El Santo Padre, a través de un mensaje firmado por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, ha expresado su apoyo a un acto significativo celebrado por la Embajada de Italia ante la Santa Sede. El evento, realizado en el marco del octavo centenario del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, se enmarca también en la XXIV Semana de la Lengua Italiana en el Mundo, destacando la unión entre la espiritualidad y la cultura.
En su mensaje, el Papa Francisco ha insistido en la importancia de continuar con la «sensibilización sobre el cuidado de la creación», una misión que, según el Santo Padre, encuentra en el Cántico de las Criaturas una fuente inagotable de inspiración: «Hay una gran enseñanza en esa oración que desde hace ocho siglos no ha dejado de latir y que San Francisco compuso al final de su vida”.
El acto, celebrado el 15 de octubre en el Palacio Borromeo, sede de la Embajada de Italia ante la Santa Sede, fue impulsado por el Embajador Francesco Di Nitto, para conmemorar los 800 años del Cántico de las Criaturas. Esta iniciativa, en colaboración con el Patio de los Gentiles y bajo el patrocinio del Comité Nacional para la Celebración del VIII Centenario de la Muerte de San Francisco de Asís, también subrayó la influencia del Cántico en el desarrollo de la lengua italiana, consolidando su importancia no solo espiritual, sino cultural.
El cardenal Gianfranco Ravasi, presidente emérito del Pontificio Consejo de la Cultura, y Roberto Antonelli, presidente de la Accademia Nazionale dei Lincei, destacaron la riqueza cultural y espiritual de esta obra de San Francisco. El Cántico, en palabras del cardenal Ravasi, “es una alabanza a Dios a través de sus criaturas, donde la grandeza del Creador se refleja en la belleza y armonía de la naturaleza”. Ravasi recordó pasajes bíblicos, como el Salmo 104 y versículos del Libro de la Sabiduría, que inspiran esta alabanza y que invita a contemplar el rostro de Dios en la creación.
El Cántico de las Criaturas, con su lenguaje sencillo pero profundo, es más que una oración: es un himno a la vida, una exaltación de la naturaleza como espejo del Creador. En él, San Francisco nos invita a reconocer la grandeza divina en cada elemento de la creación, desde el sol y la luna, hasta el fuego y el viento.