Cucuteños se consagran a nuestra Señora de Fátima

 

Como ya es tradición, cada 13 de mayo, desde la parroquia San Antonio de Padua, con cantos y alabanzas, niños, jóvenes y adultos, en las primeras horas del día, oraron con el santo rosario hacia el monumento de Nuestra Señora de Fátima, elevando sus oraciones e intenciones por la intercesión de “la Estrella de la Evangelización”, Madre solicita que nos acerca al Padre.

“Hoy, le pedimos a la Santísima Virgen María, bajo la Advocación de Nuestra Señora de Fátima, que nos de la sabiduría y la fortaleza de su hijo Jesús para que nosotros podamos poner nuestra vida al servicio de la verdad y del bien y, como buenos cristianos, vivamos el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo con una vida digna. Pidamos para que Ella, Madre de Jesucristo, de la Iglesia y Madre nuestra, nos ilumine para que Cúcuta vaya cambiando”, expresó Mons. Vidal, durante la celebración de la sagrada eucaristía.

El obispo, también, exhortó a los habitantes de la zona de frontera colombo-venezolana a acercarse a la Palabra de Dios, que es vida, leer la biblia en sus hogares, para “que sus vidas se vayan iluminado. Recordó la importancia de la oración y de los sacramentos en la vida del cristiano y finalmente, pidió oraciones por el proceso del Sínodo que viene adelantando esta Iglesia Particular, con miras de revisar la acción pastoral y evangelizadora, fortalecerla y proyectarla en los desafíos del contexto actual.

Fiesta de Nuestra Señora de Fátima


La Virgen de Fátima es una advocación con que se venera en el catolicismo a la virgen María, madre de Jesús. La misma se originó en una serie de apariciones que tres niños pastores, Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco, afirmaron haber tenido en Fátima entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

Un poco de historia:

En el año 1916, cuando la guerra se había extendido sobre Europa y Portugal, en una de las colinas que rodean Fátima, tres pequeños campesinos portugueses: Lucía de 9 años, Francisco de 8 y Jacinta de 6, se encontraron con una resplandeciente figura que les dijo: «Soy el Ángel de la Paz». Durante aquel año vieron dos veces la misma aparición. Los exhortó a ofrecer constantes «plegarias y sacrificios» y a aceptar con sumisión los sufrimientos que el Señor les envíe como un acto de reparación por los pecados con los que Él es ofendido.

El 13 de mayo de 1917, se les apareció una «Señora toda de blanco, más brillante que el sol», a quien Lucía preguntó de dónde venía; ella respondió: «Vengo del cielo». Les pidió que regresaran al mismo lugar durante seis meses seguidos, los días trece.

El hambre, la sed, las burlas de los que no creían en las apariciones (incluyendo a la familia de Lucía), los ofrecían como la Señora lo había pedido, por la conversión de los pecadores.

El 13 de junio de ese año, mientras se celebraba a San Antonio, patrono de Fátima, Nuestra Señora se apareció nuevamente a los tres niños. Alrededor de 50 personas se encontraban con ellos en Cova. La Señora dijo que Jacinta y Francisco irían pronto al cielo, que Lucía permanecería para ayudar a establecer el culto al «Sagrado Corazón de María» El 13 de julio de 1917, se trató de impedir que Lucía asistiera a este encuentro que fue uno de los más extensos y en el cual los niños tuvieron una visión del infierno que les despertó un anhelo de oración y penitencia incontenibles. Además les fue prometido que en octubre se realizaría un milagro para demostrar la verdad de las apariciones. En agosto de ese mismo año, el anticlerical administrador de Ourem, con engaños alejó a los tres pastores de Fátima y logró impedir que asistieran a la cita del día trece.

El 13 de octubre de 1917 alrededor de 70,000 personas habían llegado al lugar para presenciar el milagro de Fátima. Ese día, el sol se podía mirar sin cerrar los ojos y como un prisma gigantesco, cubría el cielo con franjas de colores. Luego giró 3 veces y se precipitó en «zig zag» hacia la multitud. La gente quedó conmovida y convencida de la veracidad de las apariciones. Antes de que pasaran tres años, Jacinta y Francisco habían muerto ya. Lucía fue religiosa con las hermanas de Santa Dorotea desde 1925.

Tomado de: aciprensa

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