Divino Maestro quiere dar a los Discípulos los elementos, las formas de vida, la herramienta para enfrentar el tiempo y la historia, llevando ese mensaje de salvación -la llegada del Reino de Dios- a todos los hombres.
Esta “Escuela de Jesús” se nos presenta en un proceso evangelizador del Maestro, como proceso personal, con el cual quiere dar una identidad propia a sus Discípulos. Podemos decir que Jesús tiene una forma precisa de enseñar y de guiar a quienes le acompañan. Su enseñanza parte de situaciones concretas. Enseña con ejemplos y palabras que son comprensibles para todos ellos (Por ejemplo: Parábola el sembrador (Mc 4, 1-9); la semilla que crece (Mc 4, 26. 29); el grano de mostaza (Mc 4, 30-32).
Las reflexiones que apenas ahora hemos repasado, en el contexto bíblico, nos hacen traer a nuestro tiempo y a nuestro camino pastoral diocesano la imagen de la acción de Jesús y el proceso que establece para formar a aquellos que ha escogido, los Discípulos.
Lo hace en medio de aquello que podemos llamar “Escuela”, en ella quiere dar a todos ellos los elementos, las formas de vida, las herramientas para enfrentar el tiempo y la historia, llevando su mensaje de salvación (El Evangelio, buena noticia) a todos los hombres.
Estar en la ESCUELA DE JESÚS necesita del encuentro con la Palabra de Dios – en una profunda experiencia espiritual, también en la vivencia de los sacramentos, en la participación en la Eucaristía, al menos semanalmente. El encuentro en la Liturgia con Cristo, en la vivencia del culto, que es una vía a la santificación, en el pregustar los dones del cielo. Nuestro aprendizaje en la ESCUELA DE JESÚS tiene que tocar nuestras vidas, nuestra sociedad, las distintas realidades sociales en las que nos encontremos. Toda nuestra acción pastoral tiene que entrar en este contexto, debe surgir de Cristo y a sus enseñanzas concretas tiene que llegar.
Estar en la ESCUELA DE JESÚS, fortalece la fe, fortalece la vida de cada uno de los católicos y de la opción concreta que hacemos por el Señor. Cada mes, cuando veamos el mensaje que anima nuestro plan pastoral, comprenderemos bien cuál es el sentido de estar en a los pies de Jesucristo, aprendiendo su EVANGELIO.
¡Alabado sea Jesucristo!