En una nueva catequesis sobre la Misa, el Papa Francisco se centró en explicar los ritos de inicio de la misma y recordó que “la Eucaristía hace presente el misterio pascual”.
“La Misa se compone de dos partes: la Liturgia de la Palabra y la Liturgia eucarística, que están estrechamente unidos para formar un solo acto de adoración”, explicó ante miles de fieles que los escucharon en el Aula Pablo VI.
Francisco señaló que la celebración es introducida “por algunos ritos preparatorios y concluida por otros”, pero “es un solo cuerpo y no se puede separar”.
No obstante, “es necesario conocer estos santos signos para vivir plenamente la Misa y saborear toda su belleza”.
“Cuando el pueblo está reunido, la celebración se abre con los ritos introductivos, incluidos la entrada, el saludo, el acto penitencial, el Kyrie eleison, el himno del Gloria y la oración colecta”. Su tarea es la de que “los fieles, reunidos juntos, formen una comunidad, y se dispongan a escuchar con fe la palabra y a celebrar dignamente la Eucaristía”.
Los signos “expresan desde el inicio que la Misa es un encuentro de amor con Cristo”, dijo al recordar como el sacerdote saluda al altar inclinando la cabeza, lo besa y lo inciensa.
El Papa se detuvo también en el “signo de la cruz”. “El sacerdote que preside la traza sobre sí mismo y lo hacen todos los miembros de la asamblea, conscientes de que el acto litúrgico se cumple ‘en el nombre del Padre y el Hijo y del Espíritu Santo’”.
“Toda la oración se mueve, por así decir, en el espacio de la Santísima Trinidad, que es espacio de comunión infinita; tiene como origen y como fin el amor de Dios Uno y Trino, manifestado y donado a nosotros en la Cruz de Cristo”.
“Su misterio pascual es don de la Trinidad, y la Eucaristía viene siempre de su corazón traspasado. Marcándonos con el signo de la cruz, por tanto, no solo hacemos memoria de nuestro Bautismo, sino que afirmamos que la oración litúrgica es el encuentro con Dios en Cristo Jesús, que por nosotros se ha encarnado, ha muerto en la cruz y ha resucitado glorioso”.
El Pontífice dijo que la Misa es como una especie de “sinfonía en la que resuenan varias tonalidades de voces, incluido el silencio, en vista de crear el ‘acuerdo’ entre todos los participantes, es decir, reconocerse animados por un único Espíritu y por un mismo fin”.
Por último, explicó que “la sinfonía orante que se está creando presenta rápidamente un momento muy ‘tocante’ porque quien preside invita a todos a reconocer sus propios pecados. Es el acto penitencial”.
“No se trata solamente de pensar en los pecados cometidos, sino mucho más: es la invitación a confesarse pecadores ante Dios y los hermanos, con humildad y sinceridad, como el publicano en el templo”.
“Si verdaderamente la Eucaristía hace presente el misterio pascual, el paso de Cristo de la muerte a la vida, entonces lo primero que debemos hacer es reconocer cuales son nuestras situaciones de muerte para poder resurgir con Él a una vida nueva”, concluyó.