Exequias de Monseñor Pedro Botello: “Se dedicó con sencillez y humildad a sacar de las vidas de las personas, la oscuridad”

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Familiares, amigos, sacerdotes y fieles bautizados, participaron en la celebración de las exequias de Monseñor Pedro Alejandrino Botello Ortega, el pasado viernes 18 de junio.

Fotos: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta

En la Catedral San José se llevó a cabo la Sagrada Eucaristía, presidida por el Vicario General de la Diócesis de Cúcuta, el padre Israel Bravo Cortés, quien en el mes de abril fue intubado a causa de su insuficiencia respiratoria por el contagio de COVID-19; cuando superó la enfermedad y recuperaba fuerzas en casa, relata que fue visitado por Monseñor Pedro Botello, y dialogando acerca de la pandemia, este le aseguró que por su parte, estaba en paz y listo para lo que Dios deseará, ya que sentía que su tarea estaba realizada y su mayor riqueza era estar en el Señor.

Y en esta riqueza, precisamente, el presbítero Israel, hizo énfasis en su homilía: “Cuando pensaba en este momento especial, me llamaba la atención las lecturas que la liturgia nos regala para este día, dice el Señor en el Evangelio: «háganse tesoros en el Cielo» y creo que eso fue lo que marcó la vida de Monseñor Botello, porque entendió que el tesoro más grande para su vida era Dios, y se dedicó con sencillez y humildad a sacar de las vidas de las personas, la oscuridad. Hoy reconocemos que nos marcó y ayudó a crecer, dio la claridad del Espíritu que Cristo Resucitado nos ha regalado”.

El sacerdote afirmó que Monseñor “vivió enseñándonos que la gracia de los cristianos era sacar del interior ese demonio del corazón que nos carcome: odio, envidia, enemistad, avaricia…”. Cabe recordar, que Monseñor Botello Ortega, era el único sacerdote en Cúcuta, con licencia para realizar exorcismos; la fuerza del Espíritu Santo en su ministerio sacerdotal, fue su don más representativo.

En su homilía, el padre Israel Bravo, narró que, al iniciar su sacerdocio, fue guiado y apoyado por Monseñor Pedro, por ende, tener la responsabilidad de celebrar sus exequias fue algo que nunca imaginó, pero “es Dios mismo el que nos muestra que en la vida cristiana, todos nos cargamos entre todos”.

Es importante aclarar que los restos mortales de este muy querido y admirado servidor en Cristo, pudieron ser velados y permanecer en el templo, porque al momento de su fallecimiento, la fase activa del virus ya era nula. Monseñor ya había superado la enfermedad del coronavirus; fue ingresado a Unidad de Cuidados Intensivos por las secuelas que debilitaron su salud.

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