Durante la Audiencia General del miércoles 12 de junio, el Papa Francisco sugirió que las homilías sean breves y contengan «un pensamiento, un sentimiento y una idea», con el objetivo de «llevar la Palabra de Dios del libro a la vida».
En su catequesis sobre el “Espíritu Santo y la esposa”, subrayó que la Sagrada Escritura es un testimonio «autorizado e inspirado por Dios» y por el Espíritu Santo, la cual se manifiesta en “la inspiración divina de la Biblia”. «El Espíritu Santo, que inspiró las Escrituras, es también quien las explica y las mantiene eternamente vivas y activas», añadió el Sumo Pontífice.
También, mencionó que, un pasaje de la Escritura que hemos leído muchas veces sin mayor impacto, puede de repente, en un clima de fe y oración, iluminarnos, hablarnos y aclarar la voluntad de Dios para nosotros en una situación particular.
Además, destacó que la Iglesia, como Esposa de Cristo, «es la intérprete autorizada del texto de la Escritura inspirada, la mediadora de su auténtica proclamación». Gracias a la presencia del Espíritu Santo, la Iglesia es «inspiradora e interpretadora, ‘columna y fundamento de la verdad». El Papa Francisco recordó que la Iglesia tiene la responsabilidad de ayudar a los fieles y a los buscadores de la verdad a interpretar correctamente los textos bíblicos. Posteriormente, mencionó que una forma de practicar la lectura espiritual de la Palabra de Dios es a través de la Lectio divina, que consiste en dedicar un momento del día a la lectura meditativa de un pasaje de las Escrituras.
Asimismo, el Papa Francisco destacó que: «La lectura espiritual de las Escrituras por excelencia» que se realiza en la Santa Misa, es decir, la homilía. Para que la homilía sea efectiva en «trasladar la Palabra de Dios del libro a la vida», aconsejó a los sacerdotes que «hablan tanto y muchas veces no se entiende de qué hablan» a mantener sus homilías breves y concretas.
Para mantener la atención de los fieles, el Papa Francisco insistió en que las homilías «no duren más de 8 minutos» y que contengan «un pensamiento, un sentimiento y una idea».
«La homilía no debe durar más de 8 minutos, porque después de ese tiempo se pierde la atención y la gente se queda dormida, con razón. Una homilía debe ser así, y esto se lo quiero decir a los sacerdotes que hablan tanto, tantas veces, y no se entiende de qué cosa hablan. Homilía breve; un pensamiento, un sentimiento, y una cosa de acción, de cómo hacer. No más de 8 minutos. Porque la homilía debe ayudar a trasladar la Palabra de Dios del libro a la vida», subrayó.
Por último, reiteró que en las palabras de Dios que escuchamos cada día en la Misa o en la Liturgia de las Horas, «siempre hay una que está destinada especialmente a nosotros, alguna cosa que toca el corazón».