Una mirada a la Doctrina Social de la Iglesia y la Fraternidad

El Papa León XIII abrió en el final del siglo XIX un gran espacio para difundir y pre­sentar la llamada Doctrina Social de la Iglesia (DSI), un gran cuer­po de enseñanzas y doctrinas que nos dan los principios acerca de la comprensión del entorno social en el cual vive el hombre. El Evan­gelio de Cristo, tiene unas conno­taciones precisas y claras en los comportamientos sociales, en el medio humano, donde se desarro­lla la actividad humana. A lo largo de los decenios el Magisterio, la enseñanza de la Iglesia, especial­mente de los Papas, ha contribui­do paso a paso, parte después de parte a todo este gran patrimonio, después de la Encíclica “Rerum novarum”.

Las distintas realidades humanas y crisis sociales han sido ilumina­das desde el Evangelio de Cristo y desde la reflexión moral de la Igle­sia. El final de ese siglo XIX, el siglo XX y lo que va de este siglo XXI han presentado al hombre si­tuaciones muy concretas: La gran cuestión social, las guerras mun­diales, el fascismo, el comunismo, el modernismo, el marxismo, el relativismo moral y filosófico, la secularización, las falsas interpre­taciones de la economía a las cua­les la DSI ha tenido que responder. Estos temas llegan hasta nuestros días, con las grandes crisis ocasio­nadas por el irrespeto a la vida hu­mana (aborto del no nacido y euta­nasia), la movilidad humana, las guerras nacionales y conflictos en el mundo, la gran crisis del medio ambiente y del cambio climático. A todas estas realidades responde con propuestas concretas a inte­rrogantes de la humanidad entera: cada respuesta se da desde la fe y desde la reflexión sobre la Palabra de Dios.

En la Doctrina Social de la Iglesia hay una propuesta concreta para presentar un ideal social fundada sobre el Evangelio. Es una opción para poner la caridad de Cristo al centro de la vida de la humanidad.

Toda esta doctrina quiere resolver la tensión entre la realidad social y el ideal de la fe. En esta pro­puesta de la DSI, el hombre en su vida, en su realidad, es el ho­rizonte fundamental, todo con el presupuesto del Evangelio y de la salvación del alma, con una mirada trascendente. Toda la propuesta está fundamentada en la dignidad de la persona humana, que es inviolable y que está fun­damentada en el plan creador de Dios. Particular atención se presta a la base de las relaciones que se establece entre los hombres.

De los grandes problemas sociales creados por las equivocadas rela­ciones entre los hombres, en base al trabajo y a la economía, a los grandes conflictos so­ciales de la industria­lización, pasando por las grandes crisis del exterminio de más de 150 millones de hom­bres y mujeres en las guerras mundiales.

Estas situaciones nos llevan al hoy, con mi­llones de personas que son obligadas a emigrar, a las graves condiciones de la destrucción de la naturaleza, del grave fenóme­no de la contaminación, del cam­bio climático, del gran abuso de la ciencia y de sus capacidades con una investigación desordenada y abusiva en la genética. Vemos una destrucción sistemática de la vida humana con el aborto y la eutana­sia que ha sido claramente denun­ciada en el magisterio pontificio de los últimos decenios. La Doctrina Social de la Iglesia se enfrenta a los grandes fenómenos de la desigualdad social, a una gran división entre el primer y el ter­cer mundo, entre el norte y sur de la tierra y el resto de los pueblos y naciones, denunciando también la desigualdad de oportunidades que existe para algunos en los países ricos.

Algunos elementos son centrales en la Reflexión de la Doctrina So­cial de la Iglesia y que nos deben servir para el análisis y el aprendi­zaje de esta enseñanza de la Madre Iglesia.

  • El amor, que Cristo nos propo­ne: (“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, Juan 13, 34-35). Esta es la clave para la re­lación entre todos los hombres y para todos los pueblos de la huma­nidad.
  • La verdad sobre la persona humana: El hombre que es la vida de la Iglesia, nacido de las manos creado­ras de Dios, del cual es creado a “imagen y semejanza” (Génesis 1,26), que vive en una comunidad de perso­nas, con normas y con el ejercicio de deberes y derechos.
  • La libertad: Pone al hombre de frente a nosotros, la realidad del hombre, manifestando la respon­sabilidad de frente a otras perso­nas, donde la responsabilidad y ejercicio de la libertad nos da la clave para entender la relación en­tre las personas. La libertad lleva a la fraternidad, a la justa relación entre los hombres basados en la conciencia personal. En la libertad aparece el hombre en todo su es­plendor, al decidir, según la con­ciencia, muestra lo mejor de sí, en el cumplimiento de la voluntad de Dios y de los planes de Él como creador.
  • La justicia: Otro principio que nos permite completar el horizon­te de la predicación de la Doctri­na Social de la Iglesia y que está en la base de la construcción de la economía social y de las rela­ciones que se establecen entre los hombres (Dar a cada uno lo suyo, uniqueque suum, del Jurista ro­mano Ulpiano). Este equilibrio fundamenta la adecuada relación entre los hombres y los sistemas sociales.
  • La paz: Se constituye en la base y el fundamento de las relaciones sociales y el sostén para el desarro­llo de los pueblos, en la adecuada relación entre todos los miembros de la sociedad y de la humanidad entera.

Ahora, esperamos con atención la publicación de la nueva Encícli­ca del Papa FRANCISCO sobre la fraternidad humana, un tema que no nos es nuevo para las en­señanzas del Santo Padre y su magisterio. Nos dice que la fra­ternidad humana es puesta por el Papa como la base de la paz entre los hombres, es una vía, un camino para obtener un mundo equitativo y adecuadas relaciones entre los miembros del género humano.

Dice el Papa: “La fraternidad es el fundamento y vía para la paz […] la fraternidad genera la paz so­cial porque ella crea un equilibrio entre libertad y justicia, entre responsabilidad personal y solidari­dad, entre el bien de los individuos singulares y el bien común” (Men­saje para la XLVII Jornada mun­dial de la paz, 1 de enero 2014).

La Fraternidad: entre los hom­bres es la hora de un desarrollo in­tegral de los pueblos, es el “nuevo nombre de la paz” enseña el Papa FRANCISCO, en el Mensaje an­tes citado. En dos tareas centra el Obispo de Roma la paz, en la so­lidaridad y en la fraternidad, que “llevan necesariamente a derrotar la pobreza”.

Esta actitud humana de la humil­dad, la fraternidad, lleva necesa­riamente a crear espacios de justi­cia, dignidad humana y afirmación de los derechos fundamentales del hombre. Con atención y cuidado, buscando estudiar y comprender las enseñanzas del Papa esperamos poder entrar en el mensaje de esta Encíclica, la tercera, que cuan­do aparezca este editorial de LA VERDAD, la estará difundiendo.

¡Alabado sea Jesucristo!

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