El numeral 48 titulado “Indisolubilidad y fecundidad de la unión esponsal” –aprobado por 253 votos contra 6– resalta que “la irrevocable fidelidad de Dios a la alianza es el fundamento de la indisolubilidad del matrimonio. El amor completo y profundo entre los cónyuges no se basa solo en las capacidades humanas. Dios sostiene esta alianza con la fuerza de su Espíritu”.
El documento también habla del rechazo de la Iglesia a los anticonceptivos y al aborto. Se afirma que “cuanto más busquen los esposos escuchar en su conciencia a Dios y sus mandamientos y se hagan acompañar espiritualmente, tanto más sus decisiones serán íntimamente libres de una arbitrariedad subjetiva y del ajuste a los modos de comportarse en su ambiente”.
Otro punto álgido que se manejó en el Sínodo y del cual muchos estaban esperando cambios es el tema de los homosexuales que se planteó en el numeral 76, éste se enfocó en el acompañamiento que puede realizar la Iglesia a las familias en donde alguno de sus miembros tiene la tendencia homosexual. Este párrafo del documento, aprobado por 221 votos contra 37, precisa además que “no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”, como señala un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Por su parte, en el numeral 63, aprobado por 237 votos contra 21, indica que “según el orden de la creación el amor conyugal entre un hombre y una mujer y la transmisión de la vida están ordenados el uno a la otra (Gn 1, 27-28)”. “En este modo el Creador ha hecho partícipes al hombre y a la mujer en su obra de su creación y al mismo tiempo los ha hecho instrumentos de su amor, confiándoles a su responsabilidad el futuro de la humanidad a través de la transmisión de la vida humana”.
Los numerales 66, 67 y 68 se refirieron a la importancia de la educación en los hijos. En uno de ellos se destaca que “es importante que los padres se involucren activamente en el camino de preparación para los sacramentos de la iniciación cristiana, en calidad de primeros educadores y testimonios de fe para sus hijos”.
Para quienes esperaban grandes cambios o extrañezas al finalizar el Sínodo de la Familia, no les fue cómodo saber que no se presentaron cambios que puedan ir en contra de la doctrina de la Iglesia Católica o los principios que manejan frente al tema de la familia. Por el contrario se alertó contra los intentos de los gobiernos que presionan a las iglesias locales con retirarles ayudas económicas sino cambian su definición de matrimonio.